Sabiduría 9 |
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Oración de Salomón
1*
“Oh Dios de mis padres, y Señor de misericordia,
que hiciste todas las cosas por medio de tu Palabra,
2y
con tu sabiduría formaste al hombre,
para que fuese señor de las creaturas que Tú hiciste;
3a
fin de que gobernase la redondez de la tierra con
equidad y justicia,
y ejerciese el juicio con rectitud de corazón;
4*dame
aquella sabiduría que asiste a tu trono,
y no quieras excluirme de entre tus hijos;
5ya
que soy siervo tuyo e hijo de tu esclava,
hombre flaco, y de corta edad,
y poco idóneo para entender el juicio y las leyes.
6*Porque
aun cuando alguno de entre los hijos de los hombres
fuese consumado,
si se ausentare de él tu sabiduría, no valdría nada
7Tú
me escogiste por rey de tu pueblo,
y por juez de tus hijos e hijas.
8*Me
mandaste edificar el Templo en tu santo monte,
y un altar en la ciudad de tu morada,
a semejanza de tu santo tabernáculo,
que dispusiste desde el principio.
9Contigo
está tu sabiduría, que conoce tus obras,
la cual se hallaba también entonces cuando creabas al
mundo,
y sabía lo que era acepto a tus ojos,
y qué cosa era conforme a tus decretos.
10*Envíala
de tus santos cielos y del solio de tu grandeza,
para que esté conmigo, y conmigo trabaje,
a fin de que sepa yo lo que te place.
11*Porque
sabe ella todas las cosas, y todo lo entiende;
me guiará con acierto en mis empresas, y me protegerá
con su poder;
12con
lo cual mis obras serán aceptas,
y gobernaré con justicia a tu pueblo,
siendo digno del trono de mi padre.
13*Pues,
¿quién de los hombres podrá saber los consejos de Dios?
¿O quién podrá averiguar qué es lo que Dios quiere?
14Porque
inseguros son los pensamientos de los mortales,
e inciertas nuestras providencias.
15*El
cuerpo corruptible agrava al alma,
y la morada terrestre deprime la mente, ocupada en
muchas cosas.
16*Difícilmente
llegamos a formarnos un concepto de las cosas de la
tierra;
y a duras penas entendemos lo que tenemos delante.
¿Quién podrá, pues, investigar lo que está en el cielo?
17Y
¿quién podrá conocer tu voluntad,
si Tú no le das la sabiduría
y no envías desde lo más alto tu santo Espíritu;
18con
que sean enderezados los caminos de los moradores de la
tierra,
y aprendan los hombres lo que te place?
19*Visto
que por la sabiduría fueron salvados, oh Señor,
cuantos desde el principio te fueron aceptos.”
*
1.
Esta Palabra es Jesús, el Verbo (Logos)
encarnado “por quien fueron hechas todas las
cosas” (Juan 1, 3). El autor de esta oración se
inspira en III Reyes 3, 5 y siguientes, donde el
rey Salomón pide a Dios el don de la sabiduría.
Cf. Génesis 1, 1 y nota.
*
4. La
Sabiduría asiste al trono del Altísimo porque es
igual a Él en esencia. Ahora también con (su
Humanidad Santísima, está Jesús “sentado a la
diestra del Padre”. De entre tus hijos:
véase Juan 15, 15, donde Jesús distingue entre
amigos y siervos según que conozcamos o no los
secretos de la Sabiduría que Él vino a
enseñarnos.
*
6. No
valdría nada, “como un globo desinflado”,
dice un piadoso autor. En efecto, Jesús
enseña que la carne es flaca (Marcos 14, 38) y
para nada sirve (Juan 6, 64). El espíritu es lo
que da la vida, es decir, el gas que llena el
globo para que pueda levantarse. Ese espíritu no
es el nuestro, sino el Espíritu de Dios que Él
nos comunica por medio de su Palabra
Omnipotente, ya que es el Espíritu Santo quien
habla en ella, y Jesús nos dice que sus palabras
son “espíritu y vida” (Juan 6, 63; Vulgata 6,
64). Hay, pues, que renovar ese gas cada día, a
cada instante, porque, en, cuanto lo olvidamos,
el globo se desinfla y vuelve a caer. Tal es el
sentido de lo que Jesús nos dice en Juan 15, 5.
*
8. La
ciudad de tu morada: Jerusalén. Para
construir el Templo asistió a Salomón la
Sabiduría, inspirándole a él y a los artífices.
Véase I Paralipómenos 28, 11, 20. Que
dispusiste desde el principio. El Templo de
Jerusalén tiene su modelo en el Tabernáculo que
Dios ordenó hacer en el desierto (Éxodo 25, 9;
26, 30). Véase Hebreos 8, 2; 9, 11; Apocalipsis
13, 6; 15, 5.
*
10.
Nótese que hay aquí una gran luz. Saber en todo
momento lo que a Dios le agrada es la suma
sabiduría, al mismo tiempo que es la plena
claridad de la conciencia y la felicidad del
corazón. Cuando alguien se empeña en invitarnos
con manjares excesivos o que nos desagradan, no
comprende que, pretendiendo obsequiarnos
neciamente, nos hace sufrir. Así también es muy
fácil que, por no conocer el corazón de Dios tal
como Él se ha revelado, creamos complacerlo con
cosas que no le gustan, v. gr. con oración a
fuerza de palabras (Mateo 6, 7 s.) o de obras
que no son según su Espíritu (véase Isaías 1, 11
y siguientes; 66, 3; I Reyes 15, 22; Proverbios
15, 8; Jeremías 6, 19 s.; Oseas 6, 6; Amós 5, 21
s.; Miqueas 6, 6 y siguientes; I Corintios 3, 12
ss.; 13, 1 y siguientes; Marcos 7, 6 y
siguientes; Mateo 23, 15; Salmo 49, 8 y
siguientes y nota). Podemos comprender bien todo
esto sabiendo que Dios no se nos ha revelado
como un funcionario, que busque el cumplimiento
material de sus ordenanzas, ni menos como una
abstracción metafísica, sino como un Padre que
tiene corazón de tal (recordemos la parábola del
hijo pródigo), por lo cual nuestros obsequios no
pueden agradarle sino en la medida del sincero
amor y la filial confianza que los inspiren.
Véase Eclesiastés 1, 34; Hechos de los Apóstoles
10, 15
y nota.
*
11.
Me guiará: El modelo para esto es Jesús, que
sabía siempre (versículo 9) lo que al
Padre agrada, y lo hacía siempre (Juan 8,
29).
*
13.
Véase Isaías 40, 13; Jeremías 23, 18; Romanos
11, 34; I Corintios 2, 16. ¿Quién podrá?
Notemos que el hombre no llega al conocimiento
perfecto de Dios por investigación propia o
especulación a manera de Teosofía, sino que es
Dios quien ha tomado la iniciativa de darse a
conocer, primero por el Antiguo Testamento y
luego más ampliamente por la Encarnación del
Hijo (Hebreos 1, 1 s.).
*
15.
“Este enlace que tiene con el cuerpo corruptible
el alma, le sirve de gran estorbo para entender
muchas cosas” (San Bernardo). Véase Romanos
7,
24; II Corintios 4, 7; 5, 4; Efesios
4, 22.
*
16.
Véase lo que Jesús dice a Nicodemo en Juan 3, 10
s. “Es una comparación de menor a mayor. Si con
mucha dificultad y a costa de mucha fatiga
apenas llegamos a entender alguna de las cosas
que están acá abajo, ¿cómo podemos llegar a
rastrear, y mucho menos sondear las que están en
el cielo, tan distantes de nosotros?” (Scío).
*
19.
Fueron salvados: “Jesucristo es Redentor por
la palabra y por la sangre.” La segunda parte
del versículo falta en el original griego.
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