Hechos de los Apóstoles
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 |
Capítulo 16:
Hechos 16 1 Llegó también a Derbe y Listra.
Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una
mujer judía creyente y de padre griego.
2 Los hermanos de Listra e Iconio daban de él un buen
testimonio.
3 Pablo quiso que se viniera con él. Le tomó y le
circuncidó a causa de los judíos que había por aquellos
lugares, pues todos sabían que su padre era griego.
4 Conforme iban pasando por las ciudades, les iban
entregando, para que las observasen, las decisiones
tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén.
5 Las Iglesias, pues, se afianzaban en la fe y crecían
en número de día en día.
6 Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el
Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en
Asia.
7 Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a
Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús.
8 Atravesaron, pues, Misia y bajaron a Tróada.
9 Por la noche Pablo tuvo una visión: Un macedonio
estaba de pie suplicándole: "Pasa a Macedonia y
ayúdanos."
10 En cuanto tuvo la visión, inmediatamente intentamos
pasar a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había
llamado para evangelizarles.
11 Nos embarcamos en Tróada y fuimos derechos a
Samotracia, y al día siguiente a Neápolis; 12 de allí pasamos a Filipos, que es una de las
principales ciudades de la demarcación de Macedonia, y
colonia. En esta ciudad nos detuvimos algunos días.
13 El sábado salimos fuera de la puerta, a la orilla de
un río, donde suponíamos que habría un sitio para orar.
Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que
habían concurrido.
14 Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura,
natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios,
nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se
adhiriese a las palabras de Pablo.
15 Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo,
suplicó: "Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y
quedaos en mi casa." Y nos obligó a ir.
16 Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos
vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un
espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía
mucho dinero a sus amos.
17 Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: "Estos
hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian
un camino de salvación."
18 Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado
Pablo, se volvió y dijo al espíritu: "En nombre de
Jesucristo te mando que salgas de ella." Y en el mismo
instante salió.
19 Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de
ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron
hasta el ágora, ante los magistrados; 20 los presentaron a los pretores y dijeron: "Estos
hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos 21 y predican unas costumbres que nosotros, por ser
romanos, no podemos aceptar ni practicar."
22 La gente se amotinó contra ellos; los pretores les
hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con
varas.
23 Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a
la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con
todo cuidado.
24 Este, al recibir tal orden, los metió en el calabozo
interior y sujetó sus pies en el cepo.
25 Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración
cantando himnos a Dios; los presos les escuchaban.
26 De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los
mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento
quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las
cadenas de todos.
27 Despertó el carcelero y al ver las puertas de la
cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse,
creyendo que los presos habían huido.
28 Pero Pablo le gritó: "No te hagas ningún mal, que
estamos todos aquí."
29 El carcelero pidió luz, entró de un salto y
tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas,
30 los sacó fuera y les dijo: "Señores, ¿qué tengo que
hacer para salvarme?"
31 Le respondieron: "Ten fe en el Señor Jesús y te
salvarás tú y tu casa."
32 Y le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos
los de su casa.
33 En aquella misma hora de la noche el carcelero los
tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente
recibió el bautismo él y todos los suyos.
34 Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la
mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en
Dios.
35 Llegado el día, los pretores enviaron a los lictores
a decir al carcelero: "Pon en libertad a esos hombres."
36 El carcelero transmitió estas palabras a Pablo: "Los
pretores han enviado a decir que os suelte. Ahora, pues,
salid y marchad."
37 Pero Pablo les contestó: "Después de habernos azotado
públicamente sin habernos juzgado, a pesar de ser
nosotros ciudadanos romanos, nos echaron a la cárcel; ¿y
ahora quieren mandarnos de aquí a escondidas? Eso no;
que vengan ellos a sacarnos."
38 Los lictores transmitieron estas palabras a los
pretores. Les entró miedo al oír que eran romanos.
39 Vinieron y les rogaron que saliesen de la ciudad.
40 Al salir de la cárcel se fueron a casa de Lidia,
volvieron a ver a los hermanos, los animaron y se
marcharon.
.
Fuente: Catholic.net