Sabiduría 18 |
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Una columna de fuego alumbra a los israelitas
1*Mas
tus santos gozaban de una grandísima luz; oían la voz de
aquéllos pero sin verlos. Y te daban a Ti la gloria de
que no padeciesen las mismas angustias,
2*tributándote
gracias porque no eran maltratados, como antes lo habían
sido; y te pedían la merced de que subsistiese esta
diferencia.
3*Por
lo cual al ir por un camino desconocido tuvieron por
guía una luminosa columna de fuego, y les diste un sol
que no los incomodaba cuando descansaban.
4*Bien
merecían los otros el quedar privados de la luz, y
padecer una cárcel de tinieblas, ya que tenían
encarcelados a tus hijos, por cuyo medio había de ser
dada al mundo la luz inmaculada de la Ley.
La muerte de los primogénitos egipcios
5*Cuando
resolvieron quitar la vida a los infantes de los justos,
y Tú libraste para castigo suyo uno de ellos que había
sido expuesto, les quitaste muchísimos de sus hijos; y a
ellos mismos los ahogaste en las recias aguas.
6*Fue
aquella noche previamente anunciada a nuestros padres,
para que conociendo la verdad de las promesas juradas, a
que habían dado crédito, estuviesen más confiados.
7Y
con esto vio tu pueblo, a un mismo tiempo, la salvación
de los justos, y el exterminio de los malvados.
8*Que
así como castigaste a los enemigos, así llamándonos a
nosotros, nos ensalzaste.
9*Porque
los justos, hijos de los santos, te ofrecían en secreto
el sacrificio, y concordes establecieron esta ley de
justicia, que los justos se ofrecían a recibir
igualmente los bienes como los males, cantando ya los
himnos de los patriarcas.
10Mientras
tanto resonaban los desentonados gritos de los enemigos,
y se oía el llanto de los que se lamentaban por la
muerte de los niños;
11estando
afligidos con la misma pena el esclavo y el amo, y
padeciendo el mismo castigo el hombre plebeyo que el
rey.
12*Todos
igualmente tenían innumerables muertos, que habían
perecido con el mismo género de muerte; ni ya bastaban
los vivos para enterrarlos; pues en un momento fue
extirpada la más noble porción de su prole.
13*Entonces
los que a ninguna cosa creían, por engaño de los
hechiceros, luego que acaeció el exterminio de los
primogénitos, reconocieron que aquel era el pueblo de
Dios.
El ángel exterminador
14Cuando
un tranquilo silencio ocupaba todas las cosas, y la
noche, siguiendo su curso, se hallaba en la mitad del
camino,
15*tu
omnipotente palabra, desde el cielo, desde tu real
solio, cual terrible campeón, se lanzó en medio de la
tierra condenada al exterminio.
16Llevaba
por aguda espada tu irresistible decreto, y a su llegada
lo llenó todo de la muerte, y estando sobre la tierra
alcanzaba hasta el cielo.
17Entonces
visiones de sueños funestos los llenaron de turbación, y
los sobrecogieron imprevistos temores.
18Y
arrojados medio muertos, unos en una parte, otros en
otra, mostraban la causa de su muerte.
19Porque
los mismos fantasmas que los habían turbado, los habían
antes advertido de esto, a fin de que no muriesen sin
saber la causa del mal que padecían.
Aarón aplaca la ira del Señor
20*También
los justos estuvieron un tiempo en peligro de muerte; y
la muchedumbre experimentó calamidades en el desierto;
pero no duró mucho tu enojo.
21*Porque
acudió a toda prisa un varón irreprensible a interceder
por el pueblo. Embrazó el escudo de su ministerio, y
presentando la oración con el incienso de la expiación,
contrastó a la ira, y puso fin al azote, mostrando ser
siervo tuyo.
22Calmó
luego el desorden, y no con las fuerzas del cuerpo, ni
con el poder de las armas, sino con la sola palabra
desarmó al que le afligía, haciendo presentes los
juramentos y alianza hecha con los patriarcas;
23porque
cuando ya caían muertos a montones, unos sobre otros, se
puso él de por medio, y cortó la cólera, y le impidió el
pasar hacia los vivos.
24*Por
cuanto en la vestidura talar que llevaba, estaba
simbolizado todo el mundo; como también los gloriosos
nombres de los patriarcas estaban esculpidos en los
cuatro órdenes de piedras, y grabada en la tiara de su
cabeza tu Majestad.
25A
estas cosas, pues, cedió el exterminador, y las respetó;
pues bastaba ya esta sola muestra de ira.
*
1. Sigue
el contraste de tantos horrores con las
bendiciones prodigadas a los israelitas. Según
el griego eran los egipcios quienes oían las
voces de éstos, y los llamaban felices no
obstante la opresión que habían sufrido en
Egipto (Éxodo 1).
*
2. En
griego son los egipcios quienes agradecen a los
israelitas porque, maltratados por ellos, no se
vengaron; y les piden perdón de haber sido sus
enemigos.
*
3.
Porque la misma luminosa columna que los
guiaba de noche, les servía de día como sombra.
Véase Éxodo 13, 21 s.: 14, .9 s.; 40, 34 s.; Números 9, 15 s. y notas. Un sol que no los
incomodaba cuando descansaban: Bover-Cantera
(según el griego): y sol inofensivo de
pundonorosa emigración. Nácar-Colunga: un
sol inofensivo de gloriosa peregrinación.
*
4. Al
mundo: Grandioso anuncio de que las
revelaciones dadas al pueblo de Israel estaban
destinadas a iluminar al mundo entero. Nótese
que fue hecho antes de Cristo, y confirmado
después de Él (Lucas 2, 32; Romanos 1, 5; II
Corintios 3, 14-16). Véase también Salmo 21, 28;
147, 8 s.; Isaías 2, 2 y siguientes; 61, 11;
Miqueas 4, 1 y siguientes; Tobías 13, 13 y
siguientes; 14, 8 y siguientes.
*
5.
Los justos: los israelitas. Uno de ellos:
Moisés, que fue expuesto en el Nilo (Éxodo
2, 1-11). Les quitaste... recuerda la
muerte de los primogénitos de los egipcios
(Éxodo 11 y siguientes). Los ahogaste (a
los egipcios) cuando persiguieron a los
israelitas (Éxodo 14, 21-31).
*
6. Véase
Génesis 22, 16; 26, 3; Éxodo 13, 5; 32, 13; 33,
1.
*
8. Llamándonos: a hacer alianza con Dios.
Tan sólo por la salida de Egipto se hizo posible
la alianza del Sinaí.
*
9. Evoca el sacrificio del cordero pascual
(Éxodo 12, 1-28). A recibir igualmente:
Admiren los sociólogos esta solidaridad que une
a todos en igual destino (véase Salmo 132, 1 y
nota). ¡Cuánto más deberíamos tenerla los que
somos miembros del mismo Cuerpo de Cristo! (cf.
I Corintios 12, 12 y siguientes). Los himnos:
véase Salmo 112 y II Paralipómenos 30, 21;
35, 15.
*
12. Ni bastaban: Véase Números 33, 4;
porque los egipcios solían embalsamar a los
muertos, procedimiento que exigía mucho tiempo.
*
13. A ninguna cosa creían de cuantas
pruebas dieron Moisés y Aarón (Éxodo 7, 8 y
siguientes). Pueblo de Dios: en griego:
Confesaron que el pueblo de Israel era hijo
de Dios. Así lo llama el mismo Dios en Éxodo
4, 22 y siguientes. Véase Jeremías 31, 9 y 20;
Oseas 11, 1; Mateo 2, 15.
*
15. Tu omnipotente palabra: Expresión del
poder divino. Véase Oseas 6, 5; Salmo 147, 4; I
Paralipómenos 21, 16. El Ángel exterminador
representado como un guerrero, que alcanza hasta
el cielo (versículo 16), en aquella noche dio
muerte a los primogénitos de los egipcios (Éxodo
11, 4 s.). En la Liturgia se aplica la palabra
en sentido acomodaticio a la Encarnación del
Verbo (Introito del Domingo infraoctava de
Navidad). Porque también éste vino como un
guerrero esforzado a quebrantar el poder de
Satanás y unir el cielo con la tierra,
pero no para llenar todo de muerte (versículo
16) y de turbación (versículo 17), sino para
traernos la vida que es Él mismo (Juan 1, 4; I
Juan 4, 9; 5, 12) y la paz que también es Él
mismo (Efesios 2, 14) y que anunciaron los
ángeles en la noche de Navidad (Lucas 2, 14),
tan distinta de aquella terrible noche egipcia.
Esta parece
más
un símbolo de la segunda Venida de
Cristo, cuando “juzgará a las naciones” (Salmo
109, 6), así como llenará de felicidad a sus
amigos (I
Tesalonicenses 4, 16 s.), y a
“los que aman su venida” (II Timoteo 4, 8).
*
20. También los justos: los israelitas.
Aplicándolo a los cristianos podemos decir con
San Crisóstomo; “No son los buques vacíos los
que temen a tos piratas, sino los que están
cargados de oro, de plata y de piedras
preciosas; de la misma manera el demonio no
atormenta fácilmente al pecador, sino más bien
al justo” (Homilía IV in Isaías).
*
21. s. Un varón irreprensible: Aarón que
intercedió por el pueblo pasando por donde las
llamas devoraban al pueblo y apagando la ira del
exterminador (versículo 25) “con la sola
palabra” (versículo 22) de su oración. Véase
Números 16, 47 y siguientes. Aarón, a quien Dios
generosamente llama aquí irreprensible, había
caído antes en la apostasía idolátrica que el
mismo Dios llamó “asquerosa abominación”
(véase Éxodo 32, 2 y siguientes y 25). Entonces
la oración de Moisés le libró de ser destruido
por Dios (Deuteronomio 9, 20). Pero sin duda fue
grande su contrición junto con la del pueblo
(Éxodo 33, 1 y siguientes). El Eclesiástico (45,
7) habla de él y no hace mención de su pecado,
si bien, contrastando con el gran elogio de
Moisés, se refiere más a la dignidad sacerdotal
que a la persona de Aarón.
*
24. El Sumo Sacerdote Aarón llevaba un racional,
en el cual estaban grabados los nombres de los
doce patriarcas (Éxodo 28, 15-21), y en la tiara
una lámina cuya inscripción rezaba: consagrado
al Señor (Éxodo
28, 36;
39, 29). En el racional estaban también los Urim
y Tummim (Éxodo 28, 30), por cuyo medio el Sumo
Sacerdote consultaba al Señor quien había
prometido revelarle así su voluntad en los
asuntos importantes. Era un especialísimo
privilegio divino, que sólo fue ejercido
mientras Israel se mantuvo fiel a Dios
(Schuster-Holzammer). Véase Esdras 2, 63.
Simbolizado todo el mundo: “Aquel
pontifical, dice Fray Luis de León, así en la
forma de él como en las partes de que se
componía, y en todos sus colores y cualidades,
era como una representación de la universidad de
las cosas; y el sumo sacerdote vestido de él era
un mundo universo; y como iba a tratar con Dios
por todos, así los llevaba todos sobre sus
hombros. Pues de la misma manera Cristo, sumo y
verdadero sacerdote, para cuya imagen servía
todo el sumo sacerdocio pasado, cuando subió al
altar de la cruz a sacrificar por nosotros, fue
vestido de nosotros en la forma que dicho es, y
sacrificándose a sí y a nosotros en sí, dio fin
de este modo a nuestra vieja maldad” (Nombres de
Cristo).
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