APOCALIPSIS 7 |
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15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 |
Los escogidos son marcados.
1
Después de esto vi cuatro ángeles que
estaban de pie en los cuatro ángulos de la tierra y detenían
los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento
sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre árbol alguno.
2
Y vi a otro
ángel que subía del Oriente y tenía el sello del Dios vivo,
y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes había
sido dado hacer daño a la tierra y al mar*;
3
y dijo: “No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a
los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de
nuestro Dios en sus frentes”.
4
Y oí el número
de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil
sellados de todas las tribus de los hijos de Israel*;
5 de la tribu de Judá doce mil
sellados, de la tribu de Rubén doce mil, de la tribu de Gad
doce mil*,
6
de la tribu de Aser doce mil, de la tribu de Neftalí
doce mil, de la tribu de Manasés doce mil*,
7
de la tribu de
Simeón doce mil, de la tribu de Leví doce mil, de la tribu
de Isacar doce mil,
8 de la tribu de Zabulón doce mil,
de la tribu de José doce mil, de la tribu de Benjamín doce
mil sellados*.
Los redimidos adoran a Dios y
al Cordero.
9
Después de esto miré, y había una gran muchedumbre
que nadie podía contar, de entre todas las naciones, tribus,
pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante
el Cordero, vestidos de túnicas blancas, con palmas en sus
manos*;
10 y clamaban a gran voz diciendo:
“La salud es de nuestro Dios que está sentado en el trono, y
del Cordero”.
11 Y todos los ángeles que estaban de
pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro
vivientes cayeron sobre sus rostros ante el trono y adoraron
a Dios,
12
diciendo: “Amén, la alabanza, la gloria, la
sabiduría, la gratitud, el honor, el poder y la fuerza a
nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”.
13
Y uno de los
ancianos, tomando la palabra, me preguntó: “Estos que están
vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han
venido?”
14
Y yo le dije: “Señor mío, tú lo sabes”. Y él me
contestó: “Estos son los que vienen de la gran tribulación,
y lavaron sus vestidos, y los blanquearon en la sangre del
Cordero*.
15
Por eso están
delante del trono de Dios, y le adoran día y noche en su
templo; y el que está sentado en el trono fijará su morada
con ellos.
16
Ya no tendrán hambre ni sed; nunca más los herirá el
sol ni ardor alguno*;
17 porque el Cordero, que está en
medio, frente al trono, será su pastor, y los guiará a las
fuentes de las aguas de la vida; y Dios les enjugará toda
lágrima de sus ojos”.
2 ss. Este
sello
recuerda la orden de
Dios dada en Ez. 9, 4. Cf. también 9, 4; 14, 1; 22,
4; Ex. 12, 23; Is. 44, 7. Las cifras 12.000 y
144.000 pueden ser simbólicas, para significar una
gran muchedumbre, si bien no podemos asegurarlo,
pues, como dice S. Crisóstomo, “cuando la Escritura
alegoriza, nos advierte ella misma que alegoriza”.
Cf. 21, 16 y nota. No concuerdan los exegetas
en la explicación de este pasaje, aunque todos
reconocen que el sello es la señal de elección y
salvación. La diferencia consiste en puntualizar
cuáles sean los salvados y explicar el carácter de
su salvación contra las calamidades de la tierra y
del mar (cf. 12, 14 ss.). Orígenes cree que se
refiere a todos los cristianos, en tanto que otros
ven aquí solamente los salvados del judaísmo, los
que con la predicación de Elías se convertirán a la
fe (Scío, Nácar-Colunga, etc. Véase v. 8; cf. 6, 9
s. y notas; 12, 1 ss.). Tampoco hay unanimidad sobre
si los 144.000 de este capítulo son los mismos que
los del cap. 14, 3. En general se cree que no, pues
de aquéllos no se dice que sean de Israel y además
aparecen sobre el monte Sión, como quitados de la
tierra, en tanto que aquí vemos una escena
terrestre. Cf. Hb. 12, 22 ss.
4. Aparecen aquí,
primera y última, respectivamente, como abrazando a
las demás tribus,
las de Judá y Benjamín, que antes formaban juntas el
Reino meridional de Judá y que en la visión de
Ezequiel ocupan la parte central de la Tierra Santa
abrazando entre ambas la porción del príncipe (cf.
Ez. 48, 22).
5. La tribu de Judá
es la
primera nombrada por ser la del Mesías.
6.
Manasés
ocupa aquí el sexto
lugar que correspondería a la tribu de Dan. Se trata
quizá de un error de copia, pues el v. 4 se refiere
a todas las tribus de los hijos de Jacob, y sabemos
que Manasés no era hijo sino nieto, y no tendría por
qué aparecer aquí, pues ya figura su padre José, ni
se explicaría en todo caso su mención sin la de su
hermano Efraín. No tiene fundamento serio la antigua
creencia de que esta ausencia de la tribu de Dan
respondía a que de ella hubiese de salir el
Anticristo, pues se apoyaban en textos como Gn. 49,
17 y Jr. 8, 16 que nada tienen que ver al respecto.
8. “Todos ellos, dice
Jünemann, son israelitas convertidos al fin del
mundo y sellados con el martirio y víctimas del
Anticristo”. Integrarían
así el número de los mártires de 6, 11 y de allí que
su elección aquí siga inmediatamente al clamor de
aquéllos (6, 9), pues se hace antes de los grandes
cataclismos (v. 3; cf. 6, 12 ss. y nota). Según
esto, a “las reliquias de Israel” o grupo fiel de
los hebreos que formaron la Iglesia en sus comienzos
(Rm. 11, 5) correspondería también este otro grupo
fiel de los últimos tiempos, convertido aquí “por
pura gracia” (Rm. 11, 6), quizás antes de la
predicación de los dos testigos (cap. 11) y en todo
caso antes de la conversión total de Israel (Rm. 11,
25 ss.).
9. Si los vv. 4-8 se
refieren exclusivamente a los salvados del pueblo
judío, aquí se alude en cambio a innumerables
cristianos que vienen “de todas las naciones”, o sea
de la gentilidad, por lo
cual los intérpretes refieren a los cristianos todo
este capítulo. La Liturgia aplica los vv. 9-12 como
Epístola en la Misa de Todos los Santos. Según
Tertuliano se trataría de los salvados en tiempos
del Anticristo (cf. 12, 6 y 14 y nota a los vv. 2
ss.). Las
túnicas blancas y palmas y lo dicho en el v. 19
sobre la
tribulación los vincula con los sacrificados de
6, 11, por donde parecería que aquí se ha completado
el número que allí se anuncia. No puede negarse, sin
embargo, la concordancia del v. 17 con 21, 4, ni la
del v. 15 con 21, 3 y 22, 3 que parecen tener un
alcance más general.
14. Cf. 6, 12 ss. y
nota. Sobre esta
tribulación,
véase las
palabras de Jesús en su discurso escatológico (Mt.
24, 31). Cf. Dn. 12, 1 y notas.
16 s. Véase 21, 4; Sal. 22, 2;
Is. 25, 8; 49, 10; Jr. 2, 13; Ez. 34, 11 ss.
“Jesucristo será su
pastor que los llenará de bienes, los apartará de
todo mal y los conducirá a la misma fuente de la
vida que es la visión pura de Dios” (Scío).
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