Iglesia Remanente

Eclesiástico 2

   

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Constancia en la tentación

1*Hijo, entrando en el servicio de Dios, persevera firme en la justicia, y en el temor, y prepara tu alma para la tentación.

2*Humilla tu corazón, y ten paciencia; inclina tus oídos y recibe los consejos prudentes; y no agites tu espíritu en tiempo de la oscuridad.

3*Aguarda con paciencia lo que esperas de Dios. Estréchate con Dios, y ten paciencia, para que a tu fin sea próspera tu vida.

4Acepta todo cuanto te enviare, en los dolores sufre con constancia, y lleva con paciencia tu abatimiento.

5*Pues como en el fuego se prueba el oro y la plata, así los hombres aceptos se prueban en la fragua de la humillación.

Confianza en Dios

6Confía en Dios, y Él te sacará a salvo; endereza tu camino, y espera en Él; conserva su temor, hasta el fin de tus días.

7Vosotros los temerosos del Señor, aguardad su misericordia; nunca os desviéis de Él, porque no caigáis.

8Los que teméis al Señor, creed a Él; pues no se malogrará vuestro galardón.

9*Los que teméis al Señor, esperad en Él; que su misericordia vendrá a consolaros.

10Los que teméis al Señor, amadle y serán iluminados vuestros corazones.

11*Contemplad, hijos, las generaciones de los hombres: y veréis cómo ninguno, que confió en el Señor, quedó burlado.

12*Porque, ¿quién perseveró en sus mandamientos que fuese desamparado? ¿O quién le invocó que haya sido despreciado?

13Pues Dios es benigno y misericordioso; en el día de la tribulación perdonará los pecados; y es protector de cuantos de veras le buscan.

¡Ay del hombre de corazón doble!

14* ¡Ay del que es de corazón doble, y de labios malvados, y de manos facinerosas! ¡Ay del pecador que anda sobre la tierra por dos senderos!

15 ¡Ay de los hombres de corazón flojo, que no confían en Dios, que por lo mismo no serán protegidos por Él!

16¡Ay de los que pierden la paciencia, y abandonan los caminos rectos, y se van por sendas torcidas!

17 ¿Qué harán cuando comience el Señor su juicio?

Fidelidad a Dios

18*Los que temen al Señor no dejarán de creer en su palabra; y los que le aman seguirán su camino.

19*Los que temen al Señor inquirirán lo que le es agradable; y aquellos que le aman estarán penetrados de su ley.

20*Los que temen al Señor prepararán sus corazones; y en la presencia de El santificarán sus almas.

21Los que temen al Señor guardan sus mandamientos; y tendrán paciencia hasta el día que los visite,

22*diciendo: Si no hacemos penitencia, caeremos en las manos del Señor, y no en manos de hombres.

23Porque cuanto Él es grande, otro tanto es misericordioso.



* 1. Desde el Antiguo Testamento se nos enseña que las luchas y tentaciones son pruebas de la fe. Si las llevamos con paciencia nos purifican y nos unen más fuertemente con Dios. Si el alma, dice, San Gregorio, se une vigorosamente a Dios, las amarguras se convierten en dulzura, y toda aflicción es para ella un descanso (Lib. V. Moral.). Cf. Ester 13, 18; Proverbios 3, 12; Sabiduría 3, 5; 11, 11; Santiago 1, 2 ss.

* 2. Ten paciencia: Scío vierte: sufre; Bover-Cantera: muéstrate firme; Nácar-Colunga: soporta con paciencia. La Vulgata expresa todo esto con la sola palabra lapidaria: ¡sústine!, que debería estar en el escudo de todos los que luchan bajo la bandera de Cristo. ¡No agites tu espíritu! Suavísima norma que nos muestra con qué caridad nos ama Dios. La sabiduría está en la serenidad confiada, que sabe aguardar la salud que viene de Dios (Lamentaciones. 3, 22-26) y orar (Santiago 5, 13). esperando que Él obre (Salmo 36, 5 y nota), sin entregarse a los escrúpulos e inquietudes con que Satanás quiere llevarnos a la desesperación. Esa difícil pasividad es mayor acto de fe que cualquier actividad insensata y febril. Cf. Tobías 2, 12 y nota.

* 3. Este versículo ha sufrido muy diversas versiones. Scío: Aguarda si tarda Dios, únete con Dios y sufre para que a lo postrero crezca tu vida. Nácar-Colunga: Adhiérete a Él y no te separes, para que tengas buen éxito en tus postrimerías. Bover-Cantera: Pégate a Él y no te alejes, para que crezcas en tus últimos momentos. Todas las versiones hacen pensar en- la suerte final y la vida eterna.

* 5. Véase 4, 18 ss.; Sabiduría 3, 6; I Corintios 3, 13; I Pedro 1, 7. Los hombres aceptos, es decir, los hombres gratos a Dios.

* 9 s. Esperad en Él, etc.: Hebreo y griego: esperad bienes y gozo y misericordia. El versículo 10 no figura en los originales y parece puesto para añadir la caridad a la fe (versículo 8) y a la esperanza (versículo 9). Nótese la impresionante repetición del comienzo de estos versos y de los versos 18 ss.: los que teméis al Señor.

* 11. Los antiguos decían: “Historia discimus”: la Historia es Maestra en enseñarnos lo que aguarda a quienes no obedecen a Dios. Véase Salmo 36, 25; 62, 7 y notas.

* 12. “Al que viene a Mí no le echaré fuera” (Juan 6, 37).

* 14. Por dos senderos: Es lo mismo que: “Ninguno puede servir a dos señores”, dice el Señor único (Mateo 6. 24).

* 18. Es la gran promesa de Juan 14, 23. El que no ama no tiene fuerza (ibíd. versículo 24). El amor consiste principalmente en soportar las penalidades de la vida. “Los que llegan a la perfección, nunca piden al Señor que los libre de tribulaciones y pruebas, sino que las ansían y aprecian tanto como los hijos del siglo aprecian las riquezas, el oro y las piedras preciosas. Saben que especialmente en tiempos de tribulación y tentaciones es fácil enriquecerse” (Santa Teresa de Jesús).

* 19. Lo que es agradable: No todo es cuestión de obligación cuando se trata de un Padre (1, 34). Véase 7, 40 y nota.

* 20. Santificarán sus almas: en griego: se humillarán delante de Él. La primera de las gracias, dice San Bernardo, es el temor de Dios. El que lo recibe y obedece a sus inspiraciones, detesta toda iniquidad... Sin aquella gracia, que es el principio de la piedad, ningún bien se desarrolla ni se multiplica. Como la falsa seguridad es el manantial de todas las iniquidades, así el temor del Señor es el principio, la base y la custodia de todos los bienes” (‘Los Dones del Espíritu Santo’, c. 1).

* 22. s. En hebreo sigue al versículo 20 y dice, al revés: Arrojémonos en las manos de Dios y no en las de los hombres, porque cuanto Él es, etc. Las palabras si no hacemos penitencia, parecen añadidas y “cambian todo el sentido, en contraste con el versículo 23” (Bonacorsi). David expresó igual confianza en la suavidad de Dios (II Reyes 24, 14), y nos reveló que su misericordia es tan alta como el cielo (Salmo 102, 11).