Josué 2 |
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 |
Rahab y los exploradores
1*Josué,
hijo de Nun, envió secretamente desde Sitim dos
espías, diciendo: “Andad, explorad el país y
aJericó.” Partieron y entraron en casa de una ramera
llamada Rahab, donde se hospedaron.2Mas
se dio aviso al rey de Jericó, con estas palabras:
“He aquí que durante la noche han llegado aquí unos
hombres de los hijos de Israel, para explorar la
tierra.” 3Entonces el rey de Jericó mando
decir a Rahab: “Saca fuera a los hombres que han
venido a ti y han entrado en tu casa; porque han
venido a explorar todo el país.” 4Entretanto
la mujer había tomado a los dos hombres para
esconderlos, por lo cual dijo: “Es verdad que
vinieron a mí aquellos hombres, pero yo no sabía de
dónde eran. 5Salieron cuando se iba a
cerrar la puerta, siendo ya oscuro; no sé a dónde se
han dirigido. Corred a prisa en pos de ellos, que de
seguro los alcanzaréis.” 6En realidad
ella los había hecho subir al terrado, y los había
escondido entre los tallos de lino que tenía
dispuestos en el terrado. 7Fueron,
pues,tras ellos aquellos hombres, persiguiéndolos
camino del Jordán, hasta los vados; y luego que los
perseguidores habían salido, se cerraron las
puertas.
El pacto con Rahab
8Aun
no se habían acostado los espías, cuando ella subió
al terrado, donde estaban, 9y dijo a los
hombres: “Yo sé que Yahvé os ha dado este país,
porque el terror de vuestro nombre ha caído sobre
nosotros y todos los habitantes del país tiemblan
ante vosotros. 10Pues hemos oído cómo
Yahvé secó delante de vosotros las aguas del
MarRojo, cuando salisteis de Egipto, y cómo habéis
tratado a los dos reyes de los amorreos,en la otra
parte del Jordán, a Sehón y a Og,a los cuales
entregasteis al anatema. 11*Al
oírlo se nos derritió el corazón y todos han perdido
el ánimo ante vosotros; porque Yahvé, vuestro Dios,
es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra.
12Ahora os ruego que me juréis por Yahvé
que como yo he usado de misericordia con vosotros,
así también vosotros usaréis de misericordia con la
casa de mi padre, y me daréis una señal de
seguridad, 13de que dejaréis la vida a mi
padre, a mi madre,a mis hermanos, y a mis hermanas,
y a todo lo que es suyo, y que libraréis nuestras
vidas de la muerte.” 14Los hombres le
respondieron: “Con nuestra vida salvaremos la
vuestra con tal que no nos denuncies. Y será que
cuando Yahvé nos entregare el país, usaremos contigo
de misericordia y de fidelidad.”15*Tras
lo cual ella los descolgó con una cuerda desde la
ventana, pues estando su casaen el muro de la
ciudad, vivía en el muro.16 “¡Marchaos,
les dijo, a la montaña, no sea que os alcancen los
que fueron en persecución vuestra! Allí escondeos
tres días, hasta que hayan vuelto los perseguidores;
después seguiréis vuestro camino.”
17Los
hombres le dijeron: “Nosotros sin falta cumpliremos
este juramento que nos has tomado. 18*Mira,
cuando entremos en el país, atarás este cordón de
hilo escarlata en la ventana por donde nos
descolgaste; y reunirás contigo dentro de la casa a
tu padre, a tu madre, a tus hermanos, y a toda a
casa de tu padre. 19Si alguno sale fuera
de la puerta de tu casa, su sangre recaerá sobre su
propia cabeza, y nosotros quedaremos sin culpa; pero
si mano alguna toca a los que estén contigo dentro
de la casa, su sangre recaerá sobre nuestra cabeza.
20Pero si nos denuncias, nos veremos
libres de este juramento que nos has tomado.”
21Ella respondió: “Como vosotros decís, así
sea”. Después los despidió, y se fueron. Y ella ató
el cordón de escarlata a la ventana.
Regreso de los exploradores
22Partieron
ellos en dirección de la montaña, donde estuvieron
tres días, hasta el regreso de los que habían ido en
su persecución. Pues los perseguidores los habían
buscado en todo el camino, sin hallarlos. 23Se
volvieron entonces los dos hombres; bajando de la
montaña pasaron
(el río) y
vieron a Josué, hijo de Nun, al cual refirieron todo
lo que les había sucedido.
24Dijeron
a Josué: “Cierto es que Yahvé ha dado en nuestra
mano todo este país, porque todos los moradores del
país tiemblan ya ante nosotros.”
*
1. Las mujeres públicas mantenían posadas
(como se ve en el art. 109 del Código de
Hammurabi), de manera que no es de extrañar
que los exploradores por no tener albergue
en la ciudad se hospedaran en casa de Rahab.
Una posada o casa pública les pareció,
además, apropiada para evitar las sospechas
del rey de Jericó. Como se sigue de los
versículos 9 y ss. Rahab creía y estaba
convencida de que los israelitas eran el
pueblo de Dios.
*
11. Esta admirable profesión de fe en una
mujer pagana y de tan baja condición nos
ayuda a comprender las tremendas palabras de
Jesús contra los príncipes de los sacerdotes
y ancianos del Sanedrín: “Los publícanos y
las rameras os precederán en el Reino de
Dios” (Mateo 21, 31). Los santos Padres ven
en esta mujer una figura de las naciones
paganas que más tarde se convirtieron al
cristianismo (Fillion).
*
15. Véase igual hazaña hecha por San Pablo
(Hechos 9, 25; II Corintios 11, 33) y por
David (I Reyes 19, 12).
Vivía en el muro: Para entender esto, hay que saber que las ciudades
cananeas, no obstante ser muy pequeñas,
tenían anchísimas murallas. Dice al respecto
Mallon: “Del muro cananeo de Jerusalén,
junto al cual pasó más de una vez Abrahán,
se conservan dos trozos, uno de los cuales
está intacto. El muro tiene una anchura que
varía entre seis y ocho metros y está
formado por dos paredes de grandes piedras
rudamente encuadradas. Como las piedras son
muy desiguales, las dos paredes no son
siempre paralelas, ni dan siempre la misma
anchura. El espacio comprendido entre las
dos estaba lleno de tierra y cascajo”.
*
18. El
cordón de hilo escarlata es, en la
interpretación de los santos Padres, figura
de la Sangre de Cristo. San Pablo elogia la
fe de Rahab (Hebreos 11, 31), y Santiago (2,
25) aprecia la obra de caridad que hizo con
los exploradores. No hay duda de que la
ramera renunció a su mala vida y se adhirió
a los israelitas. Por su casamiento con
Salmón, Rahab figura en la genealogía legal
de Cristo (Mateo 1, 5), lo cual no deja de
ser una piedra de escándalo para los
fariseos antiguos y modernos. Es porque no
entienden lo que Jesús dijo en la Sinagoga
de Cafarnaúm; “La carne para nada aprovecha”
(Juan 6, 63). A tal punto desprecia el Señor
esas preocupaciones humanas sobre el honor
de la familia y las virtudes de los
antepasados, que Él, la Santidad misma,
elige entre las mujeres de su ascendencia no
sólo a Rut (Mateo 1, 5) que era moabita (Rut
1, 1-4), es decir, descendiente de los hijos
del incesto (Génesis 19, 37), sino también a
la ramera Rahab (Josué 6, 25; (Mateo 1, 5);
a la incestuosa Tamar (Génesis 38, 11 ss.;
Mateo 1, 3). Aun Sara, la mujer legítima de
Abrahán perteneció un tiempo al Faraón de
Egipto hasta que Dios lo castigó (Génesis
12, 11-19). Por fin debiendo ser de la
semilla de David según la carne (Romanos 1,
3) como debía ser de la de Adán para borrar
el pecado, Jesús elige para sí la rama de la
adúltera Betsabee (II Reyes 11, 22 ss.;
Mateo 1, 6), habiendo podido elegir a
cualquiera de las otras mujeres de David
(cf. II Reyes 3, 2 ss.).
|