Miércoles y
Domingo 1. La Resurrección del Señor. 2. La Ascensión del Señor. 3. La Venida del Espíritu Santo. 4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos. 5. La Coronación de la Santísima Virgen. |
1. La gloriosa resurrección del Hijo de Dios.- El triunfo de Jesús. Es el primer día de la semana y las mujeres quieren hacer el último servicio al Señor: ungir su cuerpo. Y se encuentran con algo más de lo que podían esperar: el sepulcro vacío. Cristo ha vencido a la muerte y queda así culminada la redención.
2. La ascensión del Señor a los cielos.- La llamada al
apostolado. Jesús ha estado con sus discípulos cuarenta días para darles
la alegría de su compañía, y las últimas instrucciones. Pero llega el
momento de la despedida, es el momento de actuar, de llevar el mensaje
de Cristo por todos los rincones del mundo.
3. La venida del Espíritu Santo sobre el Colegio apostólico y
María Santísima.- El comienzo del caminar histórico de la
Iglesia. Los apóstoles se quedan en Jerusalén esperando la venida del
Espíritu Santo, y María, en medio de ellos, les enseña a perseverar en
la oración. La Iglesia había sido fundada por Cristo, para hacer
presente a Dios en medio de los hombres a lo largo de toda la historia.
4. La asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a los cielos.-
La esperanza del cielo. Tú, María has sido creada por Dios como la más
excelsa de las criaturas, y ahora el Señor no ha querido que tú, su
Madre Santísima, conocieras la corrupción del sepulcro, por eso te abre
las puertas del cielo. Eres así nuestra esperanza más firme, porque nos
muestras un anticipo de lo que será nuestra resurrección gloriosa.
5. La Coronación de María Santísima como Reina y Señora de todo
lo creado.- La intercesión de María. Padre, Hijo y Espíritu
Santo han salido a tu encuentro para coronarte, porque eres Reina de
cielos y tierra. Ante ti, María los ángeles y los santos te colman de su
alabanza, porque eres Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de
Dios Espíritu Santo, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad. Por
eso, porque eres la omnipotencia suplicante, acudimos a ti María,
sabiendo que no vas a desechar nuestras súplicas, Virgen gloriosa y
bendita.