Ezequiel
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Capítulo 1:
Ezequiel 1
introducción
1 1 El año treinta, el día quinto del cuarto mes, mientras me
encontraba en medio de los deportados, a orillas del río Quebar, se
abrió el cielo y tuve visiones divinas.
2 El día cinco del mes –era el año quinto de la deportación del rey
Joaquín– 3 la palabra del Señor llegó a Ezequiel, hijo del sacerdote
Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. Allí la
mano del Señor descendió sobre él.
LA VISIÓN INAUGURAL Y LA VOCACIÓN DEL PROFETA
Mientras comparte la suerte de sus hermanos exiliados en
Babilonia, Ezequiel es llamado a ejercer la actividad profética. La
"gloria" del Señor se le manifiesta de manera imprevista, rodeada de
un escenario deslumbrante y hasta terrorífico. En medio de una nube
resplandeciente, que avanza bajo el impulso de un viento huracanado,
él ve cuatro seres vivientes, de forma semejante a la de esos
animales fantásticos que aparecen en las esculturas del Antiguo
Oriente.
Al lado de ellos, unas extrañas ruedas se desplazan
vertiginosamente. Con las alas desplegadas hacia lo alto, esos seres
vivientes sostienen una especie de plataforma y un trono, y encima
del trono, con aspecto humano, aparece la "gloria" del Señor (1.
28), manifestación visible y luminosa de la santidad y el poder
divinos.
En esta descripción encontramos una acumulación de imágenes y
símbolos que hacen difícil imaginar con precisión el espectáculo
evocado por el profeta. Sin embargo, el sentido de la visión es
claro en su conjunto. La presencia del Señor no está ligada a ningún
lugar del espacio, ni siquiera al Templo de Jerusalén o a la tierra
de Israel. En la pagana Babilonia, él viene a unirse con su Pueblo
desterrado. Los exiliados ya no pueden decir que el Señor está lejos
(Is. 40. 27; 49. 14). La "gloria" del Señor se ha hecho presente en
medio de ellos, se ha acercado a un hombre y lo ha investido de la
misión profética.
Visión del carro divino
4 Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran
nube con un fuego fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de
adentro, de en medio del fuego, salía una claridad como de electro.
5 En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que
por su aspecto parecían hombres.
6 Cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas.
7 Sus piernas eran rectas; sus pies, como pezuñas de ternero, y
resplandecían con el fulgor del bronce bruñido.
8 Por debajo de sus alas, aparecían unas manos de hombre, sobre los
cuatro costados; los cuatro seres tenían rostros y alas. 9 Sus alas
se tocaban una a la otra, y ellos no se volvían cuando avanzaban:
cada uno iba derecho hacia adelante.
10 En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro
de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la
izquierda, y un rostro de águila.
11 Sus alas estaban extendidas hacia lo alto: cada uno tenía dos
alas que se tocaban entre sí y otras dos que les cubrían el cuerpo.
12 Ellos avanzaban de frente: iban adonde los impulsaba el espíritu,
y no se volvían al avanzar.
13 Entre los seres vivientes había un fuego como de brasas
incandescentes, como de antorchas, que se agitaba en medio de ellos;
el fuego resplandecía, y de él salían rayos.
14 Los seres vivientes iban y venían, y parecían relámpagos.
15 Yo miré a los seres vivientes, y vi que en el suelo, al lado de
cada uno de ellos, había una rueda.
16 El aspecto de las ruedas era brillante como el topacio y las
cuatro tenían la misma forma. En cuanto a su estructura, era como si
una rueda estuviera metida dentro de otra.
17 Cuando avanzaban, podían ir en las cuatro direcciones, y no se
volvían al avanzar.
18 Las cuatro ruedas tenían llantas, y yo vi que las llantas estaban
llenas de ojos, en todo su alrededor.
19 Cuando los seres vivientes avanzaban, también avanzaban las
ruedas al lado de ellos, y cuando los seres vivientes se elevaban
por encima del suelo, también se elevaban las ruedas.
20 Ellos iban adonde los impulsaba el espíritu, y las ruedas se
elevaban al mismo tiempo, porque el espíritu de los seres vivientes
estaba en las ruedas.
21 Cuando ellos avanzaban, avanzaban las ruedas, y cuando ellos se
detenían, se detenían las ruedas; y cuando ellos se elevaban por
encima del suelo, las ruedas se elevaban al mismo tiempo, porque el
espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22 Sobre las cabezas de los seres vivientes, había una especie de
plataforma reluciente como el cristal, que infundía temor y se
extendía por encima de sus cabezas.
23 Ellos estaban debajo de la plataforma con las alas erguidas,
tocándose una a la otra, mientras las otras dos les cubrían el
cuerpo.
24 Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el
ruido de aguas torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el
estruendo de una multitud o de un ejército acampado. Al detenerse,
replegaban sus alas.
25 Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre
sus cabezas.
26 Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo
así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa
especie de trono, en lo más alto, una figura con aspecto de hombre.
27 Entonces vi un fulgor como de electro, algo así como un fuego que
lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi algo
así como un fuego y una claridad alrededor de él: 28 como el aspecto
del arco que aparece en las nubes los días de lluvia, así era la
claridad que lo rodeaba. Este era el aspecto, la semejanza de la
gloria del Señor. Al verla, caí con el rostro en tierra y oí una voz
que hablaba.
Fuente: Catholic.net