Josué
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 |
Capítulo 8: Josué 8
La campaña contra Ai
8 1 El Señor dijo a Josué: "¡No temas ni te acobardes! Reúne a todos
los combatientes y prepárate para subir contra Ai. Yo te entrego al
rey de Ai, a su pueblo, su ciudad y su territorio.
2 Trátalos como trataste a Jericó y a su rey. Sin embargo, ustedes
podrán retener como botín los despojos y el ganado. Además, tiende
una emboscada detrás de la ciudad".
3 Josué se preparó con todos los combatientes, para subir contra Ai.
Eligió treinta mil guerreros valerosos y los hizo salir de noche,
4
dándoles esta orden: "¡Presten atención! Ustedes estarán emboscados
detrás de la ciudad. No se alejen demasiado de ella y manténganse
alerta.
5 Yo y toda la gente que irá conmigo nos acercaremos a la ciudad, y
cuando ellos salgan contra nosotros, como lo hicieron la primera
vez, nosotros huiremos.
6 Ellos nos seguirán, porque pensarán que huimos como la vez
anterior, y así los apartaremos de la ciudad. Nosotros huiremos
delante de ellos.
7 Entonces ustedes saldrán del lugar donde estaban emboscados y
ocuparán la ciudad. El Señor, nuestro Dios, la pondrá en sus manos.
8 Y apenas la tomen, la incendiarán. Ustedes actuarán conforme a la
palabra del Señor, y tengan en cuenta que les he dado una orden".
9 Josué los envió, y ellos fueron a apostarse en el lugar de la
emboscada, entre Betel y Ai, al oeste de Ai. Josué, por su parte,
pasó aquella noche en medio de la tropa.
10 A la madrugada del día siguiente, revistó a la tropa y subió
contra Ai, al frente del pueblo, junto con los ancianos de Israel.
11 Todos los combatientes que subieron con él avanzaron hasta llegar
frente a la ciudad, y acamparon al norte de Ai. Solamente el valle
separaba a Josué de Ai.
12 Él escogió unos cinco mil hombres para tender una emboscada entre
Betel y Ai, al oeste de Ai.
13 Así el pueblo estableció todo su campamento al norte de la
ciudad, mientras la retaguardia permanecía al oeste. Aquella noche
Josué se dirigió al medio del valle.
La batalla de Ai
14 Al ver esto, el rey de Ai se apresuró a salir con toda su gente
para combatir contra Israel en la bajada, frente a la Arabá, sin
saber que le habían tendido una emboscada detrás de la ciudad.
15 Josué y todo Israel fingieron caer derrotados delante de ellos y
huyeron por el camino del desierto.
16 Entonces se convocó a toda la gente que estaba en la ciudad para
que saliera a perseguirlos, y todos persiguieron a Josué, alejándose
así de la ciudad.
17 No hubo un solo hombre en Ai o en Betel que no saliera en
persecución de Israel. Y cuando lo hicieron, dejaron abiertas las
puertas de la ciudad.
18 Entonces el Señor dijo a Josué: "Apunta hacia Ai con la jabalina
que tienes en la mano, porque yo te entrego la ciudad". Josué apuntó
contra la ciudad con la jabalina que tenía en la mano; 19 y tan
pronto como extendió su brazo, los hombres que estaban emboscados
salieron rápidamente de su escondite, entraron a la carrera en la
ciudad, la tomaron y la incendiaron sin perder un instante.
La victoria de los israelitas
20 Cuando los hombres de Ai volvieron la vista hacia atrás y vieron
la humareda que subía de la ciudad hacia el cielo, ya no pudieron
escapar ni por un lado ni por el otro, porque la gente que huía
hacia el desierto se volvió contra sus perseguidores.
21 En efecto, al ver que los hombres emboscados habían tomado la
ciudad y que el humo subía de ella, Josué y todo Israel volvieron
atrás y acometieron contra los hombres de Ai.
22 Los que habían tendido la emboscada también salieron de la ciudad
para atacarlos, de manera que la gente de Ai quedó atrapada en medio
de los israelitas, que avanzaban unos por un lado y otros por el
otro. Así los derrotaron sin dejar ningún sobreviviente o fugitivo.
23 Al rey de Ai, en cambio, lo capturaron vivo y lo condujeron ante
Josué.
24 Cuando Israel terminó de matar a los habitantes de Ai en campo
abierto, en el desierto donde los habían perseguido, y cuando cayó
hasta el último de ellos bajo los golpes de las espadas, todo Israel
se volvió contra Ai y la pasó al filo de la espada.
25 Los que murieron aquel día, entre hombres y mujeres, fueron doce
mil, o sea, todos los habitantes de Ai.
26 Y Josué no retiró la mano con que sostenía la jabalina hasta que
consagró al exterminio a todos los habitantes de Ai.
27 Israel retuvo como botín solamente el ganado y los despojos de la
ciudad, según la orden que el Señor había dado a Josué.
28 Este, por su parte, puso fuego sobre Ai y la redujo para siempre
a un montón de ruinas, a una devastación, que permanece hasta el día
de hoy.
29 Al rey de Ai lo hizo colgar de un árbol hasta la tarde. Al
ponerse el sol, Josué mandó que descolgaran el cadáver. Lo arrojaron
cerca de la puerta de la ciudad y levantaron sobre él un gran montón
de piedras, que está todavía hoy.
El sacrificio y la lectura de la Ley sobre el monte Ebal
30 Entonces Josué erigió un altar al Señor, el Dios de Israel, en el
monte Ebal, 31 como Moisés, el servidor del Señor, lo había ordenado
a los israelitas y como está escrito en el libro de la Ley de
Moisés. Era un altar de piedras intactas, que no habían sido tocadas
por el hierro. Sobre él ofrecieron holocaustos al Señor e inmolaron
sacrificios de comunión.
32 Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la Ley
que Moisés había escrito en presencia de los israelitas.
33 Todo Israel, sus ancianos, sus escribas y sus jueces –tanto los
forasteros como los nativos– estaban de pie a ambos lados del Arca,
frente a los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del
Señor, una mitad hacia el monte Garizím y la otra mitad hacia el
monte Ebal, según la orden que había dado Moisés, el servidor del
Señor, de bendecir primero al pueblo de Israel.
34 Después de eso, Josué leyó cada una de las palabras de la Ley –la
bendición y la maldición– exactamente como está escrito en el libro
de la Ley.
35 Josué no dejó de leer ni una sola de las palabras que había
ordenado Moisés, y lo hizo en presencia de toda la asamblea de
Israel, incluidas las mujeres, los niños y los extranjeros que
estaban con ellos.
Fuente: Catholic.net