Iglesia Remanente

Baruc 1



1 2 3 4 5 6


1Estas son las palabras del libro que escribió Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Sedeí, hijo de Helcías, en Babilonia. 2*el año quinto, el día siete del mes, en el tiempo que los caldeos se apoderaron de Jerusalén y la incendiaron.

Baruc y los desterrados

3*Y leyó Baruc las palabras de este libro en presencia de Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, y delante de todo el pueblo que había venido a oír la lectura del libro, 4y delante de los magnates e hijos de los reyes, y delante de los ancianos, y delante del pueblo desde el más pequeño hasta el más grande de todos cuantos habitaban en Babilonia, junto al río Sodí; 5*los cuales oyéndolo lloraban y ayunaban, y oraban ante el Señor. 6Hicieron una colecta de dinero, según la posibilidad de cada uno; 7y lo remitieron a Jerusalén, a Joakim, hijo de Helcías, hijo de Salom, sacerdote, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo que se hallaba con él en Jerusalén. 8Baruc recobró también los vasos de la Casa del Señor, los robados del Templo, para volverlos al país de Judá, el día diez del mes de Siván: los vasos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá. 9Pero Nabucodonosor, rey de Babilonia, había deportado de Jerusalén a Jeconías, a los príncipes, a todos los magnates y al pueblo del país llevándolos cautivos a Babilonia.

Carta de los desterrados a los judíos de Jerusalén

10*Y dijeron: “He aquí que os enviamos dinero; comprad con él holocaustos y sacrificios expiatorios e incienso, y haced ofrendas, y ofrecedlo todo sobre el altar del Señor, Dios nuestro. 11*Y rogad por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de Baltasar su hijo, a fin de que los días de ellos sobre la tierra sean como los del cielo, 12y el Señor nos conceda fortaleza, y nos haga ver la luz, para que vivamos bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la sombra de su hijo Baltasar, y les sirvamos a ellos por largo tiempo y seamos gratos a sus ojos. 13Rogad también por nosotros mismos al Señor, Dios nuestro; porque hemos pecado contra el Señor, Dios nuestro, y no se ha apartado su ira de sobre nosotros hasta el día presente. 14Y leed este libro que os enviamos, dándole lectura en el Templo del Señor, en un día de fiesta o en un día oportuno.”

Confesión de los pecados

15*Así diréis: “Del Señor, Dios nuestro, es la justicia, mas de nosotros, la confusión de nuestros rostros, como está sucediendo en este día a todo Judá y a los moradores de Jerusalén, 16a nuestros reyes y nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes y nuestros profetas, y a nuestros padres. 17Hemos pecado en presencia del Señor, Dios nuestro y no le creímos, desconfiando de Él. 18No le estuvimos sumisos, ni quisimos escuchar la voz del Señor, Dios nuestro, para proceder conforme a los mandamientos que Él nos había dado. 19Desde aquel día en que el Señor sacó de la tierra de Egipto a nuestros padres hasta el día de hoy, hemos sido rebeldes al Señor, Dios nuestro, y nos apartamos lejos para no oír su voz. 20*Por lo cual se pegaron a nosotros muchos desastres, y las maldiciones —intimadas por el Señor a su siervo Moisés el día en que sacó de la tierra de Egipto a nuestros padres para darnos una tierra que mana leche y miel—, como aparece en este día. 21No quisimos escuchar la voz del Señor, Dios nuestro, conforme a todo lo que decían los profetas que Él envió a nosotros; 22y cada uno de nosotros nos fuimos tras las inclinaciones de nuestro perverso corazón, para servir a dioses ajenos, obrando el mal delante de los ojos del Señor, Dios nuestro.



* 2. El año quinto de la destrucción de Jerusalén corresponde al año 582 antes de Cristo.

* 3. El rey Jeconías (Joaquín) fue llevado a Babilonia en 597, diez años antes de la caída de Jerusalén. Véase IV Reyes 24, 8 ss. Cf. nota introductoria.

* 5. Lloraban, etc. Nótese el fruto espiritual de la Palabra de Dios leída en público. Véase Jeremías 36, 5 ss. y nota. Cf. el decreto del Concilio Tridentino sobre la enseñanza y predicación de la Sagrada Escritura (Sesión V del 17 de junio de 1546), y el canon 400 del Código Canónico sobre la explicación de la Sagrada Escritura en las Catedrales.

* 10. Sobre el altar del Señor, es decir, en el lugar donde antes estaba el altar de los holocaustos y donde seguían ofreciendo sacrificios, como se ve en Jeremías 41, 5 y Esdras 2, 68.

* 11. ¡Qué ejemplo tan heroico de amor a los enemigos! Ruega por los reyes perseguidores y es súbdito leal de ellos. Del mismo modo reconoce San Pablo la autoridad de Nerón (Romanos 13, 1 ss.) y manda rogar especialmente por las autoridades “porque esto es bueno y agradable a Dios” (I Timoteo 2, 1-3). Cf. 2, 21. Baltasar, su hijo: quiere decir, su sucesor mediato.

* 15. Esta oración de Baruc tiene mucha semejanza con la de Daniel (Daniel 9, 7 ss.). Del Señor es la justicia: Cf. 2, 6. La destrucción de Jerusalén y el cautiverio fueron la consecuencia de sus pecados propios (v. 17) y de las prevaricaciones de sus padres (v. 19). No olvidemos el “Mea culpa” en tiempos de calamidad general. Véase la nota sobre la contrición colectiva en Lamentaciones 3, 42.

* 20. Véase Levítico 26, 14 ss.; Deuteronomio 28, 15; Lamentaciones 2, 17.