Daniel 3 |
|
La estatua de oro
1*El
rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta
codos de alto y seis codos de ancho. La erigió en la
llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.
2*Y
mandó el rey Nabucodonosor reunir a los sátrapas,
los gobernadores, los generales, los altos
magistrados, los tesoreros, los consejeros, los
jueces y todos los intendentes de las provincias,
para que asistiesen a la dedicación de la estatua
levantada por el rey Nabucodonosor. 3Se
reunieron los sátrapas, los gobernadores, los
generales, los altos magistrados, los tesoreros, los
consejeros, los jueces y todos los intendentes de
las provincias para asistir a la dedicación de la
estatua levantada por el rey Nabucodonosor; y
estaban en pie delante de la estatua que
Nabucodonosor había erigido. 4Y gritaba
un pregonero en voz alta: “A vosotros, oh pueblos,
naciones y lenguas se os manda 5*que
al tiempo que oyereis el sonido del cuerno, de la
flauta, de la cítara, del sambuco, del salterio, de
la gaita y de toda suerte de instrumentos músicos,
os postréis para adorar la estatua de oro que ha
levantado el rey Nabucodonosor. 6*Quien
no se postrare ni
(la)
adorare, al instante será echado en un horno de
fuego ardiente.” 7Por lo cual, al momento
de oír todos los pueblos el sonido del cuerno, de la
flauta, de la cítara, del sambuco, del salterio, de
la gaita y de toda suerte de instrumentos músicos,
se postraron todos esos pueblos, naciones y lenguas,
y adoraron la estatua de oro que el rey
Nabucodonosor había alzado.
Los tres jóvenes no adoran la estatua
8*En
ese mismo tiempo vinieron algunos caldeos y acusaron
a los judíos. 9Hablaron al rey
Nabucodonosor y dijeron: “¡Vive para siempre, oh
rey! 10Tú, oh rey, has dado un decreto
según el cual todo hombre que oiga el sonido del
cuerno, de la flauta, de la cítara, del sambuco, del
salterio, de la gaita y de toda suerte de
instrumentos músicos, se postre y adore la estatua
de oro; 11y que todo aquel que no se
postrare para adorar, sea arrojado en un horno de
fuego ardiente. 12*Pues
bien, hay algunos judíos, a quienes tú has puesto al
frente de la provincia de Babilonia: Sidrac, Misac y
Abdénago, los cuales no te tienen respeto, oh rey;
no sirven a tus dioses, ni adoran la estatua de oro
por ti erigida.”
13Entonces
Nabucodonosor se llenó de rabia y furor, y mandó
traer a Sidrac, Misac y Abdénago, los cuales fueron
conducidos a la presencia del rey. 14Nabucodonosor
tomó la palabra y les dijo: “¿Es de propósito, oh
Sidrac, Misac y Abdénago que no servís a mis dioses,
ni adoráis la estatua de oro que yo he alzado?
15Ahora, pues, estad dispuestos: Al momento
que oigáis el sonido del cuerno, de la flauta, de la
cítara, del sambuco, del salterio, de la gaita y de
toda suerte de instrumentos músicos, prosternaos y
adorad la estatua que yo he hecho. Si no la adoráis,
al instante seréis arrojados en un horno de fuego
ardiente; y ¿quién es el Dios que os librará de mi
mano?”
16*Respondieron
Sidrac, Misac y Abdénago y dijeron al rey
Nabucodonosor: “No tenemos necesidad de responderte
acerca de este asunto, 17Si nuestro Dios,
a quien servimos, quiere librarnos, nos librará del
horno de fuego ardiente y de tu mano, oh rey.
18*Y
si no, sabe, oh rey, que nosotros no serviremos a
tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que ha
sido por ti levantada.”
Los tres jóvenes son arrojados al horno
19*Entonces
Nabucodonosor se enfureció, y el aspecto de su
rostro se demudó contra Sidrac, Misac y Abdénago. Y
tomando de nuevo la palabra, mandó encender el horno
siete veces más fuerte de lo acostumbrado. 20Y
dio orden a algunos de los más robustos de su
ejército, de que ataran a Sidrac, Misac y Abdénago,
para arrojarlos en el horno de fuego ardiente.
21Entonces fueron atados estos varones, con
sus capas, sus túnicas, sus gorras y sus
(otros)
vestidos, y echados en el horno de fuego ardiente.
22Y como la orden del rey era urgente, y
el horno excesivamente caliente, la llama de fuego
abrasó a aquellos hombres que habían echado a
Sidrac, Misac y Abdénago. 23*Así
estos tres varones, Sidrac, Misac y Abdénago,
cayeron atados en medio del horno de fuego ardiente.
Oración de Azarías
24Pero
ellos andaban por medio de las llamas loando a Dios
y bendiciendo al Señor. 25*Entonces
Azarías, poniéndose en pie, oró de esta manera, y
abriendo su boca en medio del fuego, dijo:
26“Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres;
digno de alabanza es tu nombre y glorioso por los
siglos.
27Porque
Tú eres justo en todo lo que hiciste con nosotros;
y verdaderas son todas las obras tuyas, rectos tus
caminos,
y justos todos tus juicios.
28Pues
justos fueron tus juicios
en todo lo que trajiste sobre nosotros
y sobre la santa ciudad de nuestros padres,
Jerusalén;
porque en verdad y en justicia enviaste todas estas
cosas
por causa de nuestros pecados.
29*Puesto
que hemos pecado y obrado inicuamente,
apostatando de Ti y en todo hemos faltado;
30no
hemos obedecido tus preceptos
ni los hemos observado;
no hemos obrado según habías dispuesto
para que fuésemos felices.
31Todo
cuanto has enviado sobre nosotros,
y todo lo que nos has hecho,
justísimamente lo has hecho.
32Nos
entregaste en manos de nuestros enemigos malvados,
perversos y prevaricadores, y en poder de un rey
injusto,
el peor de toda la tierra.
33Y
ahora no podemos abrir la boca,
siendo como somos objeto de confusión y de oprobio
para tus siervos y para quienes te adoran.
34Te
rogamos que por amor de tu nombre
no nos abandones para siempre,
ni destruyas tu alianza.
35*ni
apartes de nosotros tu misericordia,
por amor de Abrahán, tu amado,
y de Isaac siervo tuyo, y de Israel tu santo,
36*a
los cuales hablaste,
prometiendo que multiplicarías su linaje como las
estrellas del cielo,
y como la arena en la playa del mar.
37Porque
nosotros, oh Señor,
hemos sido empequeñecidos más que todas las
naciones,
y estamos hoy día abatidos en todo el mundo
por causa de nuestros pecados.
38*Y
no tenemos en este tiempo
príncipe ni caudillo, ni profeta,
ni holocausto, ni sacrificio, ni ofrenda,
ni incienso, ni lugar (donde presentarte) las
primicias,
a fin de poder alcanzar tu misericordia.
39*Pero
recíbenos Tú, contritos de corazón,
y con espíritu humillado.
40Como
el holocausto de los carneros y toros,
y los millares de gordos corderos.
así sea hoy nuestro sacrificio delante de Ti,
para que te sea acepto;
pues jamás quedan confundidos los que en Ti confían.
41Te
seguimos ahora de todo corazón,
y te tememos, y buscamos tu rostro.
42No
quieras confundirnos;
haz con nosotros según la mansedumbre tuya,
y según tu grandísima misericordia.
43*Líbranos
con tus prodigios,
y glorifica, oh Señor, tu Nombre.
44Avergonzados
queden todos cuantos hacen sufrir tribulaciones a
tus siervos;
queden confundidos por medio de todo tu poder
y sea aniquilada su fuerza;
45y
sepan que Tú eres el Señor,
Dios único y glorioso en la redondez de la tierra.”
El ángel salva a los jóvenes
46*Entretanto,
los siervos del rey que los habían arrojado, no
cesaban de cebar el fuego con betún, estopa, pez y
sarmientos. 47*Y
se extendía la llama sobre el horno hasta la
(altura de)
cuarenta y nueve codos; 48y saltando
fuera abrasó a los caldeos que halló cerca del
horno. 49*Mas
el Ángel del Señor descendió al horno, y estaba con
Azarías y con sus compañeros, sacudiendo del horno
la llama del fuego. 50E hizo que en medio
del horno soplase como un viento de rocío; y el
fuego no los tocó en parte alguna, ni los afligió,
ni les causó la menor molestia.
Cántico de los tres jóvenes
51*Entonces
aquellos tres, como si no tuviesen sino una sola
boca, alabaron, y glorificaron, y bendijeron a Dios
en medio del horno, diciendo:
52*Bendito
eres Tú, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de ser alabado y glorificado y ensalzado por
todos los siglos.
Bendito sea tu santo y glorioso Nombre,
digno de ser alabado y ensalzado por todos los
siglos.
53*Bendito
eres Tú en el Templo santo de tu gloria,
y sobre todo loor, y sobre toda gloria por los
siglos.
54Bendito
eres Tú en el trono de tu reino,
y sobre todo loor y sobre toda gloria por los
siglos.
55Bendito
eres Tú que penetras los abismos y te sientas sobre
querubines,
y eres digno de loor y de ser ensalzado por los
siglos.
56Bendito
eres en el firmamento del cielo,
y digno de loor y de gloria por los siglos.
57*Obras
todas del Señor, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
58Ángeles
del Señor, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
59Cielos,
bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
60Aguas
todas que estáis sobre los cielos, bendecid al
Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
61Ejércitos
todos del Señor, bendecid al Señor,
loadle y ensalzadle por los siglos.
62Sol
y luna, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
63Estrellas
del cielo, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
64Lluvias
todas y rocíos, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
65*Espíritus
todos de Dios, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
66Fuego
y calor, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
67Frío
y calor, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
68Rocíos
y escarcha, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
69HieIo
y frío, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
70Heladas
y nieves, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
71Noches
y días, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
72Luz
y tinieblas, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
73*Relámpagos
y nubes, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
74Bendiga
la tierra al Señor;
alábele y ensálcele por los siglos.
75Montes
y collados, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
76Plantas
todas que nacéis en la tierra, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
77Fuentes,
bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
78Mares
y ríos, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
79Monstruos
del mar y cuanto se mueve en las aguas, bendecid al
Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
80Aves
todas del cielo, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
81Bestias
todas y ganados, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
82Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
83*Bendiga
Israel al Señor;
alábele y ensálcele por los siglos.
84Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
85Siervos
del Señor, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
86*Espíritus
y almas de los justos, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
87Santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
88Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor;
loadle y ensalzadle por los siglos.
Porque Él nos sacó del infierno y nos libró de la
mano de la muerte;
nos salvó de en medio de las ardientes llamas,
sacándonos del fuego.
89*Tributad
gloria al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
90*Todos
los que dais culto a Dios, bendecid al Señor, al
Dios de los dioses;
loadle y celebradle,
porque su misericordia permanece por todos los
siglos.
Nabucodonosor glorifica a Dios
91Entonces
el rey Nabucodonosor se asombró y levantándose
apresuradamente, se dirigió a sus consejeros y dijo:
“¿No fueron tres los hombres que echamos atados en
medio del fuego?” Respondieron ellos y dijeron al
rey: “Así es, oh rey.” 92*Y
él repuso, diciendo: “He aquí, que yo veo cuatro
hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego,
sin que hayan padecido daño alguno, y el aspecto del
cuarto es semejante a un hijo de Dios.” 93Entonces
Nabucodonosor, acercándose a la boca del horno de
fuego ardiente, tomó la palabra y dijo: “¡Sidrac,
Misac y Abdénago, siervos del Dios Altísimo, salid y
venid!” Salieron, pues, Sidrac, Misac y Abdénago de
en medio del fuego. 94Y habiéndose
reunido los sátrapas, los gobernadores, los altos
jefes y los consejeros del rey, vieron a esos
varones sobre cuyos cuerpos el fuego no había tenido
ningún poder. Ni un cabello de su cabeza se había
chamuscado, sus ropas estaban intactas, ni siquiera
el olor del fuego los había alcanzado.
95*Entonces
Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: “Bendito sea
el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que ha enviado
su ángel y ha salvado a sus siervos que han confiado
en Él, traspasaron la orden del rey y entregaron sus
cuerpos para no servir ni adorar a dios alguno fuera
del Dios suyo. 96Publico por mi parte
este decreto: Cualquier pueblo, nación o lengua que
hable mal del Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, será
hecho pedazos, y sus casas serán convertidas en
cloacas; por cuanto no hay ningún otro dios que
pueda salvar de tal manera.” 97Y el rey
ensalzó a Sidrac, Misac y Abdénago en la provincia
de Babilonia.
Manifiesto del rey
98*“El
rey Nabucodonosor a todos los pueblos, naciones y
lenguas que habitan en toda la tierra: La paz os sea
dada en abundancia. 99Me parece
conveniente publicar las señales y las maravillas
que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. 100*¡Cuán
grandes son sus señales y cuan estupendas sus
maravillas! Su reino es reino eterno y su poderío
subsiste de generación en generación.”
*
1. Según los Setenta y otras versiones, este
episodio de la estatua de oro ocurrió
dieciséis años después del sueño narrado en
el capítulo 2, o sea, el año 18 del reinado
de Nabucodonosor, que fue el mismo de la
ruina de Jerusalén (IV Reyes 25, 8; Jeremías
52, 12).La llanura de Dura se
extiende al sudeste de la ciudad de
Babilonia. San Jerónimo opina que la estatua
representaba al mismo Nabucodonosor, quien
de este modo se hacía adorar como Dios.
Otros piensan que se trataba de una columna
hueca, revestida de chapas de oro, y
coronada con la imagen del dios Marduk
(Bel), el ídolo principal de los caldeos.
Consideramos más acertada la opinión de San
Jerónimo porque, históricamente, cuadra con
la soberbia del rey conquistador del mundo y
“cabeza de oro” de todos los imperios (cf.
2,
37 s.); y proféticamente nos muestra un anuncio de los honores
divinos tributados al “hombre de pecado” que
San Pablo revela en su profecía sobre el
Anticristo (II Tesalonicenses 2, 3 ss.). Cf.
versículos 6 y 18 y notas. Las proporciones
de la estatua corresponden al sistema
sexagesimal que en Babilonia estaba en uso
(60 codos de altura por 6 de anchura = 30
por 3 metros, aproximadamente), siendo de
notar que, así como el número siete es
sagrado (cf. versículo 47), el número seis,
aquí repetido, es propio de lo humano, y así
también es el número 666, propio de la
bestia apocalíptica (Apocalipsis 13, 18). En
ese capítulo 13 sobre el Anticristo,
encontramos un acontecimiento paralelo al
presente: el Falso Profeta hace adorar una
imagen de la Bestia (Apocalipsis 13, 14
ss.).
*
2. Los sátrapas: los más altos
dignatarios del imperio, puestos al frente
de las provincias. Véase Esdras 8, 36; Ester
3, 12. Ellos y todos los jefes deberán
someterse al plan del rey. Por cierto que
Daniel no figura entre ellos aunque era alto
personaje (cf. 2, 48). Pero tampoco figura
luego junto a sus compañeros perseguidos
(versículo 12 ss.), lo cual hace pensar que
estaba, sin duda, ausente en aquellos días.
De lo contrario, ¿no habría él disuadido al
rey de su insensato proyecto de la estatua?
*
5. La postración rostro en tierra, era entre
los orientales el gesto de adoración (cf. 2,
46). Como se ve, se trataba de un culto
idolátrico, al cual Daniel y sus compañeros
no habrían podido acomodarse aunque se les
hubiera prometido todo el imperio.
*
6. En el Apocalipsis, es el Falso Profeta, o
bestia de la tierra, quien manda matar a
todos cuantos no adoraren la imagen de la
Bestia del mar (Apocalipsis 13, 15). Después
de anunciarnos Daniel en el capítulo 2 la
caída de la potestad temporal de los
imperios gentiles (cf. Ezequiel 30, 3 y
nota), vemos aquí el fenómeno religioso: la
idolatría del hombre (versículo 1 y nota), y
su forma obligatoria que suprime la libertad
espiritual, sometiéndola al orden político y
económico y dirigiendo la “opinión pública”,
la mentira en común, como lo vemos en este
siglo xx.
*
8. Acusaron: El texto original
(arameo) emplea para expresar esta idea, un
giro muy pintoresco: los comieron a
pedazos; así como hoy, por “hablar mal
de otro en su ausencia”, suele decirse
“sacarle el cuero”.
*
12. La sanción afectaba especialmente a los
tres jóvenes por ser funcionarios (cf. 2,
49) y no haberse unido a todos los del
versículo 2 s. (véase allí la nota sobre la
ausencia del mismo Daniel). Los demás judíos
no fueron molestados, y esto es lo que
destaca más la lección magnífica que nos dan
los tres jóvenes con su fidelidad al Dios
verdadero, conservada en las alturas del
poder, donde la vanidad y la llamada “razón
de estado” provocan tantas prevaricaciones
de los poderosos. Cuan implacable será Dios
con ellos puede verse en 6, 6 ss.
*
16 ss. La arrogancia del rey no los
confunde. Así lo había dicho el Espíritu
Santo por boca de David (Salmo 118, 46) y lo
confirmó el mismo Jesús en su promesa de
Mateo 10, 19 s. La fe confiada, firme y
modesta de estos santos jóvenes, semejante a
la de Mardoqueo (Ester 3, 2; 13, 14), es
tanto más hermosa cuanto que en el
cautiverio estaban privados de pastores y
culto (versículo 38), y lejos de Jerusalén,
la ciudad santa que había caído a causa de
sus impiedades (cf. versículo 28 ss.;
Ezequiel capítulo 8 y notas).
*
18. La distinción entre los dioses y la
estatua, repetida en los versículos 12 y 14
precisamente confirma la opinión de que ésta
no era la de uno de aquéllos, sino la efigie
del rey. Cf. versículo 1 y nota. También
Darío manda que le adoren, en 6, 7.
*
19. Los arqueólogos nos dicen que “el horno,
con su abertura lateral, por la que se podía
ver su interior e introducir el combustible,
era uno de los tantos hornos de cocer
ladrillos o de hacer cal que había en la
región, lo suficientemente espaciosos para
que en ellos se pudieran pasear los tres
jóvenes” (Prado). Cf. el caso a que alude
Jeremías en 29, 21-23. El fuego siete veces
mayor parece simplemente un desahogo de ira,
pues, como observa Fillion, con él sería más
corto el suplicio. Pero esa prueba
septenaria (cf. versículo 1 y nota), que
encierra quizás un símbolo de las que han de
purificar a los justos (I Pedro 1, 7),
sirvió para que se manifestasen las obras de
Dios (Juan 9, 3), como vemos en los
versículos 46 ss.
*
23. Entre este versículo y el 24 trae la
Vulgata la siguiente nota de San Jerónimo:
“Lo que sigue no lo hallé en los códices
hebreos.” Se refiere a los versículos 24-90,
deuterocanónicos, que el Doctor Máximo tomó
de la versión griega de Teodoción. Sin este
pasaje queda una laguna, y no se explicaría
el asombro del rey Nabucodonosor en el
versículo 91 (que era el 24) si faltase lo
que aquí se relata en los versículos 24 y
49.
*
25. El primer pensamiento después de verse
libres los jóvenes de las ataduras y de las
llamas es alabar a Dios. Ora aquí Azarías, y
luego lo harán los tres (versículo 51).
*
29 ss. Es posible que en el cántico de
Azarías se haya conservado una de las
oraciones que los israelitas desterrados
solían rezar, o al menos, referencias a las
mismas. De ahí las alusiones al cautiverio y
a los pecados del pueblo. Nótese que esta
oración es colectiva, a manera de las
litúrgicas: el orante habla en plural
incluyendo a los demás en sus plegarias, y
empezando, como es característico de las
oraciones bíblicas, por una sincerísima
confesión de los pecados del pueblo, como
acto de contrición colectiva. Así lo hace
también Daniel en 9, 3 ss. Es de admirar en
Israel ese “sentido de la Iglesia”, en que
la oración individual no tarda en extenderse
abarcando caritativamente a todo el pueblo,
como lo vemos, por ejemplo, desde David (cf.
Salmo 101, 1 y nota) hasta la Santísima
Virgen María en el Magníficat (Lucas 1, 54
s.).
*
35. Israel: Jacob, a quien se le da
aquí el título de santo en el sentido de
consagrado, porque Dios le otorgó, por medio
de su padre Isaac, la bendición privilegiada
de los primogénitos, que pertenecían
singularmente a Él. Cf. Génesis 32, 22 ss.
*
36 ss. Aquí como en Eclesiástico 36, 17 s.
se da por pendiente aún la promesa hecha a
Abrahán (Génesis 15, 5), no obstante lo
mucho que el pueblo se había multiplicado en
otros períodos de su historia. Cf.
Eclesiástico 44, 22 y nota. Esto aclara las
palabras de San Esteban en Hechos de los
Apóstoles 7, 17. Cf. Éxodo 1, 7.
*
38. Ni profeta: Cf. Salmo 73, 9;
Lamentaciones 2, 9; Oseas 3, 4. Daniel no
era un profeta sacerdotal, que pudiese ser
pastor del pueblo (véase la introducción) y
“los raros profetas que quedaban no se
dirigían sino a fragmentos de la nación”
(Fillion). Véase Ezequiel 14, 3 y 20, 3. Cf.
Ezequiel 3, 25 y nota.
*
39 s. Notará el lector que en este pasaje se
inspira la oración de la Misa después del
ofrecimiento del cáliz: “In spiritu
humilitatis, etc.” Cf. Ezequiel 46, 15 y
nota.
*
43. Glorifica, oh Señor, tu Nombre:
véase en Ezequiel 36. 21-22
y
nota, el admirable sentido de estas
palabras.
*
46.
Betún (en latín, nafta), que según San
Jerónimo y Dioscórides abundaba en Babilonia
y es un “betún líquido, incoloro y muy
inflamable”.
*
47.
Cuarenta y nueve codos: en cifra
redonda. Corresponde a siete veces siete,
cuyo sentido místico es símbolo de la
perfección y plenitud, igual que el número
cuarenta. Ambos se usan muchas veces en la
Escritura, y el siete especialmente en el
Apocalipsis.
*
49. EI
Ángel del Señor: Es el cuarto personaje
que ve el rey en el versículo 92.
*
51. Según esto, la oración impetratoria de
Azarías, alusiva a todo el pueblo
(versículos 24-25) se convierte aquí en
cántico de agradecimiento de los tres, al
verse tan prodigiosamente salvados mientras
Dios mostraba su
poder contra los caldeos (versículo
48).
*
52. La Iglesia ha recogido este grandioso
himno de alabanza incorporándolo a la
liturgia. “En cada uno de estos versículos
se acumulan enérgicos epítetos para suplir
la debilidad de la humana alabanza”
(Cardenal Gomá).
*
53 s.
Templo y trono: Como observa Fillion, no
pueden referirse al Templo de Jerusalén que
se hallaba en ruinas, según dice el mismo
Azarías en el versículo 38, sino al
santuario eterno y al trono celestial. Véase
Salmo 150, 1 y nota; cf. Salmo 10, 5; Isaías
6, 1; Habacuc 2, 20, etc.
*
57
ss. Aquí empieza (hasta el versículo 88) el
Benedicite, recitado cada día,
después de la Misa, como himno de
agradecimiento y alabanza en unión de todas
las creaturas. El estribillo: loadle y
ensalzadle, recuerda el Salmo 148. Véase
también Salmo 102, 20 ss. y notas.
Aprovechemos este rapto de sublime lirismo
que aquí nos brinda el Espíritu Santo. La
alabanza, propia del gozoso agradecimiento
(como el Magníficat), es lo único que el
hombre puede dar a Dios, y es lo que a Él le
agrada (Salmo 49, 23 y nota). De ahí que
toda entera ha de ser para Él, sin que el
hombre se reserve la más mínima parte (Salmo
148, 13 y nota). Bien lo vemos, por
contraste, en la estatua de oro (versículo 1
y nota). Cosa muy notable es que el
Anticristo no nos es anunciado como el
arquetipo de inmoralidad, ni siquiera de
falta de misericordia, sino del que se hace
alabar (II Tesalonicenses 2, 4). En este
sentido será el antípoda de Cristo que
solamente deseaba la gloria del que lo envió
y no hay en él injusticia (Juan 7, 18). Cf.
Lucas 13, 26 y nota.
*
65.
Espíritus: aquí, según el contexto,
los vientos, no los ángeles. Véase Salmo
193, 4 y nota. Cf. Salmo 148, 8.
*
73. Hasta este versículo el cántico se
refiere a los fenómenos de los espacios
celestes. Con el versículo 74 empieza la
enumeración de las creaturas de la tierra,
en progresión ascendente, de las menos
perfectas a las superiores.
*
83. Si Israel tiene motivos sin límites para
tributar a su Dios el homenaje de la
alabanza (versículo 57 ss. y nota), más aún
los tiene la Iglesia de Jesucristo (cf.
versículo 95 ss. y nota), aunque su actual
peregrinación dolorosa a la espera del
Esposo (cf. Cantar de los Cantares 1, 1 y
nota) se parece mucho, como la de cada
cristiano en particular, al destierro de
Israel en Babilonia, cuando sus cantores,
silenciosos al recuerdo de Sión, colgaban
las arpas en los sauces. Véase S- 136, 1 ss.
y notas. Cf. Filipenses 3, 20 s.
*
86.
Espíritus y almas: En el lenguaje
bíblico, espíritu significa las facultades
superiores, el sujeto de la vida
sobrenatural; y alma indica las inferiores,
que se refieren a la vida natural, psíquica
y aun fisiológica (cf. I Tesalonicenses 5.
23; Hebreos 4, 12; Génesis 2, 7; Job 32, 8;
Zacarías 12, 1). Aquí el término se refiere
a los justos que murieron en el Señor, y es
un elocuente testimonio de la inmortalidad
del alma.
*
89. Véase Salmo 135, 1 y nota.
*
90. Al final de este versículo San Jerónimo
anota: “Hasta aquí falta en el hebreo, y lo
que hemos puesto es la versión de
Teodoción.” Después continúa el texto arameo
(protocanónico) que se interrumpió desde el
versículo 23. El versículo 91 de la Vulgata
corresponde al 24 del texto arameo.
*
92.
Hijo de Dios significa, en boca del rey
pagano, el ángel del versículo 49. San
Ireneo y Tertuliano ven en esta figura al
Mesías, y claro está que espiritualmente
estamos seguros de que Él “está con nosotros
basta la consumación del siglo” (Mateo 28,
20), a través de las persecuciones
anunciadas (Juan 16, 33; II Timoteo 3, 12) y
simbolizadas sin duda en el suplicio de los
tres jóvenes por no adorar al ídolo del
mundo, que en una u otra forma será adorado
hasta el fin de los tiempos (véase versículo
6 y nota).
*
95 ss. Si bien el rey reconoce al Dios de
Israel que acaba de salvar a los tres
jóvenes, y aun reconoce que fue porque
confiaron en Él, no parece atribuirle
todavía la exclusividad, el carácter del
Dios solo y único (cf. 2, 47 y nota), porque
en 4, 5 llama a Baal su dios. En 4, 31 ss.
le vemos hacer una más plena confesión del
verdadero Dios. “Ante esa confesión y la de
Darío (6, 25 ss.), en que reyes paganos
proclaman la divinidad del Dios de Israel,
podemos apreciar mejor, con San Pablo, todo
lo que tiene de asombroso que nosotros,
descendientes del “pueblo necio” de los
gentiles (Romanos 10, 19), ajenos a las
promesas de Israel y sin Dios en este mundo
(Ef. 2, 12 ss.), hayamos sido admitidos a
gozar de ese Dios por la fe en el Evangelio
de su Hijo Jesucristo, y a participar, como
cristianos, de promesas aún mayores. ¡Cuánto
más preciosa no debería sernos esa fe, y
cuán grande la humildad del olivo silvestre!
(Romanos 11. 17 ss.).”
*
98 Los versículos 98-100 corresponden en el
texto original al capítulo siguiente.
*
100. Cf. Salmo 144, 13 y nota.
|