Hechos de los Apóstoles
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 |
Capítulo 8:
Hechos 8 1 Saulo aprobaba su muerte. Aquel día
se desató una gran persecución contra la Iglesia de
Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se
dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.
2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron
gran duelo por él.
3 Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba
por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y
mujeres, y los metía en la cárcel.
4 Los que se habían dispersado iban por todas partes
anunciando la Buena Nueva de la Palabra.
5 Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les predicaba a
Cristo.
6 La gente escuchaba con atención y con un mismo
espíritu lo que decía Felipe, porque le oían y veían las
señales que realizaba; 7 pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos
dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos
quedaron curados.
8 Y hubo una gran alegría en aquella ciudad.
9 En la ciudad había ya de tiempo atrás un hombre
llamado Simón que practicaba la magia y tenía atónito al
pueblo de Samaria y decía que él era algo grande.
10 Y todos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban
atención y decían: "Este es la Potencia de Dios llamada
la Grande."
11 Le prestaban atención porque les había tenido
atónitos por mucho tiempo con sus artes mágicas.
12 Pero cuando creyeron a Felipe que anunciaba la Buena
Nueva del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo,
empezaron a bautizarse hombres y mujeres.
13 Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado, no
se apartaba de Felipe; y estaba atónito al ver las
señales y grandes milagros que se realizaban.
14 Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén
de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les
enviaron a Pedro y a Juan.
15 Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran
el Espíritu Santo; 16 pues todavía no había descendido sobre ninguno de
ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre
del Señor Jesús.
17 Entonces les imponían las manos y recibían el
Espíritu Santo.
18 Al ver Simón que mediante la imposición de las manos
de los apóstoles se daba el Espíritu, les ofreció dinero
diciendo:
19 "Dadme a mí también este poder para que reciba el
Espíritu Santo aquel a quien yo imponga las manos."
20 Pedro le contestó: "Vaya tu dinero a la perdición y
tú con él; pues has pensado que el don de Dios se compra
con dinero.
21 En este asunto no tienes tú parte ni herencia, pues
tu corazón no es recto delante de Dios.
22 Arrepiéntete, pues, de esa tu maldad y ruega al
Señor, a ver si se te perdona ese pensamiento de tu
corazón; 23 porque veo que tú estás en hiel de amargura y en
ataduras de iniquidad."
24 Simón respondió: "Rogad vosotros al Señor por mí,
para que no venga sobre mí ninguna de esas cosas que
habéis dicho."
25 Ellos, después de haber dado testimonio y haber
predicado la Palabra del Señor, se volvieron a Jerusalén
evangelizando muchos pueblos samaritanos.
26 El Ángel del Señor habló a Felipe diciendo:
"Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que
baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto."
27 Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco,
alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que
estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a
adorar en Jerusalén, 28 regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta
Isaías.
29 El Espíritu dijo a Felipe: "Acércate y ponte junto a
ese carro."
30 Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta
Isaías; y le dijo: "¿Entiendes lo que vas leyendo?"
31 El contestó: "¿Cómo lo puedo entender si nadie me
hace de guía?" Y rogó a Felipe que subiese y se sentase
con él.
32 El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste:
"Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero,
mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la
boca.
33 En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién
podrá contar su descendencia? Porque su vida fue
arrancada de la tierra."
34 El eunuco preguntó a Felipe: "Te ruego me digas de
quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?"
35 Felipe entonces, partiendo de este texto de la
Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús.
36 Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había
agua. El eunuco dijo: "Aquí hay agua; ¿qué impide que yo
sea bautizado?"
37 Felipe dijo: Si crees de todo
corazón, es posible. Creo, afirmó, que Jesucristo es el
Hijo de Dios.
38 Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua,
Felipe y el eunuco; y lo bautizó, 39 y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor
arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco, que
siguió gozoso su camino.
40 Felipe se encontró en Azoto y recorría evangelizando
todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.
Fuente: Catholic.net