Nehemías |
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II Reforma religiosa
Lectura de la Ley
1*Llegado
el mes séptimo los hijos de Israel estaban ya en sus
ciudades. Entonces se congregó todo el pueblo como un
solo hombre en la plaza que está enfrente de la puerta
del Agua, y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el
Libro de la Ley de Moisés, que Yahvé había prescrito a
Israel. 2Trajo el sacerdote Esdras la Ley
ante la asamblea, hombres y mujeres, y ante todos los
que tenían inteligencia para escuchar. Era el día
primero del séptimo mes.
3Leyó
en él delante de la plaza que está delante de la puerta
del Agua, desde el alba hasta el mediodía, ante los
hombres y las mujeres y los que eran capaces de
entender; y todo el pueblo oía atentamente (la
lectura del) Libro de la Ley. 4El escriba
Esdras estaba de pie sobre una tribuna de madera que se
había hecho para esta ocasión, y junto a él, a su
derecha, estaban Matatías, Sema, Anayá, Urías, Helcías y
Maasías, y a su izquierda, Fadaías, Misael, Malquías,
Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesullam. 5Abrió
Esdras el libro, a vista de todo el pueblo, por estar él
más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, se puso
de pie todo el pueblo. 6Esdras bendijo a
Yahvé, el gran Dios. Y todo el pueblo levantando las
manos, respondió: “¡Amén, Amén!” E inclinándose se
postraron ante Yahvé, rostro a tierra.
7*Y
Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías,
Maasías, Kelitá, Azarías, Josabad, Hanán, Falaías y los
levitas explicaban la Ley al pueblo, permaneciendo éste
de pie en su lugar. 8*Leían
en el libro, en la Ley de Dios, clara y distintamente,
explicando el sentido; de manera que se entendía lo
leído.
9Nehemías,
gobernador, y Esdras, sacerdote y escriba, como también
los levitas que hacían la interpretación para el pueblo,
dijeron a todo el pueblo: “Este día está consagrado a
Yahvé, vuestro Dios; no andéis tristes, ni lloréis”;
pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la
Ley. 10Díjoles además: “Id y comed manjares
grasos y bebed vinos dulces, y enviad porciones a
cuantos nada tienen preparado, porque este día está
consagrado a nuestro Señor. No os aflijáis, pues el gozo
de Yahvé es vuestra fortaleza.” 11Así
calmaban los levitas a todo el pueblo, diciendo:
“¡Callad, pues este día es santo; no andéis tristes!”
12*Entonces
se retiró todo el pueblo a comer y beber, a repartir
porciones y celebrar una gran fiesta, porque habían
entendido lo que se les había enseñado.
Fiesta de los Tabernáculos
13Al
segundo día se reunieron los jefes de las casas paternas
de todo el pueblo, los sacerdotes y los levitas, con
Esdras, escriba, para estudiar más intensamente las
palabras de la Ley. 14Y hallaron escrito en
la Ley que Yahvé por medio de Moisés había ordenado que
los hijos de Israel habitasen en cabañas durante la
fiesta del mes séptimo, 15y que se publicase
y pregonase por todas sus ciudades, y en Jerusalén esta
proclamación: “¡Salid al monte, y traed ramas de olivo,
ramas de oleastro, ramas de mirto, ramas de palmera y
ramas de árboles frondosos, para hacer cabañas conforme
a lo prescrito!”
16*Salió
el pueblo para traerlas, e hicieron cabañas, cada cual
sobre el terrado de su casa y en sus patios, también en
los atrios de la Casa de Dios, en la plaza de la puerta
del Agua, y en la plaza de la puerta de Efraím. 17Todos
los de la comunidad que habían vuelto del cautiverio se
hicieron cabañas y habitaron en ellas; pues desde los
días de Josué, hijo de Nun, hasta aquel día los hijos de
Israel no habían celebrado (la fiesta) de tal
manera. Y hubo muy grande alegría.
18*(Esdras)
leyó en el Libro de la Ley de Dios cada día, desde el
día primero hasta el último, pues se celebró la fiesta
por siete días; y al octavo tuvo lugar la asamblea
solemne según el rito.
*
1. El mes séptimo, que se llamaba
Tischri, corresponde a septiembre-octubre. En
este mes celebraban los judíos el Año Nuevo, el
gran día de la Expiación y la fiesta de los
Tabernáculos (Levítico 23, 34 ss.). La puerta
del Agua se hallaba en el sudeste de la
ciudad, cerca del Cedrón. Era precepto
(Deuteronomio 31, 9-13) leer la Ley al pueblo
durante la fiesta de los Tabernáculos, cada
siete años.
*
7. Todo el pueblo estaba de pie para manifestar
su reverencia a la Palabra de Dios. Así también
nosotros nos levantamos cuando se lee el Santo
Evangelio.
*
8. Cf. IV Rey. 23. 7 ss.; Jeremías 36, etc. Cf.
también Enchiridion Biblicum
(N°
50-57). con lo ordenado por el
Concilio Tridentino sobre la lectura y
explicación de la Sagrada Biblia en los templos.
*
12. Nótese la alegría de haber entendido la
Palabra de Dios. Ella es más dulce que la miel,
dice David
(Salmo 118, 103). Y Santa Ángela de Foligno: “la
inteligencia de las Escrituras esconde tales
delicias, que el que las adquiere se olvida, no
sólo del mundo, sino también de sí mismo”.
“Dichoso el pueblo que sabe alegrarse, oh Señor:
a la luz de tu rostro caminará” (Salmo 88, 16).
Cf. Salmos 31, 11; 37, 4.
*
16. La puerta de Efraím hallábase en el
norte de la ciudad.
*
18 Leyó, a saber, Esdras. La asamblea
del pueblo (Levítico 23, 36), que en
lenguaje cristiano se llamó con la palabra
griega iglesia (Mateo 18, 17; Salmos 21,
26; 34, 18; 39, 10, etc.).
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