El Apocalipsis
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 |
Capítulo 3:
Apocalipsis 3
1 Al Ángel de la Iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene
los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tu
conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto.
2 Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir.
Pues no he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios.
3 Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra:
guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como
ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.
4 Tienes no obstante en Sardes unos pocos que no han manchado sus
vestidos. Ellos andarán conmigo vestidos de blanco; porque lo
merecen.
5 El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré
su nombre del libro de la vida, sino que me declararé por él delante
de mi Padre y de sus Ángeles.
6 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
7 Al Ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo,
el Veraz, el que tiene la llave de David: si él abre, nadie
puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir.
8 Conozco tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que
nadie puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado
mi Palabra y no has renegado de mi nombre.
9 Mira que te voy a entregar algunos de la Sinagoga de Satanás, de
los que se proclaman judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré
que vayan a postrarse delante de tus pies, para que
sepan que yo te he amado.
10 Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también yo
te guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo
entero para probar a los habitantes de la tierra.
11 Vengo pronto; mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te
arrebate tu corona.
12 Al vencedor le pondré de columna en el Santuario de mi Dios, y no
saldrá fuera ya más; y grabaré en él el nombre de mi Dios, y el
nombre de la Ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que baja del
cielo enviada por mi Dios, y mi nombre nuevo.
13 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
14 Al Ángel de la Iglesia de Laodicea escribe: Así habla el Amén, el
Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios.
15 Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras
frío o caliente!
16 Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a
vomitarte de mi boca.
17 Tú dices: "Soy rico; me he enriquecido; nada me falta". Y no te
das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre,
ciego y desnudo.
18 Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te
enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al
descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te
des en los ojos y recobres la vista.
19 Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues,
ferviente y arrepiéntete.
20 Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me
abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
21 Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo
también vencí y me senté con mi Padre en su trono.
22 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
Fuente: Catholic.net