Génesis
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 |
29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 |
36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 |
43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 |
50 |
Capítulo 50: Génesis 50
Los funerales de Jacob
50 1 Entonces José se echó sobre el rostro de su padre, lo cubrió de
lágrimas y lo besó.
2 Después dio a los médicos que estaban a su servicio la orden de
embalsamar a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel.
3 Esto les llevó cuarenta días, porque ese es el tiempo que dura el
embalsamamiento.
Los egipcios estuvieron de duelo por él durante setenta días.
4 Una vez transcurrido ese período, José se dirigió a la corte del
Faraón en estos términos: "Por favor, presenten al Faraón el
siguiente pedido:
5 En una oportunidad mi padre me dijo, obligándome bajo juramento:
‘Cuando yo muera, asegúrate de que me entierren en la tumba que me
hice preparar en el país de Canaán’. ¿Puedo ir a sepultar a mi padre
y luego regresar?".
6 El Faraón respondió: "Ve a sepultar a tu padre, como él te lo hizo
prometer bajo juramento".
7 José partió entonces para ir a sepultar a su padre, y con él
fueron todos los servidores del Faraón, los ancianos de su palacio y
todos los ancianos de Egipto, 8 lo mismo que la familia de José, sus
hermanos y la familia de su padre. En la región de Gosen dejaron
únicamente a los niños y el ganado.
9 También fueron con él carros de guerra y jinetes, de manera que se
formó un cortejo imponente.
10 Al llegar a Goren Haatad, que está al otro lado del Jordán,
celebraron las exequias con gran solemnidad, y José estuvo de duelo
por su padre durante siete días.
11 Los cananeos, habitantes del país, al ver los funerales de Goren
Haatad, dijeron: "Este es un funeral solemne de los egipcios". Por
eso aquel lugar, que se encuentra al otro lado del Jordán, se llamó
Abel Misraim.
12 Los hijos de Jacob hicieron con él todo lo que les había mandado:
13 lo trasladaron a Canaán y lo sepultaron en el campo de Macpelá,
frente a Mamré, el campo que había comprado a Efrón, el hitita, para
tenerlo como sepulcro familiar.
14 Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto en
compañía de sus hermanos y de todos los que habían ido a dar
sepultura a su padre.
El temor de los hermanos de José
15 Al ver que su padre había muerto, los hermanos de José se
dijeron: "¿Y si José nos guarda rencor y nos devuelve todo el mal
que le hicimos?".
16 Por eso le enviaron este mensaje: "Antes de morir, tu padre dejó
esta orden:
17 ‘Díganle a José: Perdona el crimen y el pecado de tus hermanos,
que te hicieron tanto mal. Por eso, perdona el crimen de los
servidores del Dios de tu padre’". Al oír estas palabras, José se
puso a llorar.
La promesa de José a sus hermanos
18 Luego sus hermanos fueron personalmente, se postraron ante él y
le dijeron: "Aquí nos tienes: somos tus esclavos".
19 Pero José les respondió: "No tengan miedo. ¿Acaso yo puedo hacer
las veces de Dios?
20 El designio de Dios ha transformado en bien el mal que ustedes
pensaron hacerme, a fin de cumplir lo que hoy se realiza: salvar la
vida a un pueblo numeroso.
21 Por eso, no teman. Yo velaré por ustedes y por las personas que
están a su cargo". Y los reconfortó, hablándoles afectuosamente.
La muerte de José
22 José permaneció en Egipto junto con la familia de su padre, y
vivió ciento diez años.
23 Así pudo ver a los hijos de Efraím hasta la tercera generación; y
los hijos de Maquir, hijo de Manasés, también nacieron sobre las
rodillas de José.
24 Finalmente, José dijo a sus hermanos: "Yo estoy a punto de morir,
pero Dios los visitará y los llevará de este país a la tierra que
prometió con un juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob".
25 Luego hizo prestar un juramento a los hijos de Israel,
diciéndoles: "Cuando Dios los visite, lleven de aquí mis restos".
26 José murió a la edad de ciento diez años. Fue embalsamado y
colocado en un sarcófago, en Egipto.
REFERENCIA BIBLICA
1 26-27 "Hagamos al hombre": el término "hombre" corresponde a la
palabra hebrea "adám", que tiene un significado genérico y designa a
toda la especie humana. Aquí no se habla de una pareja –"un" hombre
y "una" mujer, como en los capítulos 2 y 3– sino de toda la especie
humana: es la humanidad como tal la que ha sido creada a imagen de
Dios. El plural "haga" indica una deliberación de Dios, que pone de
relieve la importancia de la obra que él va a realizar.
2 7 El texto hebreo utiliza aquí dos expresiones semejantes "adám"
y "adamá" –que significan respectivamente "hombre" y "suelo"– para
poner de relieve la estrecha relación que existe entre el hombre y
el medio donde habita.
8 El hombre es mortal por naturaleza y debe retornar al suelo de
donde fue sacado (3. l9). Pero Dios, gratuitamente, lo introdujo en
"el jardín de Edén", símbolo de la amistad divina, y le concedió el
acceso al "árbol de la vida", símbolo de la inmortalidad (v. 9). El
mandamiento impuesto por Dios muestra que la amistad con él y el don
de la inmortalidad estaban condicionados por la respuesta libre del
hombre.
9 "El árbol del conocimiento del bien y del mal": la realidad
representada por este símbolo no puede ser simplemente el
discernimiento moral –prerrogativa que Dios no niega al hombre– sino
la facultad de decidir por sí mismo lo que es bueno y malo,
independientemente de Dios. Al desobedecer el mandato divino, el
hombre reivindica para sí una autonomía que no se conforma con su
condición de criatura y usurpa un privilegio exclusivo de Dios.
18-22 La inferioridad social de la mujer era un hecho aceptado en
la antigüedad. El relato bíblico, en cambio, muestra que este hecho
no responde a la intención original del Creador, sino que es una
imperfección introducida en el mundo por el pecado. La mujer ha sido
formada "del" hombre; ella es la única ayuda adecuada a él; es
"hueso de sus huesos y carne de su carne". Todas estas imágenes
indican que el hombre y la mujer participan de un mismo destino y de
una misma condición, y explican la íntima relación que los une y que
se funda en el atractivo mutuo.
3 Si el mundo ha sido creado por Dios, y él solo puede querer el
bien de sus criaturas, ¿cómo es que la tierra se ha convertido en un
"valle de lágrimas?” El siguiente relato arroja un rayo de luz sobre
esta inquietante pregunta. En él se explica que todas las
penalidades y miserias que afligen a los hombres no corresponden al
designio original de Dios. La situación actual de la humanidad es
consecuencia del pecado de "Adán", nombre genérico que designa, a la
vez, al primer hombre y a toda la humanidad representada en él. Al
transgredir el mandamiento divino, el hombre se privó
voluntariamente de los dones que Dios le ofrecía. Y como
consecuencia de su pretensión de ser igual a Dios, lo único que
experimentó fue su propia "desnudez", es decir, su indigencia
absoluta.
Pero Dios no abandona a la humanidad pecadora. Por eso, a la
"maldición" que pesa sobre la tierra a causa del pecado, el Génesis
opone la "bendición", que alcanzará finalmente a todos los hombres,
por medio de Abraham y de su descendencia (12. 1-4. Esta descendencia es
Cristo, el nuevo Adán, gracias a quien, allí "donde abundó el
pecado, sobreabundó la gracia" (Rom. 5. 20.)
1 EI culto de la "serpiente" estaba extendido por todo el Oriente
antiguo. Por su forma y su comportamiento singulares, este animal
tenía un simbolismo polivalente: se lo asociaba tanto a las fuerzas
de la vida y la fecundidad, como a las representaciones del caos y
de la muerte, del misterio y de la ciencia oculta. El texto bíblico
describe a la serpiente como un ser hostil a Dios, a quien acusa de
mentira y envidia (vs. 4-5), y hostil también al hombre, a quien
seduce deliberadamente e induce a transgredir el mandato divino.
Además, pone de relieve la "astucia" de la serpiente, y la presenta
como conocedora de la propiedad misteriosa escondida en el fruto del
árbol. Estos indicios hacen suponer que el autor del relato tiene en
vista ciertas formas de adivinación y de magia practicadas en
Canaán, y asociadas con la serpiente, símbolo de la sabiduría y de
los poderes ocultos. Al condenar a la serpiente, se condena la
religión cananea, que pretendía conseguir con esas prácticas una
sabiduría sobrehumana. La reflexión posterior identificará a la
serpiente con el "demonio" (Sab. 2.24; Jn. 8.44) y con Satanás
(Apoc. 12.9;20. 2).
15 La enemistad puesta por Dios entre los dos culpables –la mujer y
la serpiente seductora– proseguirá entre la descendencia de una y
otra. El linaje de la mujer es toda la especie humana en lucha
contra los poderes del mal, que intentarán precipitarla en la ruina.
El texto deja entrever una victoria final del hombre, que aplastará
la cabeza de la serpiente. Por eso la tradición cristiana ha dado a
este texto el nombre de "Protoevangelio", o sea, primer anuncio de
la salvación.
20 El nombre "Eva", en hebreo, tiene cierta semejanza con el verbo
que significa "vivir".
4 El episodio relatado en los vs. 1-16 supone una civilización ya
evolucionada: la vida pastoril se opone a la agricultura (v. 2); ya
se ofrecen sacrificios a Dios (vs. 3-4); Existen otros hombres que
pueden matar a Caín (v. 14) y los miembros de su propia tribu podrán
vengarlo (v. 15). Estos indicios muestran que el episodio de Caín y
Abel no debe ser interpretado como un hecho "histórico", que tuvo
por actores a los hijos del primer hombre, sino como un "ejemplo
arquetípico", que pone de manifiesto los efectos de la desobediencia
narrada en el capítulo anterior: después del pecado del hombre
contra Dios, se desencadena la lucha del hombre contra el hombre, y
a causa de este primer crimen la muerte hace su entrada violenta en
el mundo. El crimen de Caín no escapa a la justicia divina (vs.
9-12), pero Dios le dirige una advertencia antes de su falta, y la
pena es atemperada por la misericordia: la marca que recibe Caín es
una señal que lo protege.
23-24 Este canto, denominado habitualmente "canto de la espada", ha
sido compuesto para gloria de Lamec, un héroe del desierto. Su
presencia en este lugar atestigua la ferocidad siempre en aumento de
los descendientes de Caín y muestra como el pecado va extendiendo su
dominación sobre el mundo. El número "setenta y siete" indica que la
venganza es ilimitada. En contraposición con esta actitud, la ley
del talión (Éx. 21.23-25; Lev. 24. 19-20; Deut. 19. 21), al imponer
un castigo igual a la ofensa, reduce la venganza a sus justos
límites. El Apóstol Pedro, en cambio, recibirá de Jesús la orden de
perdonar "setenta veces siete" (Mt. 18. 22).
25 "Adán", nombre propio del primer hombre, corresponde al hebreo
"Adám", que significa "hombre". Ver notas 1. 26-27; 2. 7.
26 "El Señor": siguiendo una costumbre judía, algunas versiones
antiguas y modernas de la Biblia sustituyen con esta expresión el
nombre del Dios de Israel, que en el texto hebreo aparece solamente
con sus cuatro consonantes: YHWH. Hacia el siglo IV a.C., los judíos
dejaron de pronunciar ese nombre y lo sustituyeron por Adonai, "el
Señor". De allí que sea difícil saber cómo se lo pronunciaba
realmente aunque varios indicios sugieren que la pronunciación
correcta es Yahvé. Según las tradiciones "elohísta" (Éx. 3. 13-15) y
"sacerdotal" (Éx. 6. 2-3), este nombre divino fue revelado por
primera vez a Moisés. En cambio, para la tradición "yahvista" –a la
que pertenece este versículo– ya era conocido e invocado desde los
orígenes de la humanidad. Esto último indicaría que el nombre Yahvé
tiene un origen preisraelita.
5 Esta lista genealógica atribuye una longevidad extraordinaria a
los primeros patriarcas, según la antigua creencia de que la
duración de la vida humana había disminuido en el transcurso de las
edades. Esta disminución estaba relacionada con el progreso del mal,
porque una vida larga es una bendición de Dios (Prov. 10. 27). El
patriarca Henoc (v. 22) presenta un caso particular: de él se dice
que vivió menos tiempo, pero sus años forman una cifra perfecta
–365– que son los días del año solar. La mención de su muerte es
reemplazada por la de su misteriosa desaparición. Ver Heb. 11. 5.
6 1-4 EI relato bíblico retoma una leyenda popular, que habla de
unos seres sobrehumanos llamados "gigantes". Antiguamente se creía
que esos gigantes habían existido alguna vez sobre la tierra, y su
origen se explicaba por la unión de seres celestiales (los "hijos de
Dios") con mujeres terrenas (las "hijas de los hombres"). Sin
pronunciarse sobre la realidad histórica de este relato mitológico,
el autor inspirado se vale de él para ilustrar –como podría hacerlo
una parábola– la corrupción creciente de la humanidad. Esta
intención aparece de manera explícita en los versículos siguientes
(5-6), que expresan el pesar de Dios por la incontenible expansión
del pecado en el mundo.
17 El relato del "Diluvio" combina dos tradiciones paralelas,
originariamente independientes: una "sacerdotal", y otra "yahvista".
Al combinar las dos tradiciones el redactor definitivo respetó esos
testimonios recibidos del pasado, sin tratar de eliminar algunas
incongruencias en los detalles. Según la tradición "yahvista", por
ejemplo, Noé introduce en el arca siete parejas de animales puros y
una de impuros; la tradición "sacerdotal", en cambio, menciona una
pareja de cada especie. Hay varias narraciones babilónicas del
diluvio que presentan sorprendentes analogías con el relato bíblico.
En ellas se conserva el recuerdo de una gran inundación acontecida
en la región del Tigris y del Éufrates, que la imaginación popular
elevó a las proporciones de un cataclismo universal. A pesar de esas
semejanzas, el texto bíblico aparece despojado de todo rasgo
politeístico y cargado de un hondo contenido moral: el "Diluvio"
simboliza el juicio de Dios sobre el mundo pecador y la salvación
concedida a los justos, representados por Noé. Según el Nuevo
Testamento, Noé y su familia son una figura de los salvados a través
de las aguas del Bautismo (1 Ped. 3. 20-21).
9 4-5 Según la concepción de los antiguos hebreos, "la vida de toda
carne es su sangre" (Lev. 17. 11, 14; Deut. 12. 23). En esta
concepción se funda la importancia primordial de la sangre en el
ritual de los sacrificios y en la realización de las alianzas (Éx.
24. 8). Como la vida pertenece exclusivamente a Dios, al hombre le
está prohibido comer la sangre y Dios mismo vengará todo
derramamiento de sangre humana.
18-27 Los tres hijos de Noé representan en este relato "yahvista" a
las tres grandes familias en que los antiguos hebreos dividían el
mundo habitado. El punto esencial del relato es la bendición de Sem
y la maldición de Canaán. El primero es el antepasado de Israel; el
segundo personifica a los habitantes de Palestina, que fueron
despojados y subyugados por los israelitas. La maldición alcanza a
una cultura, cuya religión era para los israelitas sinónimo de
corrupción e inmoralidad.
10 Aunque tiene la forma de una lista genealógica, este capítulo no
se ocupa de individuos sino de pueblos agrupados por afinidades
históricas y geográficas. Los descendientes de Jafet pueblan el Asia
Menor y las islas del Mediterráneo. Los descendientes de Cam se
encuentran en las regiones meridionales: Arabia, Etiopía y Egipto.
Canaán es asociado a estos últimos, en recuerdo de la dominación
egipcia sobre la región de ese mismo nombre. Los antepasados de los
hebreos son mencionados entre los descendientes de Sem, junto con
los elamitas, los asirios y los arameos. La lista afirma la unidad
del género humano, dividida en grupos nacionales a partir de un
tronco común. El cuadro se completa en 11. 10-32, con la genealogía
de : al situar al patriarca en este vasto contexto histórico y
geográfico, se indica que el pueblo nacido de él está llamado a
realizar un designio que abarca a todas las naciones de la tierra.
11 4 "Para perpetuar nuestro nombre": esta es una expresión del
orgullo humano, que pretende darse a sí mismo el honor y la gloria
que corresponden al nombre de Dios (Sal. 115. 1). En contraposición
con el capítulo anterior, la "parábola" de la torre de Babel
presenta la variedad de las lenguas y la dispersión de los pueblos
con una visión pesimista; ellas son el castigo divino a la
pretensión de eregir una civilización fundada en la autoexaltación
del hombre y en el olvido de Dios. El milagro de las lenguas en
Pentecostés (Hech. 2. 5-12) es el reverso de la confusión provocada
en Babel.
12 6 La "encina de Moré" era un árbol sagrado que estaba en las
cercanías de Siquém.
11-20 Esta anécdota se vuelve a repetir, con ligeras variantes de
circunstancias y de personas, en 20. 1-14 y en 26. 6-11.
14 Esta narración presenta algunas características que le asignan un
lugar aparte dentro del Pentateuco y tal vez de toda la Biblia. El
relato carece del tono familiar propio de las otras tradiciones
patriarcales; su estilo es impersonal, y –que es llamado "el
hebreo"– protagoniza un episodio de proyecciones internacionales.
17-20 Según la costumbre de Canaán, el rey era también el
responsable supremo del culto. Por eso Melquisedec era al mismo
tiempo "rey de Salém" (Jerusalén) y "sacerdote de Dios, el
Altísimo", una divinidad venerada en Canaán. Melquisedec honró a con
un banquete (v. 18), y esta comida en común parece haber sellado una
alianza. La indicación de 2 Sam.
18 permite ubicar el "valle del Rey" en las proximidades de
Jerusalén. El Nuevo Testamento presentará a Melquisedec como figura
de Cristo, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza (Heb. 7).
15 9-10 Aquí se describen los preparativos para un rito
imprecatorio muy antiguo, cuyo significado se aclara en Jer. 34. 18;
cuando se pronunciaba un juramento solemne, la persona pasaba entre
los animales partidos por la mitad, y reclamaba para sí la misma
suerte de esas víctimas si faltaba a su palabra. Así el Señor
ratifica con un juramento la promesa hecha a Abraham, de darle una
descendencia numerosa (vs. 1-6) y la tierra de Canaán (vs. 7-18).
18 "Desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río": estos son los
límites ideales de la Tierra prometida (Jos. 1. 4), que de hecho,
nunca fueron ocupados totalmente por los israelitas.
16 2 Según las costumbres de la época, una mujer estéril podía dar
una sirvienta a su esposo y reconocer como propios a los hijos
nacidos de esa unión. Lo mismo que hace Sara lo harán más tarde
Raquel (30. 1-6) y Lía (30. 9-13), las esposas de Jacob.
7 En los textos bíblicos más antiguos, el "Ángel del Señor" (22.
11; Éx. 3. 2) o el "Ángel de Dios" (21. 17; 31. 11; Éx. 14. 19) no
es un ángel creado, distinto de Dios, sino Dios mismo que se
manifiesta a los hombres de manera visible. El v. 13 señala
explícitamente esta identificación.
17 Según este relato "sacerdotal", la alianza sella las promesas de
Dios a Abraham (v. 8), pero esta vez la iniciativa divina exige una
respuesta humana. Además de la fidelidad a Dios y de la perfección
moral, se impone a una prescripción de carácter positivo: la
circuncisión (vs. 9-14).
1 "Dios Todopoderoso", en hebreo "EI Saddai": este es un antiguo
nombre de Dios, frecuente en los relatos "sacerdotales" de la
historia patriarcal (28. 3; 35. 11; 43. 14; 48. 3; 49. 25; Éx. 6.
3), que los israelitas tomaron probablemente de la tradición de los
pueblos semitas. La traducción "Dios Todopoderoso" se apoya en
algunas versiones antiguas. Entre los autores modernos, algunos
piensan que su sentido probable es "Dios de las montañas".
5 El "nombre", en la mentalidad antigua, no era una simple
designación exterior, sino que determinaba de alguna manera la
naturaleza íntima del ser o la persona que lo llevaba (2. 20). Un
cambio de nombre implica, por eso mismo, un cambio de función o de
destino.
10-14 La circuncisión o corte del prepucio es una práctica muy
antigua, realizada generalmente como rito de iniciación a la
pubertad o al matrimonio. En el Antiguo Oriente, era observada por
varios pueblos vecinos de Israel, entre ellos los egipcios, los
edomitas, los amonitas, los moabitas y algunos otros pueblos nómadas
(Jer. 9. 25). Los filisteos y los habitantes preisraelitas de Canaán
la ignoraban. En Israel, se practicó como rito de incorporación al
Pueblo de Dios, y debía llevarse como una señal de adhesión a la
alianza (v. 13).
18 En este relato, aparece como el "amigo de Dios", que conversa
familiarmente con él y lo recibe como huésped. Con ocasión de su
visita, Dios renueva su promesa (v. 10), lo cual provoca la risa de
Sara (v. 12), como antes había provocado la de Abraham( 17. 17). Esta risa
explica el nombre de Isaac, cuyo significado es: "que (Dios)
sonría", "que se muestre favorable".
19 Este antiguo texto recuerda un cataclismo ocurrido en la región
meridional del Mar Muerto, que provocó la destrucción de Sodoma,
Gomorra y otras ciudades vecinas (10. 19; 14. 2). La destrucción de
estas ciudades quedó como modelo arquetípico del juicio de Dios
sobre el pecado (Deut. 29. 22; Is. 1. 9; Jer. 49. 18; Am. 4. 11).
26 El folklore israelita explica con esta leyenda la forma de una
roca o de una formación salina, situada al sudoeste del Mar Muerto.
30-38 Este relato utiliza probablemente una tradición de los
moabitas y amonitas, que en su forma original no constituía un
vituperio sino un motivo de orgullo: ellos podían gloriarse de un
origen, que mostraba la heroica decisión de sus madres y aseguraba
la pureza de su raza. En efecto, convencidas de que su padre y ellas
eran los únicos sobrevivientes, y llevadas por el deseo de ser
madres y de perpetuar la raza, las hijas de Lot emplean el único
recurso disponible. Y de hecho, no se avergüenzan del origen de sus
hijos, sino que lo dejan consignado en sus nombres: mediante una
etimología popular, los nombres de Moab y Ben Amí (Amón) se explican
respectivamente como "salido del padre" e "hijo de mi pariente".
Como la legislación israelita condena severamente las relaciones
incestuosas (Lev. 18), este motivo de gloria se convierte en una
burla mordaz contra los dos pueblos enemigos.
22 Dios pone a prueba una vez más la fe de , al exigirle el
sacrificio de su hijo Isaac. El episodio narrado parece haber sido
originariamente el relato de fundación de un santuario israelita.
Según una tradición posterior, Moria es la colina donde fue erigido
el Templo de Jerusalén (2 Crón. 3. 1 ). Además, el texto implica la
condenación de los sacrificios de niños que eran comunes entre los
pueblos vecinos a Israel (Deut. 12. 31), y que incluso los
israelitas practicaron ocasionalmente (2 Rey. 3. 27; 16. 3; 21. 6;
23. 10). Los textos legislativos y proféticos ratifican esta
condena. Ver nota Jc. 11. 30-31.
23 Mediante la adquisición de un sepulcro familiar, obtiene un
título de propiedad y un derecho de ciudadanía en Canaán. Junto con
el nacimiento de Isaac, este es el primer paso hacia el cumplimiento
de la promesa ( 12. 7; 13. 15; 15. 7).
24 2 "Coloca tu mano debajo de mi muslo": este es un gesto
simbólico que confiere mayor solemnidad al juramento. El contacto
con las partes genitales parece implicar la amenaza de esterilidad o
la pérdida de la descendencia, si se quebrantaba el juramento.
25 23 La lucha de los niños en el seno materno explica la
hostilidad de dos pueblos hermanos: los edomitas, descendientes de
Esaú, y los israelitas, descendientes de Jacob. Los edomitas fueron
sometidos por David (2 Sam. 8.13-14) y sólo varios siglos después
pudieron liberarse definitivamente (2 Rey. 8.20-22).
26 Esta es una explicación popular, que asocia el nombre de Jacob a
la palabra hebrea que significa "talón".
30 "Comida rojiza": el texto hebreo encierra un juego de palabras
entre "Adóm", que significa rojo, y Esaú, padre de Edóm.
34 Según la legislación israelita –que en este punto coincide con
otros antiguos códigos orientales– el primogénito tenía derecho a
una doble parte de la herencia paterna (Deut. 21. 15-17).
28 1-3 Según el relato precedente, Jacob huye a Mesopotamia para
librarse de la venganza de Esaú. Este texto "sacerdotal", en cambio,
ignora por completo el episodio anterior, y explica la partida como
la orden que dio Isaac a su hijo de buscar una esposa de su propia
familia. En la queja de Rebeca (27. 46) y en la actitud de Esaú (vs.
6-9) se puede entrever una preocupación característica del período
postexílico: el repudio de los matrimonios con mujeres paganas,
fundado principalmente en motivos religiosos. Ver Esd. 9; Neh. 13.
23-27.
29 25 La esposa iba cubierta con un velo durante toda la ceremonia
nupcial, que concluía cuando ya era de noche: de allí la posibilidad
del engaño.
32 La rivalidad de Lía y Raquel sirve para explicar los nombres de
los hijos de Jacob. El significado de estas etimologías populares es
a veces oscuro.
30 3 "Que dé a luz sobre mis rodillas": este es un expresivo gesto
de adopción. Al recibir sobre sus rodillas al hijo de su esclava, la
esposa estéril lo tomaba como suyo y luego le ponía un nombre (v.
6). Ver nota 16. 2.
14 La "mandrágora" era una planta que según las creencias antiguas
poseía virtudes afrodisíacas y favorecía la fecundidad. El término
hebreo que la designa tiene la misma raíz que la palabra "amor". La
creencia se funda en la forma del tubérculo de esa planta, que
parece un tronco humano.
25-43 De esta manera, el folklore israelita describe el honrado
desquite de Jacob sobre el astuto y codicioso Labán. Jacob exige
como única paga las ovejas negras y las cabras moteadas, porque
estos animales son raros (v. 32). Pero después se vale de un recurso
"mágico" para multiplicarlas, y así acrecentar sus riquezas (vs.
37-43). A través de este relato popular, se manifiesta la acción de
Dios que protege y bendice a Jacob.
31 19 Los "ídolos familiares" eran pequeñas estatuas, a veces con
figura humana, que se usaban para la adivinación. Labán los llama
sus "dioses" (v. 30). Según el uso mesopotámico, estos ídolos
domésticos pasaban al heredero principal, y su posesión era un
título hereditario. De allí el empeño de Labán por recuperarlos.
39 El pastor quedaba libre de toda deuda si presentaba los restos
del animal devorado por las fieras (Éx. 22. 12).
42 "EI Terror de Isaac": este es otro de los nombres con que se
designa a Dios en la historia de los Patriarcas. Ver nota 17. 1.
32 25-33 Este extraño relato explica el origen del nombre "Israel",
cuyo significado real parece ser "que Dios prevalezca", pero que
aquí se pone en relación con la fortaleza de Jacob en su lucha
cuerpo a cuerpo con Dios. El autor "yahvista" ha construido su
relato sobre la base de un antiguo cuento popular y, al aplicarlo al
antepasado de Israel, le da un contenido nuevo: Jacob es puesto a
prueba, pero lucha con Dios hasta arrancarle una bendición (v. 27).
Esa bendición es el cambio de nombre (vs. 28-29) y, gracias a ella,
Dios tendrá que conceder su favor a todos los que en adelante lleven
el nombre de "Israel". Ver nota 17. 5.
34 Esta narración presenta un cuadro muy vivido de las relaciones
entre los primeros israelitas y sus vecinos cananeos. El rapto y la
violación (v. 2), la propuesta de matrimonio y los intentos de
negociación (vs. 6-19), el saqueo de la ciudad y la matanza (vs.
25-29), muestran el carácter inestable de esas relaciones. Los hijos
de Jacob –que el relato describe como pastores seminómadas– se
avenían a veces a un acuerdo para obtener ventajas; otras, en
cambio, hacían incursiones contra los habitantes de la ciudad y se
entregaban al pillaje.
35 1-2 El viaje de Jacob a Betel tiene todas las características de
una peregrinación al lugar donde Dios se le había aparecido (28.
10-22). De allí las purificaciones rituales y el cambio de ropa,
acciones simbólicas mediante las cuales el peregrino se presentaba
renovado delante de Dios.
4 Estos aros se usaban como amuletos en las fiestas religiosas
paganas. Ver Os. 2. 15.
37 5 "José tuvo un sueño": los sueños desempeñan un papel muy
importante en toda la historia de José. Estos sueños no son
revelaciones en las que Dios habla directamente –como en los casos
de Abimélec (20.3), de Jacob (28. 12-15;31. 11-13) y de Labán (31.
24)– sino premoniciones o presagios, y Dios concede a José la
sabiduría necesaria para interpretarlos.
17 "Dotán" era una ciudad situada en la llanura de lzreel, a un día
de camino al norte de Siquém.
25-36 La incongruencia de esta narración se debe a la yuxtaposición
de dos tradiciones diversas: una "elohista" y otra "yahvista". Según
la primera, Rubén consigue que José sea arrojado a una cisterna, y
unos negociantes madianitas pasan sin ser vistos, lo sacan de allí y
lo llevan a Egipto. Según la otra tradición, Judá propone a sus
hermanos que lo vendan a una caravana de ismaelitas que van de paso
hacia Egipto.
38 8-10 "Para cumplir con tus deberes de cuñado": Judá se refiere a
la "ley del levirato", que prescribía el matrimonio con la viuda del
propio hermano, si este moría sin tener hijos. Así se evitaba que el
nombre del difunto desapareciera de su pueblo –ya que los hijos del
segundo matrimonio pertenecían legalmente al hermano fallecido– y
también se impedía que el patrimonio saliera de la familia. Ver
Deut. 25. 5-10.
14 Tamar "se cubrió con un velo", como lo hacían las prostitutas en
Canaán. Su conducta enfrentaba las reglas de la moral vigente y
ponía en peligro su vida. Pero como estaba motivada por un deber de
fidelidad hacia su esposo, terminó mereciendo el elogio de su suegro
(v. 26).
44 5 "La copa con la que consulta los presagios": la adivinación
por medio de líquidos es una práctica bien atestiguada en el Antiguo
Oriente, especialmente en Babilonia. El sonido o los movimientos del
agua al caer en la copa, o la figura que formaban las gotas de
aceite derramadas sobre el agua, eran interpretadas como signos o
presagios. De allí que la importancia del recipiente que llevaban
los hermanos de José, fuera mayor que su valor material.
46 34 "Los egipcios sienten abominación por todos los pastores":
esta aclaración –que fue añadida al relato original– evoca el odio
de los egipcios hacia un grupo de invasores denominados Hicsos,
nombre que significa "pastores".
49 El "testamento de Jacob" incluye un conjunto de oráculos con
características diversas: algunos aluden a hechos pasados (vs. 4,
6); otros son predicciones del futuro; pero en general, describen la
situación de las tribus israelitas ya establecidas en Canaán. La
preeminencia asignada a Judá y las bendiciones concedidas a la casa
de José (Efraím y Manasés), reflejan una época en que esas tribus
desempeñaban un papel destacado en la vida nacional. Esto indica que
el poema, en su forma definitiva, no es anterior al reino de David,
aunque contiene elementos mucho más antiguos. El carácter arcaico
del texto, sumado a su estilo poético, hace que su interpretación
resulte extremadamente difícil.
10 "Hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los
pueblos deben obediencia": esta es la traducción probable de una
frase enigmática, interpretada generalmente en sentido mesiánico.
Judá es la tribu del rey David. La dinastía davídica ejercerá la
realeza -simbolizada en el "cetro" y el "bastón de mando"- hasta que
llegue un rey ideal, que extenderá su dominio sobre los pueblos.
Estos le prestarán obediencia, y entonces habrá una paz y una
abundancia sin precedentes. Según una antigua interpretación judía,
revalorizada por algunos exégetas modernos, el texto debería
traducirse: "hasta que le sea presentado el tributo y los pueblos le
rindan homenaje".
Fuente: Catholic.net