Iglesia Remanente

Judit 10

     

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Judit va al campamento de los asirios

1Cuando cesó de clamar al Señor, se levantó del lugar en que estaba postrada delante del Señor. 2Llamó a su criada, bajó a su habitación, se quitó el cilicio, y se despojó de los vestidos de viuda. 3Luego lavó su cuerpo, se ungió con ungüento preciosísimo, aderezó el cabello de su cabeza, sobre el cual se puso un turbante, se atavió con los vestidos de fiesta, se calzó las sandalias, tomó sus brazaletes, el collar, los zarcillos y las sortijas, y se adornó de todos sus atavíos. 4*Además le añadió el Señor belleza, porque toda esta compostura no provenía de lasciva pasión, sino de virtud; y por eso el Señor dio mayor realce a su hermosura, de modo que a los ojos de todos parecía de una incomparable belleza. 5Entregó a su criada una bota de vino, un frasco de aceite, trigo tostado, tortas de higos, panes y queso, y se puso en camino.

6Al llegar a la puerta de la ciudad, hallaron a Ocías y los ancianos de la ciudad, que estaban esperando. 7Al verla quedaron en extremo asombrados de su hermosura, 8pero sin preguntarle palabra, la dejaron pasar diciendo: “El Dios de nuestros padres te dé su gracia, y confirme con su poder todos los designios de tu corazón, para que Jerusalén se gloríe de ti y tu nombre figure en el número de los santos y justos.” 9Y todos los que allí estaban dijeron a una voz: “¡Así sea! ¡Así sea!” 10Mas Judit pasó por las puertas, con su criada, orando al Señor.

Judit es llevada a Holofernes

11Bajando por el monte, al rayar el día, le salieron al paso los centinelas de los asirios, que la detuvieron, diciendo: “¿De dónde vienes? ¿Y adónde vas?” 12* “Soy una de las hijas de los hebreos, respondió, y he huido de ellos, porque sé que han de ser presa vuestra; por cuanto menospreciándoos no han querido entregarse voluntariamente para hallar misericordia delante de vosotros. 13Por esto pensé y dije para conmigo: «Voy a presentarme al príncipe Holofernes, para descubrirle los secretos de los hebreos e indicar el camino por donde pueda tomarlos, sin perder ni un hombre siquiera de su ejército».” 14Oyendo aquellos soldados sus palabras, contemplaron su cara, y se les leía en los ojos el asombro; tan encantados estaban de su belleza. 15Y le dijeron: “Has salvado tu vida, tomando la resolución de venir a nuestro señor; 16*pues ten por cierto que al presentarte delante de él, te tratará bien y serás muy agradable a su corazón.” Con esto la condujeron al pabellón de Holofernes, dándole noticia de ella.

17Apenas estuvo ella en su presencia, quedó Holofernes inmediatamente preso de sus ojos. 18*Y le dijeron sus oficiales: “¿Quién podrá menospreciar al pueblo de los hebreos, que tiene mujeres tan bellas? ¿No merecen éstas más bien que les hagamos la guerra para adquirirlas?” 19Cuando Judit vio a Holofernes sentado bajo su dosel, que era de púrpura, entretejido de oro con esmeraldas y piedras preciosas, 20fijó los ojos en su rostro y lo adoró, postrándose en tierra, más los siervos de Holofernes, la levantaron por mandato de su señor.

 



* 4. Judit no se adornaba por vanidad ni deseo culpable sino únicamente con el fin de salvar la patria, según lo había dispuesto Dios. Y así el Señor le dio el éxito y la hizo volver sin la menor mancha (13, 20).

* 12. Cf. 9. 13 y nota.

* 16. En el griego se añade otro testimonio de la admiración de los asirios hacia Judit: ¿Quién despreciará a ese pueblo que tiene tales mujeres? No conviene dejar subsistir ni uno solo de ellos (judíos), pues serían capaces de seducir (con sus mujeres) a toda la tierra.

* 18. Era costumbre de guerra repartir entre los vencedores las mujeres de los vencidos.