"También yo llevo sobre mi
corazón, desde hace tanto tiempo, el Escapulario del Carmen!
Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a todos
los religiosos y las religiosas del Carmelo y a los piadosos
fieles que la veneran filialmente, para crecer en su amor e
irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer del silencio
y de la oración, invocada como Madre de la misericordia,
Madre de la esperanza y de la gracia". Juan Pablo II
Origen de la devoción a
la Virgen del Carmen y el Monte Carmelo
El Carmelo era sin duda, el monte donde numerosos profetas
rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su
discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas
que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir una
vida eremítica. Esta forma de oración, de penitencia y de
austeridad fue continuada siglos más tarde, concretamente en
el III y IV, por hombres cristianos que siguieron el modelo
de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías
como patrón situándose en el valle llamado Wadi-es-Siah.
A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra
Santa procedentes de Occidente -algunos creen que venían de
Italia-, decidieron instalarse en el mismo valle que sus
antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María.
Allí construyeron la primera iglesia dedicada a Santa María
del Monte Carmelo. Desde su monasterio no quisieron crear
una nueva forma de culto mariano, ni tampoco, el título de
la advocación, respondía a una imagen en especial.
Quisieron vivir bajo los aspectos marianos que salían
reflejados en los textos evangélicos: maternidad divina,
virginidad, inmaculada concepción y anunciación. Estos
devotos que decidieron vivir en comunidad bajo la oración y
la pobreza, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas, y
su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva
advocación: Nuestra Señora del Carmen.
La orden Carmelita
Aquellos primeros monjes instalados en el valle del
Wadi-es-Siah del Monte Carmelo, convivieron bajo una primera
regla que obtuvo en 1226 la aprobación del patriarca de
Jerusalén, que se llamaba Alberto, y del Papa Honorio III.
La regla subrayaba vigorosamente el carácter de soledad y de
huída del mundo del modelo de vida monástica: los monjes
debían vivir en celdas separadas, bajo obediencia, castidad
y pobreza, en silencio, oración, ayuno ... Un planteamiento
que se ha mantenido en los rasgos fundamentales de la
espiritualidad de la orden.
En el mismo siglo XIII muchos monjes huyeron a Chipre,
Sicilia, Francia e Inglaterra a causa de los crecientes
peligros de la invasión musulmana, mientras otros,
intentaban sobrevivir en Tierra Santa.
Sin embargo, muy pronto, se formó una corriente en
Inglaterra y en otras partes de Occidente que deseaba
adaptar la orden a la realidad occidental, siguiendo el
modelo de otras congregaciones religiosas como los
franciscanos y los dominicos. De esta forma, se pretendía
que los carmelitas pudieran abrir conventos en las ciudades
y realizar trabajos pastorales.
En 1247 el Papa Inocencio IV aprobó este cambio de estilo de
vida, aunque se abstenían de comer carne y continuaban
guardando silencio, llevando un estilo de pobreza y
sobretodo, una gran devoción a la Virgen María. Este amor
mariano les valió a los carmelitas el aprecio de todos los
pueblos donde estaban instalados y el reconocimiento oficial
de la Iglesia Católica en 1286 por el Papa Honorio IV.
En el mismo siglo XIII, uno de los monjes carmelitas, San
Simón Stock, recibe de manos de la mismísima Virgen María el
escapulario, el símbolo de dicha congregación. Es a partir
de entonces cuando nace la imagen de la advocación de
Nuestra Señora del Carmen: el Niño y la Madre aguantando el
escapulario, la figura típica de dicha devoción mariana.
En los años 1434-1435, la regla sufrió una serie de cambios
que fueron aprobados por el Papa Eugenio IV y que no
gustaron a ciertos sectores de la orden. Para ellos, la
nueva regla suavizaba la observancia más antigua y forzó a
que en el siglo XV, Juan Sorteh (1451-1471) empezara a
movilizar un nuevo movimiento que llevaría en 1593 a la
ruptura de la orden carmelitana en dos bandos.
Los principales miembros de esta reforma en España fueron
Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz
(1542-1591), dos de los más grandes ejemplos de la mística
cristiana. Para constituir su regla, se apoyaron básicamente
en la que ya fuera aprobada en 1247 sin incluir las
posteriores atenuaciones de 1434-1435. A esta nueva
congregación se la llamó Orden de los Carmelitas Descalzos,
mientras que los anteriores, fueron conocidos por la Orden
de los Carmelitas Calzados o de la Antigua Observancia.
Desde siempre, los hermanos carmelitas, "calzados o sin
calzar" han estado al servicio de la sociedad desde los más
diversos servicios caritativos, pastorales y misioneros
junto a su dimensión espiritual y contemplativa. Visten
hábito marrón con el escapulario y capucha y, en ocasiones
solemnes, capa y capucha de color blanco.
Según el libro "La Vida Religiosa de la A a la Z" de George
Schwaiger publicado por Editorial San Pablo en 1998, la
situación en 1996 era la siguiente: los Carmelitas Calzados
tenían 361 conventos en todo el mundo con 2.197 miembros,
1434 de ellos sacerdotes, mientras que los Carmelitas
Descalzos poseían 525 conventos con 3.809 miembros, 2.422 de
los cuales eran sacerdotes.
La orden femenina
No podemos olvidar aquí la rama femenina: las carmelitas. La
orden nació en los siglos XIII y XIV, pero no se organizaron
como comunidad hasta el 1450 cuando fundaron en Florencia
(Italia) el Monasterio de Santa María de los Ángeles.
Santa Teresa de Jesús impulsó en España una reforma en la
congregación para llevar a cabo una vida de clausura
estricta y de oración profunda.
El 7 de febrero de 1562, la santa obtuvo autorización para
la erección del Monasterio de San José de Ávila, que se
abrió el 24 de agosto de 1562. En él, se siguió la
observancia de la regla que ella consideraba "primitiva" y
que fue aprobada por Inocencio IV en 1247. En la obra
"Camino", escrita por Santa Teresa de Jesús, se destaca la
forma de vivir de estas monjas:
"Deben ser capaces de vivir en soledad y estar abiertas a la
intimidad con Cristo, buscando en la oración y en la
mortificación", como participación activa en su pasión
redentora".
Santa Teresa fundó 16 monasterios: Medina del Campo,
Malagón, Valladolid, Toledo, Salamanca y Alba de Tormes de
entre otros. A parte de San Juan de la Cruz, el Padre
Gracián fue junto a Santa Teresa los impulsores de esta
reforma femenina conocida también bajo el nombre de
"carmelitas descalzas". El espíritu de Santa Teresa fue
difundido fuera de España y se abrieron muchos conventos en
diferentes países de Europa. De entre muchas monjas que
formaron parte de las carmelitas descalzas cabe señalar a
Santa Teresa del Niño Jesús, también conocida como Teresa de
Lisieux (1873-1897) y a Santa Edith Stein (1891-1942).
En 1996, existían 64 conventos con 823 monjas de la antigua
observancia de la orden (carmelitas calzadas), mientras que
la fundada por Santa Teresa (carmelitas descalzas) contaba
con 877 conventos y 12.278 monjas.
Otras congregaciones: hay un gran repertorio en todo el
mundo de grupos religiosos que siguen el espíritu
carmelitano que realizan diferentes servicios en los pueblos
donde residen, casi todo ellos dedicados a la educación, a
los enfermos y a los marginados. Todas estas órdenes fueron
fundadas por monjas, sacerdotes o religiosos.
Aquí están: Carmelitas de la Caridad (conocidas también como
"las Vedrunas" porqué las fundó Santa Joaquina de Vedruna),
Carmelitas Misioneras Teresianas, Carmelitas Terciarios
Misioneros, Carmelitas de San José, Carmelitas Teresas de
San José, Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo y
Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús.
El escudo carmelitano
El Escudo Carmelitano es un emblema verdaderamente bello por
su sencillez, celebre por su antigüedad y sagrado
significado.
Esta compuesto de fondo blanco en la parte superior y marrón
la inferior, representa el vestido que la Stma. Virgen llevo
en vida y el habito de los carmelitas.
Así mismo la parte inferior marrón indica el Monte Carmelo
donde vivió la Stma. Virgen durante su vida mortal, la Cruz
fue agregada por San Juan de la Cruz en la época de la
reforma, representado a Nuestro Señor Jesucristo.
En el centro de color marrón (Monte Carmelo), se encuentra
una estrella plateada, que representa a la Stma. Virgen
María.
El fondo blanco de la parte superior significa que el
profeta Elias contemplo a la Stma. Virgen María en una
nubecilla blanca, en el mismo fondo se posan dos estrellas,
doradas las cuales representan a dos grandes profetas
N.N.P.P. Elias y Elíseo.
En la parte superior del escudo se encuentran doce estrellas
las cuales significan la corona de la Stma. Virgen María,
simbolizan los doce grandes favores y gracias que concedió a
su orden y de manera especial, los doce privilegios y
gracias singulares con el que el Señor ensalzo a María.
De la corona que se encuentra en la parte superior del
Escudo sale un brazo que sujeta una espada, se le atribuye
al Santo Patriarca Elias, termina en un punta en llama de
fuego con esta dio muerte a los falsos profetas de Baal en
el Torrente de Gison, por la honra de Nuestro Señor Dios
Padre.
A la vuelta de la espada hay una inscripción en latín que
dice: ZELO ZELATUS SUM PRO DOMINO DEO EXERCITUUM, me abrazo,
me consumo de celo por el Señor Dios de los Ejércitos.
|
Consagración a la Virgen
del Carmen
El devoto de la Virgen del Carmen procurará cada día -cuando
mejor pueda- hacer esta consagración a su Madre:
"¡Oh María, Reina y Madre
del Carmelo! Vengo hoy a consagrarme a Ti, pues toda mi vida
es como un pequeño tributo por tantas gracias y beneficios
como he recibido de Dios a través de tus manos.
Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los
que visten tu escapulario, te ruego que sostengas con tu
fortaleza mi fragilidad, ilumines con tu sabiduría las
tinieblas de mi mente y aumentes en mí la fe, la esperanza y
la caridad, para que cada día pueda rendirle el tributo de
mi humilde homenaje.
El santo escapulario atraiga sobre mí tus miradas
misericordiosas, sea para mí prenda de tu particular
protección en luchas de cada día y constantemente me
recuerdes el deber de pensar en Ti y revestirme de tus
virtudes.
De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con
tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu medio y convertir
mi vida en imagen de tu humildad, caridad, paciencia,
mansedumbre y espíritu de oración.
¡Oh, Madre amabilísima! Sostenme con tu amor indefectible, a
fin de que a mí, pecador indigno, me sea concedido un día
cambiar tu escapulario por el eterno vestido nupcial y
habitar contigo y con los santos del Carmelo en el reino de
tu Hijo".
Amén
¿Qué es?
El escapulario del Carmen es el signo externo de devoción
mariana, que consiste en la consagración a la Santísima
Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, en la
esperanza de su protección maternal.
El distintivo externo de esta inscripción o consagración es
el pequeño escapulario marrón.
El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según
el Concilio Vaticano II, "un signo sagrado según el modelo
de los sacramentos, por medio del cual se significan
efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la
intercesión de la Iglesia". (S.C.60).
Origen y
propagación
A finales del siglo XII o principio del XIII nacía en el
monte Carmelo, de Palestina, la Orden de los Carmelitas.
Pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa,
tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el
Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con
insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta
oración:
Flos Carmeli
Vitis Florigera
Splendor coeli
Virgo puerpera
Singularis y singular
Mater mitis
Sed viri nescia
Carmelitis
Sto. Propitia
Stella maris
|
Flor del Carmelo
viña florida
esplendor del Cielo
Virgen fecunda
¡Oh madre tierna!
intacta de hombre
a los carmelitas
proteja tu nombre
(da privilegios)
Estrella del mar.
|
En 1251, la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una
multitud de ángeles, se apareció a San Simón Stock, General
de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus
manos, y le dijo: "Tú y todos los Carmelitas tendréis el
privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego
eterno"; es decir, quien muera con él, se salvará.
Este relato lo encontramos ya en un santoral de fines del
siglo XIV, que sin duda lo toma de códices más antiguos. En
el mismo siglo XIII Guillermo de Sandwich O.C. menciona en
su "Crónica", la aparición de la Virgen a San Simón Stock
prometiéndole la ayuda del Papa.
La promesa del escapulario es de tal trascendencia, que
precisamente por ello suscitó fuerte oposición.
Significado del Escapulario
Al vestir el escapulario, y durante toda la vida, es muy
importante que sepamos apreciar su profundo y rico
significado, como pertenencia a una Orden, a la del Carmen,
con obligación de vivir según su rica espiritualidad y su
propio carisma. Quien viste el escapulario debe procurar
tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de
copiar sus virtudes, su vida y obrar como Ella, María, obró,
según sus palabras: "He aquí la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra".
El escapulario del Carmen es un MEMORIAL de todas las
virtudes de María. Así lo recordaba a todos: religiosos,
terciarios, cofrades. "Que forman, por un especial vínculo
de amor, una misma familia de la Santísima Madre", el Papa
Pío XII, el 11.2.1950.
Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de
humildad y castidad.
-
Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio
de modestia y candor.
-
Vean, sobre todo, en esta librea que visten ida y noche,
significada, con simbolismo elocuente, la oración con la
cual invocan el auxilio divino.
-
Reconozcan, por fin, en ella su consagración al
Sacratismo Corazón de la Virgen Inmaculada, s
recientemente recomendada".
Cada escapulario tiene sus privilegios o gracias
particulares, pero todos pueden sustituirse por la
medalla-escapulario (cfr. Decreto de 16-XII-1910). Sería
falta de fe en la autoridad suprema del Vicario de Cristo
que confiere a esta medalla tal privilegio, creer que vale
menos, para ganar las promesas, llevar la medalla que los
trozos de paño (aunque en determinados casos, por otras
razones externas de mayor visibilidad, etc., puede ser
preferible el escapulario de paño).
La medalla-escapulario debe tener por una parte la imagen de
Jesús con el Corazón, y por la otra una imagen de la Virgen
bajo cualquier advocación. Lo mismo que los escapularios ha
de estar bendecida por un sacerdote.
Valor de la promesa del Escapulario
Es doctrina católica, repetida por el Concilio Vaticano II:
"El conjunto de los fieles, porque tiene la unción del
Espíritu Santo (cfr. 1 Jn. 2, 20-27) no puede equivocarse
cuando cree, y esta peculiar propiedad suya la manifiesta
por el sentido sobrenatural de fe de todo el pueblo cuando,
desde los Obispos hasta los últimos fieles, presta su
consentimiento universal en lo referente a la fe y
costumbres. Con este sentido de fe... y bajo la guía del
sagrado Magisterio... se adhiere infaliblemente a ella, con
certero juicio la penetra más profundamente y la aplica más
plenamente a la vida" (L.G. 12).
Esta precisa y espléndida formulación conciliar no puede ser
más explícita. Y es que la misma prerrogativa de
infalibilidad concedida por Jesús a su Vicario mediante la
asistencia del Espíritu Santo, tiene precisamente como
finalidad que el conjunto del Pueblo de Dios, su Iglesia y
Cuerpo místico, no se equivoque, por ejemplo, con una
devoción aceptada por todos.
En consecuencia: Si la promesa del Escapulario aplicada a
todos los fieles (proceda de la visión de San Simón Stock o
de donde sea) no fuese verdadera, el Espíritu Santo no
hubiera permitido que la Iglesia, el conjunto del Pueblo de
Dios, la tuviese por cierta. Para muchos la prueba es
irrefutable, ni para ello es necesaria una definición del
Magisterio Supremo. Aunque sí hubo controversias y fueron
dirimidas por la Santa Sede
Privilegio sabatino
El Escapulario del Carmen además de la promesa de salvación
para quienes mueran con él, lleva también consigo el llamado
privilegio sabatino.
Según la tradición, a la muerte de Clemente V (1314), en el
cónclave que duró dos años y tres meses, la Santísima Virgen
se apareció al Cardenal Jaime Duesa, muy devoto de ella, y
le anunció que sería Papa con el nombre de Juan XXII, y
añadió: "Quiero que anuncies a los Carmelitas y a sus
Cofrades: los que lleven puesto el Escapulario, guarden
castidad conforme con su estado, y recen el oficio divino, -
o los que no sepan leer se abstengan de comer carne los
miércoles y sábados -, si van al purgatorio Yo haré que
cuanto antes, especialmente el sábado siguiente a su muerte
sean trasladadas sus almas al cielo".
Se ha escrito mucho sobre la "Bula sabatina", que en ese
sentido publicó Juan XXII, pero no hay suficientes pruebas
documentales de ella. Sin embargo en el siglo XV es muy
citada, por ejemplo por el seudopapa Alejandro V (elegido
por el Concilio de Pisa, después de haber éste destituido a
Gregorio XII y Benedicto XIII, para acabar con el cisma;
pero es claro que uno de ellos debía ser legítimo, y un
concilio no puede destituirle, sin embargo algunos, como San
Roberto Belarmino, consideran a Alejandro V Papa verdadero,
y el próximo Alejandro se tituló VI); aunque su bula de
7-07-1409 confirmando el Escapulario no tenga valor
magisterial, es interesante su testimonio de que conocía la
de Juan XXII. Esta también fue citada por Sixto IV
(1-04-1477), Clemente VII (1530) y San Pío V (1566) -
quienes además citan y confirman la de Alejandro V -; etc.
En las citas de la "Bula sabatina" por los diversos autores,
se encuentran diversas lecturas de ella (lo que prueba que
no dependen de un solo documento inmediato). Por ejemplo,
algunos en vez de ser "sábado" cuando la Virgen socorre a
los cofrades del purgatorio leen "súbito" (cuanto antes), lo
que parece una errata de transcripción, aunque así ha pasado
a la liturgia y a las encíclicas de Pío XII.
El privilegio sabatino fue muy impugnado, no histórica, sino
teológicamente, llegando el Inquisidor General de Portugal,
en 1609, a prohibir a los Carmelitas el predicarlo. Estos
apelaron al Romano Pontífice, quien confió la causa al Santo
Oficio, y por fin, en 1613 dio un decreto renovado
literalmente por Inocencio XI (1678), San Pío X (1908) y Pío
XI (1922). En él se estableció: se permite a los PP.
Carmelitas predicar que el pueblo cristiano puede creer...
(sigue lo dicho antes).
Pío XII en su citada Carta Magna del Escapulario del Carmen
de 1950, enseña: "A la verdad, no dejará la piadosísima
Madre que sus hijos que expían sus culpas en el purgatorio,
no consigan cuanto antes la vida eterna por su intervención
delante de Dios, en conformidad con el privilegio sabatino".
En resumen: el privilegio sabatino consiste en que la
Santísima Virgen sacará del purgatorio cuanto antes,
especialmente el sábado después de su muerte, a quienes
hayan muerto con el Escapulario y durante su vida hayan
guardado castidad según su estado y rezado todos los días el
oficio parvo. (Este se puede sustituir por la Liturgia de
las Horas o por la abstinencia de carne los miércoles y
sábados, o un sacerdote con facultad para ello, lo puede
conmutar por otra obra piadosa, v.gr. el rezo diario del
Rosario). Si uno peca contra la castidad o deja un día de
hacer la obra prescrita, podrá recuperar el privilegio al
confesarse y cumplir la penitencia (de manera semejante a
como se recuperan los méritos perdidos por el pecado mortal,
lo cual parece casi excesiva generosidad de Dios, pero es
doctrina católica).
La certeza de este privilegio más que histórica, como
decíamos del Escapulario, está fundada en la potestad de la
Iglesia que así lo propone y recomienda. Sería temerario y
ofensivo para la Iglesia, cuya Cabeza es Cristo y su alma
vivificante el Espíritu Santo, creer que comete una
equivocación secular y universal en algo que pertenece a la
doctrina y vida cristiana.
En 1950 recordaba Pío XII: "Ciertamente, la piadosa Madre no
dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio
sus culpas, alcancen lo antes posible la patria celestial
por su intersección, según el llamado privilegio sabatino,
que la tradición nos ha trasmitido" con estas palabras:
"Yo, su Madre de Gracia, bajaré el sábado después de su
muerte y a cuantos - religiosos, terciarios y cofrades -
hallaré en el Purgatorio los liberaré y los llevaré al monte
santo de vida eterna".
Protección maternal
Por su profundo simbolismo mariano, por los grandes
privilegios y por el gran amor y privilegiada asistencia,
que ha manifestado a través de los siglos la Santísima
Virgen del Carmen a quienes visten devotamente su
escapulario, es lo que tan prodigiosamente se ha extendido
por doquier esta piadosa devoción de vestir su escapulario.
Sobre todo por su rico simbolismo: ser hijo de María, ver en
él todas las virtudes de María, ser símbolo de nuestra
consagración filial a la Madre Amable. Por Morir en gracia
de Dios, quien lo vista piadosamente.
-
Por que saldrá del Purgatorio cuanto antes quien muera
devotamente con él.
-
Por llegar su protección a todos los momentos de la
vida, a la muerte y aún más alla". En la vida protejo;
en la muerte ayudo, después de la muerte salvo, con sus
credenciales.
-
Por los innumerables prodigios que ha obrado.
-
Por las relaciones con sus apariciones mas recientes en
Lourdes y Fátima.
Por las muchas indulgencias que disfrutan quienes visten
este escapulario.
Indulgencias
He aquí las indulgencias plenarias y parciales para los que
visten el escapulario.
A).- Indulgencias plenarias.-
1. El día que se viste el escapulario y el que es inscrito
en la Tercera Orden o Cofradía.
2. En estas fiestas:
a) Virgen del Carmen (16 de Julio o cuando se celebre);
b) San Simón Stock (16 de mayo);
c) San Elías Profeta (20 de Julio);
d) Santa Teresa de Jesús (15 de Octubre),
e) Santa Teresa del Niño Jesús (1 de octubre);
f) San Juan de la Cruz (14 de Diciembre);
g) Todos los Santos Carmelitas (14 de Noviembre).
B).- Indulgencias Plenaria el día del Carmen.- El día del
Carmen, 16 de Julio, o en la fecha que exactamente se
celebre, tiene concebida una indulgencia plenaria.
C).- Indulgencia parcial.- Se gana indulgencia parcial por
usar piadosamente el santo escapulario. Se puede ganar no
sólo por besarlo, sino por cualquier otro acto de afecto y
devoción. Y sólo al escapulario, sino también a la
medalla-escapulario.
Recomendación
pontificia
Desde el siglo XVI -que es cuando se extiende por toda la
cristiandad el uso del escapulario del Carmen- casi todos
los Papas lo han vestido y propagado. El Papa Juan Pablo II,
que es terciario carmelita, ha recordado en diversas
ocasiones que viste con devoción, desde niño, el escapulario
del Carmen.
La Iglesia, como reconocimiento y estímulo de las más
importantes verdades y prácticas.
Promesas de la
Virgen del Carmen
A los que viven y mueren llevando el Santo Escapulario.
El Santo Escapulario es el gran don que María, omnipotente
ante su Hijo Dios, toda corazón para con sus hijos, los
hombres tesorera de todas las gracias, nos trajo del cielo,
haciéndonos en él las más preciosas promesas que pudiéramos
desear. Muy bien ha sido llamado el SACRAMENTO DE MARIA.
"La creencia general del mundo católico, dice el sabio
jesuita P. Clarke, la promulgación de la Iglesia doncente,
la aceptación de la iglesia discente, o sea, los fieles,
nada falta de lo que puede probar el origen sobrenatural del
Escapulario".
"Su misma nobleza de origen, decía el Papa León XIII, su
venerada antigüedad, su extraordinaria propagación, así como
los saludables efectos de piedad por él obtenidos, y los
insignes milagros obrados por su virtud, lo recomiendan con
el mayor encarecimiento". A él ha vinculado la Virgen dos
maravillosas promesas:
Primera promesa
Es la gran promesa, el privilegio de preservación o exención
del infierno para cuantos mueren revestidos con el
Escapulario Carmelitano. Orando con fervor a la Virgen S.
Simón Stock, General de la Orden Carmelitana, apareciósele
circundada de ángeles la Stma. Virgen (15 de Julio de 1251)
y entregándole, como prenda de su amor maternal y de
ilimitado poder, el Santo Escapulario, prometióle que
cuantos murieren revestidos de él no se condenarían. Las
palabras de la Virgen fueron éstas: "El que muriere con el
Escapulario no padecerá el fuego del infierno".
Segunda promesa
Estando orando el Papa Juan XXIII, se le apareció la Virgen,
vestida del hábito carmelitano, y le prometió sacar el
purgatorio del sábado después de la muerte al que muriese
con el Escapulario. María dijo al Papa: "Yo Madre de
misericordia, libraré del purgatorio y llevaré al cielo, el
sábado después de la muerte, a cuantos hubieses vestido mi
Escapulario".
Tal es el privilegio Sabatino, otorgado por la Reina del
Purgatorio, a favor de sus cofrades carmelitas, el Papa Juan
XXII y promulgado por éste en la Bula Sabatina (3 de Marzo
de 1322) aprobada después por más de veinte Sumos
Pontifices.
Por él, el Sábado siguiente a la muerte de los cofrades
carmelitas, o como lo interpreta la iglesia, cuanto antes,
pero especialmente el sábado, según declaración del Paulo V,
la Virgen del Carmen, con cariño maternal, los libra de la
cárcel expiatoria y los introduce en el Paraíso. El Papa
Paulo V expidió el 20 de enero de 1613 el Sgte. Decreto:
"Permítase a los Padre Carmelitas predicar que el pueblo
cristiano puede piadosamente creer que la Bienaventurada
Virgen María con sus intececiones continuas, piadosas
sufragios y méritos y especial protección, ayudara después
de la muerte, principalmente el sábado, día a ella dedicado,
a las almas de sus cofrades que llevaren el habito
carmelitano".
Condiciones para ganar
estos privilegios
Para merecer la primera Promesa de la perseverancia final,
se requiere haber recibido el Escapulario de manos de
sacerdote, llevarlo siempre puesto, especialmente en la hora
de la muerte, e inscribir el nombre en el libro de la
cofradía.
Para ganar la segunda Promesa, el privilegio Sabatino, sobre
los tres requisitos anteriores, se exige guardar castidad,
según el propio estado, rezar siete padrenuestros, 7
avemarías y 7 glorias.
Guardar abstinencia (si pueden hacerlo) los miércoles y los
sábados; esta obligación puede un confesor conmunitarla por
otros rezos.
|
ORACIÓN A LA VIRGEN DEL
CARMEN
Oh Virgen María, Madre de
Dios y Madre también de los pecadores y especial Protectora
de los que visten tu sagrado Escapulario, por lo que su
Divina Majestad te engrandeció, escogiéndote para verdadera
Madre suya, te suplico me alcances de tu querido Hijo, el
perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación
de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de
mis aflicciones y la gracia especial que te pido en esta
Novena, si conviene para su mayor honra y gloria y bien de
mi alma; que yo, Señora, para conseguirlo me valgo de
vuestra intercesión poderosa.
Quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y
justos a fin de poder alabarte dignamente y uniendo mi voz
con sus afectos, te saludo una y mil veces diciendo:
(Tres Avemarías).
Virgen Santísima del Carmen, yo deseo que todos sin
excepción, se cobijen bajo tu sombra protectora de tu Santo
Escapulario y que todos estén unidos a Ti Madre Mía, por los
estrechos y amorosos lazos de ésta tu querida insignia.
¡Oh Hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante
su sagrada imagen y concédenos benigna tu amorosa
protección. Te encomiendo las necesidades de nuestro
Santísimo Padre el Papa y la Iglesia Católica, nuestra
Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las
mías propias y las de mis parientes y amigos.
Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores,
herejes y cismáticos, cómo ofenden a tu Divino Hijo y a
tantos infieles cómo gimen en las tinieblas del paganismo.
Que todos se conviertan y te amen, Madre Mía, como yo deseo
amarte ahora y por toda la eternidad.
Amén.
SÚPLICA PARA TIEMPOS DIFÍCILES
"Tengo mil dificultades:
ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén."
ACCIÓN DE GRACIAS Y
OFRECIMIENTO
¡Oh Virgen Santa del
Carmen! Jamás podremos corresponder dignamente a los favores
y gracias que nos has hecho al darnos tu santo Escapulario.
Acepta nuestro sencillo, pero hondamente sentido,
agradecimiento y, ya que nada te podemos dar que sea digno
de Ti y de tus mercedes, ofrecemos nuestro corazón, con todo
su amor, y toda nuestra vida, que queremos emplear en el
amor y servicio de tu Hijo Señor nuestro, y en propagar tu
dulce devoción, procurando que todos nuestros hermanos en la
fe, con los cuales la divina Providencia nos hace convivir y
relacionar, estimen y agradezcan tu gran don, vistiendo el
santo Escapulario, y que todos podamos vivir y morir en tu
amor y devoción.
Amen.
GOZOS A LA VIRGEN DEL
CARMEN
Volvednos, Madre piadosa,
Vuestros ojos admirables,
Y mirad por vuestros hijos,
Pues que sois piadosa Madre;
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.
Socorrednos, pues escucha
Que en las penas y combates
A ti suspiramos todos
En este lloroso valle;
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.
Mostradnos a vuestro Hijo
De Josafat en el Valle,
Piadoso, pues que nació
De ese cristal admirable;
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.
Rogad por vuestros devotos
A la bondad inefable;
Pues murió para salvarnos,
Por su clemencia nos salve;
Nubecilla del Carmelo,
Sednos protectora y Madre.
V. Ruega por nos, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que adornaste a
la Orden de la Beatísima siempre Virgen y Madre tuya María
con el singular título del Carmelo: concede propicio que
escudados con los auxilios de aquella cuya conmemoración
celebramos, seamos dignos de llegar a los gozos eternos. Tu
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Así sea.
Concluir cada día con tres avemarías.
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