Iglesia Remanente

Jeremías 3

 

1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28
29 30 31 32 33 34 35
36 37 38 39 40 41 42
43 44 45 46 47 48 49
50 51 52        


Impenitencia de Israel

1*Cuando un hombre despide a su mujer,

y apartándose ésta de él,

se casa con otro marido,

¿volverá él acaso a ella de nuevo?

¿no quedará aquella mujer

totalmente contaminada?

Pero tú, que fornicaste con muchos amantes,

no obstante ello, vuélvete a Mí

—oráculo de Yahvé.

2*Alza tus ojos a los collados y mira:

¿Hay lugar donde no te hayas prostituido?

Te sentabas junto a los caminos,

como el árabe en el desierto,

en acecho de los (pasajeros),

y contaminaste la tierra

con tus fornicaciones y maldades.

3Por eso se detuvieron las lluvias,

y faltaron las aguas de primavera,

pero tú guardas el semblante de ramera;

no tienes rubor.

4*Me dices ahora: “¡Padre mío!

Tú eres el amigo de mi juventud.

5¿Acaso guardará Él (la ira) continuamente?

¿se enojará para siempre?”

Así dices, y con todo cometes

maldades a más no poder.

6*Me dijo Yahvé en los días del rey Josías: “¿Has visto lo que hizo la apóstata Israel? Se fue a todo monte alto y bajo todo árbol frondoso, y cometió allí fornicación. 7Dije Yo: Después de haber ella hecho todo esto, se volverá a Mí, pero no se volvió. Vio esto su hermana, la pérfida Judá; 8y vio también que a causa de todos sus adulterios que había cometido la apóstata Israel, Yo la había despedido, dándole el libelo de repudio; y con todo no se amedrentó su hermana, la pérfida Judá, sino que fue y fornicó también ella. 9Con su tumultuosa fornicación contaminó la tierra, cometiendo adulterio con la piedra y con el leño. 10A pesar de todo esto, su pérfida hermana, Judá, no se volvió a Mí de todo corazón, sino fingidamente” —oráculo de Yahvé.

Conversión y gloria de Israel

11Entonces me dijo Yahvé: “La apóstata Israel se ha mostrado más justa que la pérfida Judá. 12*Anda, pues, y grita estas palabras hacia el norte, y di:

Conviértete, apóstata Israel,

—oráculo de Yahvé;

no os miraré con rostro (airado),

porque soy misericordioso,

—oráculo de Yahvé—;

no me airaré para siempre,

13con tal que reconozcas tu iniquidad.

Pues contra Yahvé, tú Dios has pecado,

te has prostituido a los extraños,

bajo todo árbol frondoso,

y no has escuchado mi voz

—oráculo de Yahvé.

14*Convertíos, hijos rebeldes, dice Yahvé, porque Yo soy vuestro Esposo y os tomaré, uno de cada ciudad, y dos de cada estirpe, y os traeré a Sión. 15*Y os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con ciencia y doctrina. 16*Y cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos días, dice Yahvé, no se dirá más: “¡El arca de la alianza de Yahvé!” ni les vendrá a las mientes, ni habrá de ella memoria, no la echarán de menos, ni se hará otra. 17*En aquel tiempo Jerusalén será llamada trono de Yahvé; y se congregarán en el nombre de Yahvé todas las naciones en Jerusalén; y no seguirán más su obstinado y depravado corazón. 18En aquellos días se juntará la casa de Judá con la casa de Israel, y juntas vendrán de la tierra del Norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres.

19*Yo me preguntaba:

“¿Cómo he de contarte entre mis hijos

y darte en herencia una tierra de delicias,

la posesión más hermosa entre las naciones?”

Y respondí: “Tú me llamarás Padre mío,

y ya no dejarás de seguir en pos de Mí.”

20Pero como una mujer que es infiel a su marido,

así vosotros habéis sido infieles a Mí,

oh casa de Israel, dice Yahvé.

Arrepentimiento de Israel

21Se oye sobre los montes voz de lloro,

los llantos de los hijos de Israel;

por haber pervertido su camino,

olvidándose de Yahvé su Dios.

22Volveos, oh hijos rebeldes,

y Yo sanaré vuestras apostasías.

“He aquí que volvemos a Ti;

porque Tú eres Yahvé, nuestro Dios.

23*De veras, eran embustes los collados

y el bullicio en los montes;

sólo en Yahvé, nuestro Dios,

está la salvación de Israel.

24*La ignominia consumió las fatigas

de nuestros padres desde nuestra mocedad;

sus rebaños y sus ganados,

sus hijos y sus hijas.

25Acostémonos, pues, en nuestro oprobio,

y cúbranos nuestra ignominia.

pues hemos pecado contra Yahvé, nuestro Dios,

nosotros y nuestros padres,

desde nuestra mocedad hasta el día de hoy,

y no hemos escuchado la voz de Yahvé, nuestro Dios.”



* 1. Véase Deuteronomio 24, 4. Es notable el paralelismo de este capítulo con el 16 de Ezequiel y el 2 de Oseas. El Señor muestra su extremo furor por la infidelidad de Israel, su esposa. Hay que mirar este episodio con los ojos de un marido ofendido. ¿Qué nos parecería una esposa que dijera al marido: tú, que eres tan bueno, déjame que me vaya con otro hombre? Aquí está, decimos, todo el problema del espíritu. Porque si el esposo la colma a ella de benevolencia dándole cuanto tiene y hasta su propio ser, ese mismo amor lo lleva a querer complacerse en ella; de modo que todo podrá permitirle y consentirle, menos ese desvío. Apliquémonos esto, que es una verdadera piedra de toque para saber si amamos a Jesús. ¿Es que para divertirnos y estar alegres sentimos la necesidad de irnos con ese “otro”, que es el mundo? ¿O es que Jesús está asociado a nuestra felicidad, de modo que lo busquemos para estar alegres y tomemos en manos su Evangelio, para gozarnos en su conversación, en su “sociedad”, como Él quiere (Juan 17, 13; Lucas 10, 39 ss.; I Juan 1, 3 s.), y no solamente cuando necesitamos algo de orden temporal, o cuando tememos la muerte? En el primer caso, somos como el rico del Evangelio (Lucas 18, 24 s. y nota), es decir, somos del mundo y no tenemos amor (I Juan 2, 1S), ni podemos tenerlo porque el amor es el Espíritu Santo, y sabemos que “el mundo no puede recibirlo porque no le ve” (Juan 14, 17), o sea, no piensa ni concibe que exista esa maravillosa realidad interior, porque está absorbido y “fascinado por la bagatela” (Sabiduría 4, 12). En el segundo caso, dichosos de nosotros, pues tenemos la bienaventuranza de los ricos que no han puesto su corazón en las cosas pasajeras (Eclesiástico 31, 8 y nota) y desprecian el mundo persuadidos de poseer, desde ahora, un bien infinitamente mayor (cf. Cantar de los Cantares 8, 7 y nota). “La vida sin amor no vale nada”, dice con gran verdad un proverbio popular. ¿Y qué es el amor sino esto? ¿Qué será sin esto, nuestra vida futura? ¿Concebiríamos acaso una felicidad eterna junto a un Dios cuyo trato hoy nos fuese desagradable? No obstante ello, vuélvete a Mí: Dios no es como un esposo implacable. Aunque ofendido por la infidelidad de la esposa, hace ostentación de su misericordia, mostrando que volverá a reconocer como suyo al pueblo contaminado por la idolatría. “Dios que rechaza al pecador acoge al penitente” (San Gregorio Magno).

* 2. Donde no te hayas prostituido, etc.: Alusión a la idolatría, que se llama prostitución y fornicación. Cf. Ezequiel 16, 16 y nota.

* 4. Padre mío: Cf. versículo 19; Sabiduría 14, 3; Isaías 63, 16; 64, 8. Dios acepta el título y nombre de Padre, porque siempre está dispuesto a perdonar. La única condición que pone es que su pueblo se arrepienta.

* 6. Israel: aquí el reino de las diez tribus. Se llama apóstata por su idolatría en los montes y bajo los árboles (véase 2, 20). Comienza con este versículo un nuevo discurso profético, con nuevas amenazas para el pueblo impenitente, pero al mismo tiempo con promesas consoladoras para el caso de su conversión.

* 12. Es como una invitación a las diez tribus de Israel, la nación rebelde deportada a Asiria (722 a. C.) que nunca volvió de la dispersión. Véase versículo 18; Isaías 27, 13; Ezequiel 37, 15-23; Zacarías 8, 13.

* 14. Convertíos, hijos rebeldes: No nos avergoncemos de aplicar esta exhortación a nosotros mismos. “Es preciso apresurarnos, dice el Doctor de Hipona, a emplear los medios que Dios nos da para nuestra conversión, temerosos de que nos falte el tiempo si tardamos.” Cf. la misma advertencia en el Eclesiástico (5, 8): No tardes en convertirte al Señor, ni lo difieras de un día para otro. “El que promete el perdón, no promete al pecador el día de mañana” (San Gregorio Magno).

* 15. “Apacentar es, ante todo, adoctrinar” (Pío X en “Acerbo nimis”, Encíclica acerca de la enseñanza de la Doctrina). Cf. I Corintios 1, 17. La ciencia y doctrina, de la cual habla el profeta, no es otra cosa que el conocimiento de Dios. San Agustín, en su libro de la Vida feliz, nos enseña prolijamente que la vida feliz consiste en conocer a Dios; y el Doctor Melifluo dice: “Conocer a Dios es la plenitud de la ciencia; la plenitud de esta ciencia es la plenitud de la gloria, la consumación de la gracia, la perpetuidad de la vida.” Cf. Juan 17, 3.

* 16. Profecía mesiánica que se cumplirá en la Nueva Alianza. “El Arca santa era el símbolo de la presencia de Dios, de quien se dice que estaba sentado sobre los querubines y de allí hablaba a Moisés (Número 7, 89). En los tiempos por el profeta prometidos toda la ciudad será trono de Dios. Esto significa que se manifestará con tantos prodigios y bendiciones, que las gentes todas se sentirán atraídas a ella (Isaías 2, 2 ss.). Clara señal del mesianismo” (Nácar-Colunga). Cf. Salmo 50, 21 y nota; Hebreos 8, 8 ss.; II Macabeos 2, 4 ss.

* 17. Se anuncia la Nueva Jerusalén, el reino del Mesías, en el cual se congregarán todas las naciones (Isaías 2, 2 ss.; Miqueas 4, 1 ss.; Zacarías 2, 14 a,; 14, 16 ss.; Apocalipsis 21, 2 ss.).

* 19. Una tierra de delicias: la tierra de promisión. Tiene aquí un sentido mesiánico, sobre todo en la versión de la Vulgata que habla de la gloriosa herencia de la multitud de las naciones. Para nosotros la tierra de delicias que apetecemos, es estar unidos eternamente con Cristo. Comentando este pasaje, dice Santo Tomás: “La patria celestial, nuestra herencia, está iluminada por la visión divina.”

* 23. Alusión al culto prohibido que se practicaba en tos collados. Véase versículo 6.

* 24. La ignominia, esto es, la idolatría y apostasía de Dios, que no trajo consigo más que la ruina del pueblo. La idolatría moderna, el capitalismo y materialismo, ¿no produce acaso los mismos frutos?