Segunda Epístola a Timoteo
1 | 2 | 3 | 4 |
Capítulo 1: 2
Timoteo 1
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios para anunciar
la Promesa de vida que está en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, hijo querido. Gracia, misericordia y paz de parte de
Dios Padre y de Cristo Jesús Señor nuestro.
3 Doy gracias a Dios, a quien, como mis antepasados, rindo culto con
una conciencia pura, cuando continuamente, noche y día, me acuerdo
de ti en mis oraciones.
4 Tengo vivos deseos de verte, al acordarme de tus lágrimas, para
llenarme de alegría.
5 Pues evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que
arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que
también ha arraigado en ti.
6 Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en
ti por la imposición de mis manos.
7 Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino
de fortaleza, de caridad y de templanza.
8 No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de
nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta
conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de
Dios, 9 que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por
nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que
nos dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús, 10 y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro
Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho
irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio
11 para cuyo servicio he sido yo constituido heraldo, apóstol y
maestro.
12 Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me
avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy
convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel
Día.
13 Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la
caridad de Cristo Jesús.
14 Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita
en nosotros.
15 Ya sabes tú que todos los de Asia me han abandonado, y entre
ellos Figelo y Hermógenes.
16 Que el Señor conceda misericordia a la familia de Onesíforo, pues
me alivió muchas veces y no se avergonzó de mis cadenas, 17 sino que, en cuanto llegó a Roma, me buscó solícitamente y me
encontró.
18 Concédale el Señor encontrar misericordia ante el Señor aquel
Día. Además, cuántos buenos servicios me prestó en Éfeso, tú lo
sabes mejor.
Fuente: Catholic.net