Iglesia Remanente

Eclesiástico 24

   

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Origen divino de la sabiduría

1*La sabiduría se hará ella misma su elogio, se honrará en Dios, y se gloriará en medio de su pueblo.

2*Ella abrirá su boca en medio de las reuniones del Altísimo, y se glorificará a la vista de los escuadrones de Dios.

3*Será ensalzada en medio de su pueblo, y admirada en la congregación de los santos.

4Recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos, y será bendita entre los benditos y dirá:

5*Yo salí de la boca del Altísimo, engendrada antes de toda creatura.

6*Yo hice nacer en los cielos la luz indeficiente, y como una niebla cubrí toda la tierra.

7En los altísimos cielos puse mi morada, y el trono mío sobre una columna de nubes.

8Yo sola hice todo el giro del cielo, penetré por el profundo del abismo, y me paseé por las olas del mar.

9Puse mis pies en todas las partes de la tierra, y en todos los pueblos,

10y en toda nación tuve el supremo dominio,

11*Yo sujeté con mi poder los corazones de los grandes y de los pequeños, en todos esos busqué donde posar, y en la heredad del Señor fijé mi morada.

12*Entonces dio Él sus órdenes, y me habló el Creador de todas las cosas; y El que a mí me dio el ser, reposó en mi tabernáculo,

13y me dijo: “Habita en Jacob, y sea Israel tu herencia, y arráigate en medio de mis escogidos.”

Habita en el pueblo escogido

14*Desde el principio, y antes de los siglos, recibí yo el ser, y no dejaré de existir en el siglo venidero. En el tabernáculo santo ejercité el ministerio mío, ante su acatamiento.

15*Y así fijé mi estancia en Sión, y fue el lugar de mi reposo la Ciudad Santa; en Jerusalén está el trono mío.

16*Me arraigué en un pueblo glorioso, y en la porción de mi Dios, la cual es su herencia; y mi habitación fue en la multitud de los santos.

17*Elevada estoy cual cedro sobre el Líbano y cual ciprés sobre el monte Sión.

18Me he alzado como una palmera en Cadés; y como un rosal plantado en Jericó.

19Crecí como un hermoso olivo en los campos, y como el plátano en las plazas junto al agua.

20Como el cinamomo y el bálsamo aromático despedí fragancia. Como mirra escogida exhalé suave olor;

21y llené mi habitación de odoríferos perfumes como de estoraque, de gálbano, de ónice, y como de mirra y de incienso virgen; y mi fragancia es como bálsamo sin mezcla.

22Extendí mis ramas como el terebinto, y mis ramas llenas están de majestad y hermosura.

23*Como la vid di pimpollos de suave olor, y mis flores dan frutos de gloria y de riqueza.

Manifestaciones de la sabiduría

24*Yo soy la madre del bello amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza.

25*En mí está toda la gracia del camino y de la verdad; en mí toda esperanza de vida y de virtud.

26Venid a mí todos los que os halláis presos de mi amor, y saciaos de mis frutos;

27porque mi espíritu es más dulce que la miel, y más suave que el panal de miel, mi herencia.

28Se hará memoria de mí en toda la serie de los siglos.

29*Los que de mí comen, tienen siempre hambre de mí, y tienen siempre sed los que de mí beben.

30El que me escucha, jamás tendrá de qué avergonzarse; y los que se guían por mí, no pecarán.

31*Los que me esclarecen, obtendrán la vida eterna.

La sabiduría de la ley

32*Todas estas cosas contiene el libro de la vida, que es el testamento del Altísimo y el conocimiento de la verdad.

33Moisés intimó una ley de preceptos justos, en herencia a la casa de Jacob, con las promesas hechas a Israel.

34*Puso a su siervo David para suscitar de él un Rey fortísimo, que se sentase sobre un trono de gloria para siempre.

35*Rebosa en sabiduría como el Fisón y el Tigris en la estación de los nuevos frutos;

36desborda inteligencia, como el Éufrates, y crece más y más, como el Jordán en el tiempo de la siega;

37derrama la ciencia como la Faz, e inunda como el Gihón en la estación de la vendimia.

38*Él es el primero que la conoce perfectamente, otro que sea menos fuerte no la comprende.

39*Porque son más vastos que el mar sus pensamientos, y sus consejos más profundos que el grande abismo.

40Yo, la sabiduría, derramé los ríos.

41*Yo como canal de agua inmensa, derivada del río, y como acequia sacada del río, y como un acueducto, salí del paraíso.

42Yo dije: “Regaré los plantíos de mi huerto, y hartaré de agua los frutales de mi prado.”

43Y he aquí que mi canal ha salido de madre, y mi río se iguala a un mar.

44*Porque la luz de mi doctrina, con que ilumino a todos, es como la luz de la aurora, y seguiré esparciéndola hasta los remotos tiempos.

45*Penetraré todas las partes más hondas de la tierra, visitaré a todos los que duermen, e iluminaré a todos los que esperan en el Señor.

46*Proseguiré difundiendo la doctrina como profecía, y la dejaré a aquellos que buscan la sabiduría, y no cesaré de anunciarla a toda su descendencia hasta el siglo santo.

47*Observad cómo no he trabajado para mí solo, sino para todos aquellos que andan en busca de la verdad.



* 1. Hasta aquí es el Eclesiástico el que alaba a la Sabiduría. Ahora nos invita a oír cómo Ella misma en un lenguaje de sublimidad sobrehumana, relata su origen divino y los dones con que Dios la ha dotado. Véase Proverbios capítulo 8; Sabiduría capítulo 7 y 8.

* 2. Los escuadrones de Dios: son la milicia celestial, los ángeles. En griego: Ella (la Sabiduría) se glorificará delante de la Majestad de (Dios).

* 3 s. Faltan en griego y hebreo. Son como una aclaración de lo ya dicho en los versículos 1 y 2 sobre el pueblo. Los santos y los escogidos: el pueblo de Israel (versículo 11 y nota), y, en sentido profético la Iglesia, esposa del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9). Véase Salmo 21, 28 ss.; 68, 36 s. y nota.

* 5. Empieza aquí a hablar la Sabiduría misma, como Verbo eterno del Padre. Véase el prólogo del Evangelio según San Juan y Proverbios 30, 4 y nota; Colosenses 1, 15, etc. La boca del Altísimo: su espíritu, su inteligencia, su palabra. Oigamos cómo un escritor pagano explica este misterio: “Del mismo modo, dice Séneca, que los rayos del sol, al bajar a la tierra permanecen en el sol que los envía, el grande espíritu viene para hacernos conocer las cosas divinas, conversa con nosotros, pero permanece unido a su origen” (Epístola 41). Mejor que el filósofo pagano lo explican San Juan y San Pablo. Todo el Evangelio de San Juan y su primera Carta no son otra cosa que un comentario a este misterio. “Os anunciamos, dice el Discípulo dilecto, la vida eterna que estaba en el Padre” (I Juan 1, 2). Cf. Sabiduría 8, 1; Colosenses 1, 17; Génesis 1, 1 y notas).

* 6. La luz indeficiente: falta en griego y hebreo, pero expresa un concepto muy exacto: El Verbo era la Luz (Juan 1, 9). Jesús lo confirma (Juan 8, 12; 12, 46). Y la vida, que en Él estaba, se nos comunica a los hombres en forma de luz (Juan 1, 4). Esta luz, que vivifica, está en las palabras que Él habló (Juan 6, 63 y 68; Vulgata 6, 64 y 69; 17, 17; II Timoteo 1, 10) y que nos dejó en su Evangelio para que ellas nos hiciesen creer en Él (Juan 20, 31; Lucas 1, 4; Romanos 10, 17) y creyendo seamos hechos hijos de Dios como Él (Juan 1, 12 s.).

* 11. Sujeté... pequeños: agregado de la Vulgata. La heredad del Señor: el pueblo de Israel, Véase versículo 13-16.

* 12. Las palabras: Reposó en mi tabernáculo que se leen en algunas fiestas de la Virgen, no son una profecía de la gestación de Jesús en el seno de la Virgen. Aquí se trata, además, de otro problema. El texto griego no dice: “reposó en mi tabernáculo”, sino “fijó mi tabernáculo”, esto es, lo fijó en Israel, como lo expresan claramente los versículos que siguen: “Y me dijo: Habita en Jacob, y sea Israel tu herencia” (versículo 13); “y así fijé mi estancia en Sión y fue el lugar de mi reposo la Ciudad Santa” (versículo 15). Esta y otras muchas diferencias textuales, tan frecuentes en este Libro, deben enseñarnos a ser muy cuidadosos antes de sacar consecuencias por pura complacencia sentimental. Véase la nota 24.

* 14. Recibí yo el ser: La divina Sabiduría se hizo hombre en el tiempo, pero ya existía antes, desde la eternidad (Proverbios 8, 22 y nota). Y en el tabernáculo, etc.: He aquí el Sacerdocio eterno de Cristo (Hebreos 5, 6; Salmo 109, 4). Es decir, que también el culto era obra de la Sabiduría, la cual oficiaba como Sacerdotisa (Vaccari) en los sacrificios y ceremonias, ya desde el Tabernáculo de Moisés (Éxodo capítulos 25-28) y luego en el Templo (I Reyes 6). Cuando se encarnó, siguió rogando al Padre por nosotros y por nuestras obras (Juan 17, 9, 20 y 24), y también por sus verdugos (Isaías 53, 12; Lucas 23, 34). Y todavía hoy continúa sin cesar “intercediendo por nosotros” a la diestra del Padre (Romanos 8, 34; Hebreos 7, 25), hasta su retorno triunfante en que “transformará nuestro vil cuerpo y le hará semejante al suyo glorioso” (Filipenses 3, 20 s.).

* 15. Véase 36, 15. “El griego tiene una variante delicada: En la ciudad amada: Jerusalén, la ciudad querida entre todas por Yahvé. Véase Salmo 86, 2; 131, 13” (Fillion). Sobre el Monte Sión, véase Salmo 64, 2.

* 16. El pueblo glorioso, la porción de mi Dios, la herencia, la multitud de los santos: sinónimos para señalar al pueblo escogido (Salmo 105, 5 y nota), donde el Verbo ya obraba místicamente desde antes de encarnarse. Y mi habitación fue, etc., es propio de la Vulgata.

* 17. Sión: griego: Hermón, la cumbre del Antilíbano.

* 23. Véase la imagen de la vid en Juan 15, 1 s.

* 24. Los versículos 24 y 25 faltan totalmente en el hebreo. La aplicación que la Liturgia hace a la Santísima Virgen de éste y otros textos relativos a la Sabiduría increada, es puramente acomodaticia, como puede verse también en Proverbios 8, 27 y nota. El sentido espiritual de esas aplicaciones nos recuerda que María es quien aprovechó más plenamente las enseñanzas de esa Sabiduría divina que había de encarnarse en Ella (Lucas 2, 19 y 51; 11, 28). “La Virgo Sapientísima”, lejos de atribuirse a sí misma el ser la Sabiduría, nos dice al contrario que es la esclava del Señor (Lucas 1, 38); que Él es su Salvador y puso los ojos en la nada de su sierva (ibíd. 1, 48) y que, si todas las generaciones la llamarán dichosa, es porque en Ella hizo grandes cosas el único que posee en propiedad el Poder, la Santidad y la Misericordia (ibíd. 1, 49 ss.) y que elige a los humildes para exaltarlos y a los hambrientos para saciarlos.

* 25. Falta en el texto original. La gracia del camino, es decir, la gracia de conocer la verdad y de atinar con el camino que lleva a ella. Virtud; fortaleza.

* 29 s. El contraste de este pasaje con Juan 4, 13 s., contiene una enseñanza magnífica: La sabiduría, al mismo tiempo que quita la sed de vanagloria y el hambre de las bellotas que ofrece el mundo, nos despierta un ansia insaciable por penetrar cada vez más en los pensamientos de Dios que Él nos descubre en la Escritura (fe), y una ambición sin límites por alcanzar su amistad (caridad) y sus promesas (esperanza). El Divino Padre se complace al ver que sus hijos aprecian así sus dones, y entonces los aumenta cada vez más. Véase Salmo 80, 10 y nota; Daniel 9, 23; 10, 11 y 19, y el tremendo anuncio de Amos 8, 11 s.

* 31. Los que me esclarecen; o sea, “los que me dan a conocer a los demás, especialmente a los pequeñuelos, y a los hambrientos que piden el pan de la divina palabra. Véase San Bernardo, Sermón 39, sobre el Cantar de los Cantares.” (Páramo). Coincide con Daniel 12, 3.

* 32. Aquí retoma la palabra el Eclesiástico para exponer cómo la Sabiduría se manifiesta en la Ley de Moisés, y para esclarecer algunos puntos. El libro de la vida, el Testamento del Altísimo, son expresiones que señalan las Sagradas Escrituras, en particular la Ley de Moisés y los Profetas.

* 34. “Este versículo y parte del anterior faltan desgraciadamente en el griego” (Fillion). El Rey fortísimo que saldrá de la estirpe de David, es Cristo (II Reyes 7, 16). Puso: falta el sujeto: Dios.

* 35 ss. Rebosa: el Libro de la Ley (versículo 32). Fisón y Sehón o Gihón (versículo 37) son ríos del Paraíso (Génesis 2, 11 ss.). El Tigris y el Éufrates (versículo 36) se mencionan aquí no sólo por su abundante agua sino más bien por su relación con el Paraíso (Génesis 2, 14). Es muy de notar el elogio que Dios hace aquí de las leyes de Moisés como llenas de sabiduría aun en sus disposiciones de orden temporal. No puede sorprendernos que así sea, tratándose de la única legislación civil, penal, social y política dictada por el mismo Dios. Lo que si sorprende es la poca atención que a ella se ha prestado en las instituciones jurídicas posteriores, tanto del Derecho Romano como en el moderno. Véase Éxodo 21 ss.; Levítico 24 s.; Números 35 s.; Deuteronomio 11 ss.; Nehemías 9, 38; Salmo 80, 4 y las notas respectivas.

* 38. En griego y hebreo: El primero (que la ha estudiado) no acaba de conocerla perfectamente, y el último tampoco la agotará. Véase 18, 5 s.; Salmo 138, 6 y notas. ¡Qué inmenso consuelo el saber que tenemos en las Escrituras un mar sin orillas (versículo 39), cuya exploración jamás se agota y que por tanto no puede nunca hastiarnos, pues nunca llegaremos a encontrarle el límite, como a los demás libros! ¡Qué estímulo para despertar en los estudiosos el amor a los estudios bíblicos que los Sumos Pontífices recomiendan cada día más a sacerdotes y laicos!

* 39. Esto nos muestra que la doctrina divina está llena de secretos de santidad y no es simplemente la de un juez que premia o castiga.

* 41 ss. Según la Vulgata habla la Sabiduría (véase versículo 32). Vaccari, según el hebreo (y también el griego), hace notar que quien habla en este grandioso pasaje, podría ser el mismo autor del Eclesiástico, el cual dice que empezó queriendo sacar un canal del océano de la Ley y los Profetas, para regar tan sólo su jardín, es decir, su propia alma; pero que luego le llegó por ese arroyo tal abundancia de sublime doctrina, que su río desbordó hasta hacerse mar (véase Ezequiel 47, 5), esto es, lo llevó a querer comunicar a todos (versículo 47) en este Libro, los tesoros que él había recibido. Tal es el fruto apostólico que da siempre el estudio de las Escrituras. La predicación, dice Santo Tomás, consiste en trasmitir a los otros lo que hemos aprendido de Dios; “Contemplata aliis tradere”. Véase 33, 16-18.

* 44. Este versículo y el 47 forman respectivamente el Ofertorio y la Comunión en la Misa de San Ireneo, Obispo y Mártir, “llamado el Padre de la Teología católica y áureo anillo que une el Evangelio a la doctrina de los Padres”.

* 45. “Parece una profecía del descenso de Cristo a los infiernos” (Scío). Los que duermen: los muertos.

* 46. Hasta el siglo santo: según el hebreo y el griego; a los siglos o generaciones venideras. Véase 33, 18; 51, 35.

* 47. Para mí solo: Si es Cristo quien habla aquí como Sabiduría personificada, cuadra muy bien con su misión, porque Él no buscó su propia gloria sino que se sacrificó por la salvación de todos.