2 Reyes 6 |
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 |
Otro milagro de Eliseo
1Dijeron
los discípulos de los profetas a Eliseo: “Mira, el lugar
donde habitamos contigo, es muy estrecho para nosotros.
2Vayamos, pues, a la ribera del Jordán; allí
tomaremos cada uno una viga y haremos para nosotros un
lugar donde habitemos.” Él respondió: “¡Id!” 3Más
uno de ellos dijo: “Haznos el favor de venir con tus
siervos.” “Yo iré”, contestó él. 4Se fue con
ellos, y llegaron al Jordán, donde cortaron maderas.
5*Pero
mientras uno cortaba una viga, se le cayó el hierro en
el agua, por lo cual exclamó: “¡Ay, señor mío! Era
prestado.” 6*Preguntó
el varón de Dios: “¿Dónde ha caído?” Y habiéndosele
indicado el lugar, cortó un palo, y lo arrojó allí; y
salió el hierro flotando. 7Entonces dijo:
“Recógelo”; y él alargó la mano y lo asió.
Eliseo y los sirios
8El
rey de Siria estaba en guerra con Israel; y en un
consejo que celebró con sus siervos, dijo: “En tal y tal
parte estará mi campamento.” 9Entonces el
varón de Dios mandó a decir al rey de Israel: “Guárdate
de pasar por tal lugar; que por allí van a bajar los
sirios.” 10Envió el rey de Israel gentes al
lugar que el varón de Dios le había señalado y respecto
del cual le había prevenido. Y así se resguardó
repetidas veces. 11El corazón del rey de
Siria se inquietó por esa táctica, por lo cual llamó a
sus servidores y les dijo: “¿No queréis manifestarme
quién de nosotros está de parte del Rey de Israel?”
12Respondió uno de sus servidores: “Ninguno, oh
rey, señor mío; sino que Eliseo, el profeta que está en
Israel, manifiesta al rey de Israel las palabras que tú
dices en tu alcoba.” 13Dijo entonces
(el rey): “Id
y ved dónde está, y enviaré a prenderle.” Luego le
dieron esta noticia: “He aquí que está en Dotan.”
14Envió, pues, allí caballos y carros y muchas
tropas, que vinieron de noche y cercaron la ciudad.
15Y cuando el criado del varón de Dios se levantó
muy de mañana y salió, he aquí que tropas tenían cercada
la ciudad con caballos y carros. El criado le dijo:
“¡Ay! señor mío, ¿qué haremos?” 16*Mas
él respondió: “No tengas miedo; pues los que están con
nosotros son más que los que están con ellos.” 17Luego
Eliseo se puso a orar, diciendo: “¡Yahvé, ábrele los
ojos, para que vea!” Y Yahvé abrió los ojos del criado y
vio éste que el monte estaba lleno de caballos y de
carros de fuego en derredor de Eliseo.
18*Después
bajaron (los
sirios) contra Eliseo, el cual oró a Yahvé y dijo:
“Hiere, te ruego, a estos gentiles con ceguera.” En
efecto (Yahvé)
los hirió con ceguera, conforme a la súplica de Eliseo.
19Entonces Eliseo les dijo: “No es éste el
camino, ni es ésta la ciudad. Seguidme, y os llevaré al
hombre que buscáis.” Y los condujo a Samaría. 20Cuando
llegaron a Samaría, dijo Eliseo: “¡Yahvé, abre los ojos
de estos hombres para que vean!”, y Yahvé les abrió los
ojos, de modo que vieron, y he aquí que estaban en medio
de Samaría. 21Al verlos el rey de Israel dijo
a Eliseo: “¿Los mato, padre mío?” 22Pero él
dijo: “No los mates. Mata a quienes has cautivado con tu
arco y con tu espada. Pero a éstos, ponles delante pan y
agua, para que coman y beban, y después se vuelvan a su
señor.” 23Les dio una gran comida; y comieron
y bebieron; luego los despachó, y se fueron a su señor.
Tras lo cual las bandas sirias no volvieron más al país
de Israel.
Hambre en Samaría
24Después
de esto Benhadad, rey de Siria, reunió todo su ejército,
subió y puso sitio a Samaría. 25*Hubo
mucha hambre en Samaría y duró el sitio hasta el extremo
de venderse una cabeza de asno por ochenta siclos de
plata, y la cuarta parte de un cabo de estiércol de
paloma por cinco siclos de plata. 26Fue
entonces que al pasar el rey de Israel sobre la muralla,
una mujer le gritó, diciendo: “¡Sálvame, oh rey, señor
mío!”; 27el cual le respondió: “Si no te
salva Yahvé, ¿cómo puedo salvarte yo? ¿Con los productos
de la era o del lagar?” 28*Y
el rey le preguntó: “¿Qué tienes?” Ella contestó: “Esta
mujer me dijo: «Da tu hijo para que le comamos hoy, y
mañana comeremos al mío.» 29Cocimos, pues, a
mi hijo, y le comimos; mas cuando yo al día siguiente le
dije a ella: «Entrega a tu hijo para que le comamos»,
escondió a su hijo.” 30*Al
oír las palabras de la mujer, rasgó el rey sus vestidos;
y mientras proseguía andando por la muralla, el pueblo
observaba el cilicio que por dentro llevaba sobre su
cuerpo.
31Dijo
entonces: “Esto haga Dios conmigo, y más aún, si la
cabeza de Eliseo, hijo de Safat, queda hoy sobre sus
hombros.” 32Eliseo se hallaba a la sazón
sentado en su casa, y los ancianos estaban sentados con
él, cuando (el rey) envió uno de los hombres que le servían; pero antes que
llegara este enviado a su casa, dijo
(Eliseo) a los
ancianos: “¿Habéis visto cómo ese hijo de homicida manda
a cortarme la cabeza? Mirad: cuando llegue el enviado,
cerrad la puerta y rechazadle en la puerta. ¿No se oye
ya, en pos de él, el ruido de los pies de su señor?”
33*Estaba
todavía hablando con ellos, cuando he aquí que llegó el
emisario a su casa, y dijo: “He aquí que esta calamidad
viene de Yahvé. ¿Qué tengo ya que esperar de Yahvé?”
*
5. Cf. 4, 38 ss. A eso llegaba la pobreza de
estos hombres de Dios; ni siquiera disponían de
un hacha propia. Pero disponían del poder de
Dios para hacer milagros. Cf. el caso de San
Pedro en Hechos 3, 6.
*
6. En este leño que hace flotar el hierro vemos
la eficacia de la Cruz en que Cristo, por su
mérito, levanta al hombre hundido por la culpa
(San Ambrosio).
*
16. “¿Dónde están, exclama San Ambrosio, dónde
están los que dicen que las armas de los hombres
son más poderosas que las oraciones de los
Santos?” (Sermón 86). Dios nos pone aquí de
lleno ante la realidad sobrenatural, para
ejercitar fuertemente nuestra fe. La afirmación
de Eliseo, de tener mucho más ejército que el
rey Benhadad, parece una broma risible,
¡Acabamos de ver que no tenían ni un hacha!
(Versículo 5). Sin embargo, en realidad
invisible, había allí mismo una fuerza inmensa.
¡Oh, si nuestra fe fuese siquiera como un grano
de mostaza! (Lucas 17, 6). “Nuestros ojos no se
fijan en las cosas visibles sino en las
invisibles, porque las cosas visibles no duran
más que un tiempo, y las invisibles son eternas”
(II Corintios 4, 18).
*
18. La ceguera no fue absoluta, sino sólo una
ilusión óptica, de manera que al ver los objetos
no podían conocerlos. Así opina San Agustín.
*
25. El
cabo contenía 2 litros más o menos. El asno
era animal legalmente impuro (Levítico 11, 25),
cuyo consumo demuestra la más extrema necesidad,
como se ve en los versículos 28 ss.
*
28. Para
que le comamos: Véase Levítico 26, 29;
Deuteronomio 28, 53.
*
30. El
cilicio: el áspero saco que usaban los
penitentes y los que estaban de luto.
*
33. En vez de
“emisario”
ha de leerse, según Crampón:
el rey.
(Nova Vulgata:
“apparuit
rex, qui veniebat ad eum”.
Nótese la
blasfemia contra Dios, con la cual el rey
pretende justificar su conducta con Eliseo,
¡Cuántos hay que en vez de humillarse
saludablemente ante las pruebas, acusan de
crueldad al Padre celestial! En el siguiente
capítulo veremos una vez más, cómo el Señor
responde a nuestras ingratitudes con nuevos
favores.
|