Iglesia Remanente
APOCALIPSIS 2

 

1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22            

 

LAS SIETE CARTAS

 

Carta a la Iglesia de Éfeso. 1 Al ángel de la Iglesia de Éfeso escríbele: “Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los siete candelabros de oro*: 2 Conozco tus obras, tus trabajos y tu paciencia, y que no puedes sufrir a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos*. 3 Y tienes paciencia, y padeciste por mi nombre, y no has desfallecido. 4 Pero tengo contra ti que has dejado tu amor del principio. 5 Recuerda, pues, de donde has caído, y arrepiéntete, y vuelve a las primeras obras; si no, vengo a ti, y quitaré tu candelabro de su lugar*, a menos que te arrepientas. 6 Esto empero tienes: que aborreces las obras de los Nicolaítas, que yo también aborrezco*. 7 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que está en el Paraíso de Dios”*.

 

A la Iglesia de Esmirna. 8 Al ángel de la Iglesia de Esmirna escríbele: “Estas cosas dice el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida: 9 Conozco tu tribulación y tu pobreza –pero tú eres rico– y la maledicencia de parte de los que se llaman judíos y no son más que la sinagoga de Satanás. 10 No temas lo que vas a padecer. He aquí que el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel; es para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida*. 11 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: El vencedor no será alcanzado por la segunda muerte”*.

 

A la Iglesia de Pérgamo. 12 Al ángel de la Iglesia de Pérgamo* escríbele: “El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13 Yo sé donde moras: allí donde está el trono de Satanás*: y con todo retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas, el testigo mío fiel, fue muerto entre vosotros donde habita Satanás. 14 Pero tengo contra ti algunas pocas cosas, por cuanto tienes allí a quienes han abrazado la doctrina de Balaam, el que enseñaba a Balac a dar escándalo a los hijos de Israel, para que comiesen de los sacrificios de los ídolos y cometiesen fornicación*. 15 Así tienes también a quienes de manera semejante retienen la doctrina de los Nicolaítas. 16 Arrepiéntete, pues; que si no, vengo a ti presto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca*. 17 Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré del maná oculto; y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo que nadie sabe sino aquel que la recibe”*.

 

A la Iglesia de Tiatira. 18 Al ángel de la Iglesia de Tiatira escríbele: “Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llamas de fuego, y cuyos pies son semejantes a bronce bruñido: 19 Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu beneficencia y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 20 Pero tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel, que dice ser profetisa y que enseña a mis siervos y los seduce para que cometan fornicación y coman lo sacrificado a los ídolos*. 21 Le he dado tiempo para que se arrepienta, mas no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí que a ella la arrojo en cama, y a los que adulteren* con ella, (los arrojo) en grande tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 Castigaré a sus hijos con la muerte, y conocerán todas las Iglesias que Yo soy el que escudriño entrañas y corazones; y retribuiré a cada uno de vosotros conforme a vuestras obras. 24 A vosotros, los demás que estáis en Tiatira, que no seguís esa doctrina y que no habéis conocido las profundidades, como dicen ellos, de Satanás: no echaré sobre vosotros otra carga*. 25 Solamente, guardad bien lo que tenéis, hasta que Yo venga. 26 Y al que venciere y guardare hasta el fin mis obras, le daré poder sobre las naciones*, 27 –y las regirá con vara de hierro, y serán desmenuzados como vasos de alfarero– 28 como Yo lo recibí de mi Padre; y le daré la estrella matutina*. 29 Quien tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias*”.



1. Al ángel: palabra de sentido oscuro (1, 20 y nota). En cuanto al estilo de las siete cartas, los expositores hacen notar que todas llevan la misma estructura y la misma distribución de los elementos constitutivos: indicación del destinatario, examen del estado de la Iglesia, exhortación y promesa. Nótese también al comienzo de cada carta la referencia a alguno de los atributos de Cristo mencionados en su descripción de 1, 12-16 y la fórmula cada vez más apremiante en que Jesús anuncia su Venida: Vengo a ti (2, 5); vengo a ti presto (2, 16); hasta que Yo venga (2, 25); vendré como ladrón (3, 3); mira, pronto vengo (3, 11); estoy a la puerta y golpeo (3, 20).

2. Los que se dicen apóstoles y no lo son: Según Battifol, Zahn y otros, se trata de los mismos jefes de los nicolaítas (vv. 6 y 14). S. Pablo ya en su tiempo los caracteriza como disfrazados de apóstoles de Cristo (2 Co. 12, 11) y los llama irónicamente superapóstoles (2 Co. 11, 5 y 13) porque quieren ir más adelante que Él (2 Jn. 9; cf. Col. 2, 8 y 16 y notas). S. Juan enseña a defenderse de ellos en 1 Jn. 4, 1 ss.

5. Quitaré tu candelabro: te expulsaré de entre los santos y daré tu sitio a otro. ¡Cuántas veces no hemos visto análogas remociones! Países enteros que antes se llamaban cristianos son ahora musulmanes. Cf. Sal. 74, 9; Mt. 21, 41.

6. Nicolaítas (cf. v. 15): créese que fuera una secta de falso ascetismo, que prohibía el matrimonio, el vino y el consumo de carne (véase Hch. 6, 5; Col. 2, 16 y notas). S. Ireneo dice que vivían indiscretamente, por lo cual se duda, dice Allo, si su abuso consistía en entregarse a los placeres de la carne, o a la inversa, a una maceración excesiva. Algunos la explican por su etimología, de nikao (conquistar) y laos (pueblo) y piensan que el nicolaísmo era odioso a Dios porque pretendía dominar a las almas so capa de religiosidad, contrariando lo enseñado por Jesús en Mt. 23, 8 (cf. v. 2 y nota). Observa Pirot a este respecto que el sentido de esa palabra en griego equivale al de Balaam en hebreo. Cf. v. 14 y nota.

7. El árbol de la vida: literalmente el leño (xylon) lo mismo que en 22, 2. Así también llaman los LXX al que estaba en el Paraíso (Gn. 2, 9; 3, 22). El árbol de la vida es Cristo, dice S. Beda y de Él se priva el soberbio que, como Adán, pretende poseer la ciencia (la gnosis dicen los LXX) del bien y el mal. Sobre esos gnósticos, cf. 3 Jn. 9 y nota. “La referencia a las imágenes de Gn. 2, 9 (árbol de vida del Paraíso) recuerda uno de los temas favoritos del apocalíptico, el del retorno a los orígenes: habrá al fin de los tiempos una nueva creación (Is. 41, 4; 43, 18 s.; 44, 6), nuevos nombres (Is. 62, 2), una reedición de la paz entre hombres y animales (Ez. 34, 25)” (Pirot).

10. Fiel hasta la muerte: esto es, no sólo hasta el fin (Mt. 10, 22; 24, 13), sino hasta exponer la vida y darla si es necesario como lo hizo Jesús (véase Jn. 10, 11 y nota). Tal es el caso de los mártires, cuya virtud no consiste en desear la muerte (cf. Hch. 9, 24 s.; 2 Co. 5, 3 s. y notas) sino en la fidelidad con que dan testimonio de Cristo. “No padecer ni morir, dice Santa Teresa de Lisieux, sino lo que Dios quiera”. Esa es la espiritualidad evangélica, la verdadera infancia espiritual, que no presume de las propias fuerzas (cf. Jn. 13, 37 s.; 18, 25 ss.), ni pretende, como dice Job, hacer favores a Dios, ni piensa que Él se complace en nuestros dolores (Sal. 102, 13 y nota), antes cree a Jesús cuando nos revela que el primero en el Reino será el que más se parezca a los niños (Mt. 18, 1 ss.), los cuales no son heroicos sino que son confiados y por lo tanto dóciles. Cf. Sal. 130, 1 y nota. Sobre la presunción, véase Kempis L. 3, cap. 7, 2 s.

11. La segunda muerte es el estanque de fuego y azufre (20, 14; 21, 8). En 20, 6 se menciona la misma bienaventuranza prometida aquí.

12. La ciudad de Pérgamo, situada en el norte del Asia Menor, era famosa por el culto de los Césares y por sus esplendidísimos templos, entre ellos el de Asclepio (Esculapio), que atraía a muchos peregrinos, y un suntuoso y blasfemo altar de Júpiter como salvador (Zeus Soter), levantado en una altura de trescientos metros sobre la ciudad.

13. Donde está el trono de Satanás: Aunque esta iglesia era quizá la que estaba dominada por el obispo Diótrefes que combatía a S. Juan (cf. la introducción a las Epístolas joáneas), esta expresión parece aquí, con mayor amplitud, referirse al espíritu mundano, pues el mismo Juan nos enseña que el mundo todo está asentado sobre el maligno (1 Jn. 5, 19), el cual es su príncipe (Jn. 14, 30). Algunos lo explican refiriéndolo al culto de Júpiter o al de Esculapio (v. 12 y nota) cuyo emblema era una serpiente, suponiendo que ésta podría simbolizar a Satanás (cf. 20, 2). Otros piensan en la persecución que había en Pérgamo.

14 s. Sobre Balaam (Nm. 24, 3; 25, 2; 31, 16), véase Judas 11 y nota. La doctrina de Balaam, muy de acuerdo con la de los Nicolaítas (v. 6; Hch. 6, 5 y notas), es la del que enseñó a los hijos de Israel a fornicar con los extranjeros y está aplicada aquí en sentido religioso (como la Jezabel del v. 20) a la fornicación espiritual, que ya no es con los ídolos como en el antiguo Israel (Os. 14, 4 y nota) sino con los poderosos de la tierra (17, 2; 18, 3), es decir, a la que vive en infiel maridaje con el mundo (St. 4, 4), olvidando su destino celestial y la fugacidad de su tránsito por la peregrinación de este siglo (Ga. 1, 4 y nota).

16. La espada de mi boca: véase 1, 16 y nota.

17. Maná oculto: cf. Sal. 77, 24 imagen que significa nueva vida espiritual. Piedrecita blanca, señal de elección. En piedras blancas (“albo lapillo”) se escribían para memoria los nombres de los que habían de ser coronados en el certamen. Nombre nuevo: cf. 3, 12; 22, 4; Is. 62, 2; 65, 15. El nombre nuevo en la Biblia es como un nuevo ser: “El nombre escrito, probablemente el del Verbo (19, 13), será gustado por cada uno de los fieles vencedores; su experiencia de Cristo será íntima y personal” (Gelin).

20. Jezabel, nombre de la mujer del rey Acab, la cual hizo idolatrar al pueblo de Israel (1 R. 16, 31). Aquí se da este nombre como símbolo, aplicándolo, según Pirot, a “una profetisa que, ocupando sin duda en esa Iglesia una situación oficial, predica el error nicolaíta (vv. 6 y 14 s.)”. Sobre lo sacrificado a los ídolos, cf. v. 24 y nota.

22. Adulteren: en el sentido de idolatría y falsa doctrina. Cf. v. 14 y nota.

24. Las profundidades de Satanás: Los gnósticos pretendían dar una ciencia de los secretos divinos –de ahí su nombre– y en realidad eran impostores y sus llamados misterios y su ciencia secreta eran inventos de Satanás que llenaban a los adeptos de soberbia e impiedad. Véase 22, 10; 2 Jn. 9 y notas. Otra carga: Pirot recuerda aquí la abstención de los sacrificios a los ídolos (v. 20), prohibición judía que se extendió a los gentiles en Hch. 15, 20 y 28 s. S. Pablo les había prevenido que en cuestión de comidas sólo se trataba de evitar el escándalo a otros que juzgan (Rm. cap. 14; 1 Co. cap. 8). Más tarde en Col. 2, 16 dice claramente: “Nadie, pues, os juzgue, en comida o en bebida”. ¿Qué alcance tenían entonces estas advertencias de S. Juan, hechas muchos años después de Pablo y que parecerían judaizantes? No es fácil explicarlo, Véase también 1 Co. 10, 14-30; Hb. 13, 9. Fillion se inclina a pensar que significa no participar en los castigos que recibirá Jezabel.

26 s. Allo refiere esto al triunfo de Cristo que se cumplirá en la Parusía. Cf. Sal. 2, 8 s.; 109, 5 ss.; 149, 6 ss. y notas.

28. Como yo lo recibí, etc. Es lo que Jesús prometió personalmente a los suyos en Lc. 22, 29 s. La estrella matutina (la Vulgata dice Lucifer: el lucero; cf. Sal. 109, 3 y nota) es símbolo de Cristo y de su gloria. Véase 22, 16. Así lo anunció Balaam, como la estrella de Jacob (Nm. 24, 15-19). Es decir, pues, que aquí Cristo se nos promete Él mismo (22, 12 y nota). Pero ¿acaso el árbol de la vida (v. 7), el maná oculto (v. 17) no son también figuras de Él? Porque Él será nuestro verdadero premio. Cf. 3, 4 s.