Segundo Libro de los Macabeos
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 09 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 |
Capítulo 6: 2 Macabeos 6
La helenización del país y la persecución religiosa
6 1 Poco tiempo después, el rey envió a un consejero ateniense para
que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y
a no vivir conforme a las leyes de Dios; 2 a profanar el Templo de
Jerusalén, dedicándolo a Júpiter Olímpico, y a dedicar el del monte
Garizím a Júpiter Hospitalario, conforme a la idiosincrasia de los
habitantes de aquel lugar.
3 Este recrudecimiento del mal se hacía penoso e insoportable para
todos.
4 El Templo se llenó del desenfreno y las orgías de los paganos, que
se divertían con prostitutas y tenían relaciones con mujeres en los
atrios sagrados, e incluso, introducían allí objetos prohibidos.
5 El altar estaba repleto de ofrendas ilegítimas, proscritas por la
Ley.
6 No se podía observar el sábado, ni celebrar las fiestas de
nuestros padres, y ni siquiera declararse judío.
7 Por el contrario, todos se veían penosamente forzados a participar
del banquete ritual con que se conmemoraba cada mes el nacimiento
del rey; y cuando llegaban las fiestas dionisíacas, se los obligaba
a seguir el cortejo de Dionisos, coronados de guirnaldas.
8 Por instigación de Tolomeo, se publicó un decreto dirigido a las
ciudades griegas de los alrededores, obligándolas a que procedieran
de la misma manera contra los judíos y los hicieran participar en
los banquetes rituales.
9 Además, se ordenaba degollar a los que rehusaran adoptar las
costumbres griegas. Todo esto hacía rever la inminente calamidad.
10 Dos mujeres fueron delatadas por haber circuncidado a sus hijos,
y después de hacerlas pasear públicamente por la ciudad con sus
niños colgados del pecho, las precipitaron desde lo alto de la
muralla.
11 Otros, que se habían reunido en las cavernas cercanas para
celebrar ocultamente el día sábado, fueron denunciados a Filipo y
quemados todos juntos, ya que no se habían atrevido a defenderse por
respeto a la santidad de aquel día.
Reflexión sobre el sentido de las persecuciones
12 Ruego a los lectores de este libro que no se dejen impresionar
por estas calamidades. Piensen más bien que estos castigos no han
sucedido para la ruina, sino para la educación de nuestro pueblo.
13 Porque es una señal de gran benevolencia no tolerar por mucho
tiempo a los impíos, sino infligirles rápidamente un castigo.
14 Antes de castigar a las otras naciones, el Soberano espera
pacientemente que colmen la medida de sus pecados; pero con nosotros
ha decidido obrar de otra manera, 15 para no tener que castigarnos
más tarde, cuando nuestros pecados hayan llegado al colmo.
16 Por eso nunca retira de nosotros su misericordia, y aunque
corrige a su pueblo por medio de la adversidad, no lo abandona.
17 Que esto sirva solamente para recordar ciertas verdades. Y
después de estas consideraciones, prosigamos la narración.
El martirio de Eleazar
18 Eleazar, uno de los principales maestros de la Ley, de edad muy
avanzada y de noble aspecto, fue forzado a abrir la boca para comer
carne de cerdo.
19 Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, marchó
voluntariamente al suplicio, 20 después de haber escupido la carne,
como deben hacerlo los que tienen el valor de rechazar lo que no
está permitido comer, ni siquiera por amor a la vida.
21 Los que presidían este banquete ritual contrario a la Ley, como
lo conocían desde hacía mucho tiempo, lo llevaron aparte y le
rogaron que hiciera traer carne preparada expresamente para él y que
le estuviera permitido comer. Asimismo le dijeron que fingiera comer
la carne del sacrificio, conforme a la orden del rey.
22 Obrando de esa manera, se libraría de la muerte y sería tratado
humanitariamente por su antigua amistad con ellos.
23 Pero él, tomando una noble resolución, digna de su edad, del
prestigio de su vejez, de sus venerables canas, de la vida ejemplar
que había llevado desde su infancia y, sobre todo, de la santa
legislación establecida por Dios, se mostró consecuente consigo
mismo, pidiendo que lo enviaran de inmediato a la morada de los
muertos.
24 "A nuestra edad, decía, no está bien fingir. De lo contrario,
muchos jóvenes creeránque Eleazar, a los noventa años, se ha pasado
a las costumbres paganas.
25 Entonces también ellos, a causa de mi simulación y de mi apego a
lo poco que me resta de vida, se desviarán por culpa mía, y yo
atraeré sobre mi vejez la infamia y el deshonor.
26 Porque, aunque ahora me librara del castigo de los hombres, no
podría escapar, ni vivo ni muerto, de las manos del Todopoderoso.
27 Por eso, me mostraré digno de mi vejez entregando mi vida
valientemente.
28 Así dejaré a los jóvenes un noble ejemplo, al morir con
entusiasmo y generosidad por las venerables y santas leyes".
Dicho esto, se encaminó resueltamente al suplicio.
29 Al oír estas palabras, que consideraban una verdadera locura, los
que lo conducían cambiaron en crueldad la benevolencia que antes le
habían demostrado.
30 Pero él, a punto ya de morir bajo los golpes, dijo entre gemidos:
"El Señor, que posee el santo conocimiento, sabe muy bien que,
pudiendo librarme de la muerte, soporto crueles dolores en mi cuerpo
azotado; pero mi alma los padece gustosamente por temor a él".
31 De este modo, Eleazar deja al morir, no sólo a los jóvenes, sino
a la nación entera, su propia muerte como ejemplo de generosidad y
como recuerdo de virtud.
Fuente: Catholic.net