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CORINTIOS |
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Excomunión de un incestuoso.
1
Es ya del dominio público que entre
vosotros hay fornicación, y fornicación tal, cual ni
siquiera entre los gentiles, a saber: que uno tenga la mujer
de su padre*.
2
Y vosotros estáis engreídos, en vez de andar de luto,
para que sea quitado de en medio de vosotros el que tal
hizo.
3
Pero yo, aunque ausente en cuerpo, mas presente en
espíritu, he juzgado, como si estuviese presente, al que tal
hizo.
4
Congregados en el nombre de nuestro Señor Jesús
vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús,
5
sea entregado ese tal a Satanás, para destrucción de
su carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del
Señor Jesús*.
6
No es bueno que
os jactéis así. ¿Acaso no sabéis que poca levadura pudre
toda la masa?*
7
Expurgad la vieja levadura, para que seáis una masa
nueva, así como sois ázimos porque ya nuestra Pascua,
Cristo, ha sido inmolada*.
8 Festejemos,
pues, no con levadura añeja ni con levadura de malicia y de
maldad, sino con ázimos de sinceridad y de verdad.
1.
La mujer de su padre:
la
madrastra. Como lo anotan los historiadores
(Estrabón, Pausanias, etc.), la corrupción de
Corinto era proverbial, al punto de que en toda la
Grecia se usaba el verbo “corintiar” como sinónimo
de vivir de manera disoluta. S. Pablo muestra aquí
que algunos cristianos tampoco eran ajenos a esa
corrupción (cf. 3, 1), aunque solían ser harto
inflados, como vimos en el capítulo precedente.
5. Los tormentos y
las vejaciones de Satanás (cf. 1 Tm. 1, 20) deben
conducirlo al arrepentimiento para que se convierta
y pida perdón. Sobre este castigo temporal para
evitar la perdición eterna, cf. 11, 30; 1 Pe. 3, 20;
Sb. 12, 10 y notas. Es de recordar que este pecador
es perdonado en 2 Co. 2, 5 s. Véase allí el sentido
de la excomunión.
6. El incestuoso es
como una bacteria
peligrosa que puede contagiar a toda la comunidad.
Véase Ag. 2, 13 s. y nota.
7.
Masa nueva:
por la gracia del
Bautismo. La levadura simboliza la corrupción, ya desde el Antiguo Testamento.
“La razón principal que hacía proscribir el pan
fermentado en la octava de Pascua y en las ofrendas
(Ex. 29, 2; Lv. 2, 11; 7, 12; 8, 2; Nm. 6, 15) era
que la fermentación es una manera de putrefacción”
(Vigouroux). Los
ázimos
(panes sin levadura) se comían en la semana de
Pascua. (Cf. Ex 12, 21; 13, 7; Is. 53, 7; Lc. 13,
21; 1 Pe. 1, 19). La Iglesia usa este pasaje en la
Liturgia de esa misma
semana para movernos a resucitar espiritualmente en
Cristo y con Cristo. Véase Rm. 6, 4 ss.; Ef. 4, 22.
9. Esa
carta
no se encuentra entre
los libros canónicos y se la considera perdida (cf.
Col. 4, 16 y nota), aunque algunos, como el
Crisóstomo, pensaban que se trataba de la Epístola
presente.
11.
Llamándose hermano:
Los que
son sólo
cristianos de nombre, perjudican a la Iglesia
más que los paganos. Por lo tanto no debemos tener
trato con ellos. Véase las
severas normas dadas en Col. 3, 14; 2 Ts. 3, 6 y 14;
2 Jn. 10.
12 s. Gran lección de
humildad colectiva, para que no queramos ver siempre
el mal fuera de nuestra comunidad. Véase Lm. 3, 42 y
nota.
Quitad al malvado,
etc. (v. 13): es una
cita de Dt. 13, 5. Nótese que no es el caso de la
cizaña, la
cual no debe arrancarse hasta la siega (Mt. 13, 29
s.). La cizaña está en el campo del mundo (Mt. 13,
38), mientras que S. Pablo habla aquí de los que se
dicen discípulos de Cristo, en la
red (Mt.
13, 47 ss.). En el v. 10 nos dice
claramente que no se trata de los del mundo,
sino que su severidad se refiere a los nuestros. Cf.
1 Tm. 5, 20.
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